VALORES – ÁLVARO RAMÍREZ – AÑO III – N° 144.
A propósito de las elecciones en un pais suramericano recientemente, estuve leyendo los infaltables comentarios en las redes sociales. En medio de la polarización que ya es normal en nuestros países, los simpatizantes de los dos extremos afianzaban su posición. Por un lado los votantes del candidato perdedor advierten del caos que se avecina para el pueblo por el error de la mayoría, en la decisión que tomaron al elegir. Por otro lado los ganadores, además de su satisfacción por lo acertado de su decisión, afianzaban la misma en “hechos” como que “el pueblo no se equivoca”, “la voz del pueblo es la voz de Dios” y “el pueblo habló”.
En los dos casos es interesante cómo ninguna de las posiciones tiene nada que ver con la decisión consciente de quien se expresa. Los perdedores le endilgan el fracaso que se avecina a quienes votaron por el candidato ganador. Y en el caso de quienes votaron por el ganador, indican que ellos solo siguieron la voluntad de Dios y si se equivocan, el equivocado es Dios. El pueblo no se equivoca.
Una vez entendido lo anterior, creo que está claro que lo que sucede en América escapa a la responsabilidad de los pueblos. Alguien más puede tener la culpa, tal vez Dios que se equivocó ordenándole al pueblo como votar, pero no quienes depositan el voto.
En ese orden las cosas, es interesante analizar las “responsabilidades” de los pueblos y de las personas en forma individual. Si las personas no se hacen responsables por la selección de los lideres adecuados, ¿cuáles son las cosas por las que se hacen responsables?
De los seres sobre la tierra, el animal más desvalido y por más tiempo, es el ser humano. Pasa por lo menos los primeros 15 años de su vida dependiendo de alguien responsable por su supervivencia. Las cifras de niñez abandonada en el mundo no son para nada halagüeños. ¿Cuántos padres se hacen responsables por la formación integral de los hijos que traen al mundo? ¿Cuántos niños vienen al mundo a pagar hipotecas que firmaron otros? Si bien es cierto que la sociedad como tal no puede evadir la responsabilidad por la formación de sus descendientes en forma colectiva, tampoco es menos cierto que la responsabilidad individual no puede ser obviada. La responsabilidad por el consumo de sustancias nocivas para la salud tampoco es halagadora, considerando que según informe de la oficina de la ONU para las drogas de junio 2021, 275 millones de personas consumieron drogas en el último año, el consumo de alcohol es 40% más alto en América que el promedio mundial según la Organización Panamericana de la salud. La responsabilidad por la violencia domesticas y sus cifras tampoco son ejemplares. Según ONU Mujeres, en el mundo en el último año 1 de cada 3 mujeres entre 15 y 49 años ha sufrido violencia sexual o física.
La situación no parece tender a la mejora últimamente con la pandemia. Han salido a relucir comportamientos que no contribuyen al mejoramiento de los indicadores y se ha acrecentado el sensible tema del respeto necesario de los derechos de los demás si queremos construir futuro, conocedores que nuestros descendientes cosecharán el fruto de nuestros esfuerzos o transgresiones y permisividades como individuos y como sociedad.
La “revolución de los sentidos” que promueve la gratificación y satisfacción inmediata de los seres humanos y el ejercicio de pretendidos derechos, independiente de cómo se logren, no pareciera la mejor forma de construir colectividades responsables como tal. La selección por esa sociedad, de lideres supuestamente todopoderosos que pueden cambiar el curso del mundo y prometen hacerse responsables por encontrar y ofrecer solución a los problemas creados por el comportamiento irreflexivo y abusivo de individuos con quienes la mayoría silente tiene una permisividad progresiva, no puede ser el camino a la mejora de la especie. Podrá ser el más cómodo a corto plazo, pero no el que nos conduzca al pretendido orden que todos queremos para nuestros descendientes.
La responsabilidad por las acciones u omisiones no puede ser solo de la sociedad como un todo amorfo, compuesta por individuos inidentificables, para los cuales, legisladores populistas ansiosos de obtener aprobación y recompensas inmediatas, emiten reglas llenas de excepciones, y vacíos, que hacen posible la permisividad complaciente para un mundo de “todos contentos”, convencido de que es posible la gratificación inmediata y exigencia de derechos sin aportar algo a cambio.
El mundo al que deberíamos temerle es el mundo de: la “SOCIEDAD” es responsable, (el “ESTADO” electo) por la emisión de normas, que NADIE viole, donde “ALGUIEN” esté vigilante que se respeten los derechos de TODOS.
Esta época de fin de año, normalmente de reflexión, parece un momento oportuno para pensar en las contribuciones a nuestro alcance y compromisos con el futuro de nuestros descendientes.
En esta Navidad pidámosle al niño Dios que nos de el premio de poder disfrutar de los verdaderos PLACERES de la vida:
El PLACER de ver mi labor cumplida responsablemente y no el “placer” de buscar que otro haga lo que me corresponde.
El PLACER de ver a mi prójimo respetado por mi y mis descendientes, y no el “placer” de subyugar e imponerles la voluntad a otros.
El PLACER de disfrutar sanamente de mi libre albedrio que me permita sumar cosas positivas a mi sociedad en vez de restarle.
El PLACER de contribuir a construir y no a destruir.
El PLACER de construir con mi esfuerzo mi bienestar y no el placer de robarle a otros el fruto de su esfuerzo.
El PLACER de ver a mis hijos responsables por sus actos vs el placer de apoyarlos en su destrucción de lo que los demás construyen, con la utopía de “construir un mundo nuevo” sin aportar su cambio.

El PLACER de ver cómo en nuestra sociedad cada individuo es responsable por sus actos para hacer una sociedad responsable como grupo.
Pidamos al niño que nace, un nuevo mundo basado en el aporte responsable de cada uno de nosotros como miembro de la sociedad.
BOGOTÁ – COLOMBIA

Buen mensaje, y ante todo disfrutemos el placer de cumplir con la Regla de Oro…»No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti»; y así tendremos sociedades más sanas y coherentes…… GRACIAS….FELIZ AÑO 2.022….
Felicitaciones cuñada por tu artículo.Un abrazo.
El propósito es celebrar el nacimiento del niño Jesús.I disfrutar en familia y unir el grupo familiar,compartir con amor.Feliz Navidad para todos.I muchas Bendiciones