Por Domingo Irwin

Nuestro país a lo largo de su historia republicana, ha sido la cuna de grandes y talentosos artistas que han rebasado nuestras fronteras para a través de sus obras musicales insertarse en el pentagrama musical de la humanidad.

Normalmente comentar sobre estas personalidades y sus historias suele ser complicado, pues siempre queda algo en el tintero,  algún aspecto por resaltar y compartir. Voy a referirme en esta entrega a uno de los grandes músicos latinoamericanos, Aldemaro Romero, extraordinario compositor, arreglista, director de orquestas y creador de estilos y géneros musicales. Nacido en Valencia, para el 12 de marzo de 1.929, dentro de una familia muy ligada a la música, su padre, Rafael Romero Osío, se desempeñaba como director de la banda del estado Yaracuy, adicionalmente todo el resto de la familia, tenía aptitudes o algún talento musical.

Su infancia trascurre en Yaracuy, pero ya para la edad de nueve años cantaba y se acompañaba de la guitarra, adicionalmente participaba en un programa radial dedicado a los niños.

Para 1.942, se traslada la familia a Caracas, tenía 13 años, cuando su abuela le obsequia una pianola, posteriormente convertida en piano, y es aquí donde la vida comienza a definirle un camino firme hacia lo que tanto le apasionaba, la música.

Dentro de su larga carrera, llama poderosamente la atención lo destacado que fue dentro de varios géneros musicales: valses, música tropical, bailable, su inolvidable Onda Nueva que modernizó nuestras melodías para convertirlas en grandes obras de carácter universal. Su extraordinaria creatividad unida a su talento innato le llevo hacer arreglos para música de cámara y grandes Clásicos de la música académica. Así, mismo, su aporte al cancionero romántico latinoamericano y al bolero.

Efectivamente, para 1.945, a la temprana edad de 16 años, compone un bolero exitoso, dedicado a una hermosa bailarina cubana que conoció cuando era pianista en un cabaret, “Me queda el consuelo” el cual fue interpretado por primera vez por Mario Suarez, antes de consagrarse definitivamente en la voz de  quien fuese uno de sus mejores amigos, Alfredo Sánchez Luna (Sadel):

«Señor…
Yo vengo a pedirte
que no me castigues
por haber querido
con toda mi alma,

Piedad…
yo quiero que tengas
hasta de la ingrata
que con un pecado
mi alma destrozó;

Alfredo Sadel grabó la canción para 1.956, con la orquesta de Terig Tucci, a partir de allí la amistad entre ambos fue aún mayor, Aldemaro Romero se convirtió en su director musical, y así lo acompañó a Nueva York, trabajando para el sello RCA Víctor para  producir, entre 1953 y 1956, el disco«Fiesta Latinoamericana», entre otros.

Dentro de su extensa obra musical, podemos encontrar hermosa canciones románticas ente ellas: “Lo que pasa contigo”,  “Amiga mía”, “Poco a poco”, “Hablaré Catalán” canción dedicada a la actriz Catalana Mónica Randall:

“Hablaré catalán
 porque quiero decir
 en tu idioma
 montones de cosas.
  
 Hablaré catalán
 y me voy a aprender
 un millón de palabras hermosas
 Para entonces decir
 qué bonito es Montjuic
 y que gran catedral es Gaudí
 Y poder salpicar
 de sardana y de mar
 un piropo en las ramblas de aquí..” 

Siempre se interesó por dar a conocer cantantes venezolanos, es por ello que vemos en sus temas interpretes nuestros, donde destacan: Rosa Virginia y María Teresa Chacín, Alfredo Sadel, Los Cuñaos, Ilan Chester,  Barquisimeto IV, Rafael “Pollo” Brito, María Ribas, Luz Marina y Ofelia del Rosal, estas tres últimas sus mejores exponentes en la actualidad y que contribuyen a mantener su memoria musical vigente.

Gracias maestro por su legado indeleble!

Maracaibo, Venezuela

13 de abril de 2019