Algo insólito

EL ARTE DE COMBINAR EL SI CON EL NO – RICARDO BULMEZ – El Candil Pedregalero – Año II – N° 100.-

A los que viven en el pasado.

Un día vas a comer a un restaurante muy lujoso y presencias algo insólito: cuando estás a mitad de la comida ves que un señor entra cargando en sus brazos a una señora muy bella y observas que ésta tiene los ojos cerrados, él la sienta y la acomoda como puede para que no se vaya de lado, pero ella continúa igual. Y tú estás ahí con la boca abierta contemplando ese extraño espectáculo.

Una vez que el señor se ubicó también en su silla llamó al mesonero y éste le trajo el menú, ordenó para él y para la mujer de actitud hierática. Tú te asombras al ver semejante pareja y de paso se te olvida hasta comer.

El caballero pidió dos platos de sopa y otros dos de comida seca, tomó una cucharada y se la dio en la boca a su compañera. Por supuesto, el líquido se le chorreaba por la comisura de los labios, luego le metió como pudo el alimento del segundo servicio y también se le salía.

Tú, aterrorizado, disimuladamente y con un susurro llamas al mesonero,

- Mira, ¿Qué le pasa a ese señor y a esa señora?
 -Nada - respondió tranquilamente el mesonero lo cual aumentó más tu estupefacción.
- ¡¿Y por qué ella está así?! - Todo esto en voz baja y en cuchicheo para que la pareja no se percate. 
- ¿Cómo está…? - respondió el mesonero con voz tranquila y normal.
- ¡Parece que estuviera muerta!
- No, no parece… lo está - comentó sin inmutarse.
- ¡Qué!, ¡¿está muerta?! - Aterrorizado.
- Sí - contestó el mozo -, ella es su esposa que murió hace más de veinte años y él la quiso tanto que nunca la enterró, la embalsamó. Anda con ella para todas partes y nunca sale sin su muerta al lado… la trae a comer, van juntos al cine, la lleva a la playa y se ponen a nadar, no la deja ni para ir a misa… andan unidos para todas partes, son inseparables.
- ¡Pero eso es imposible!, ¡¿Cómo a ese hombre se le ocurre semejante cosa?!, ¡está loco!, ¡es un monstruo!
- ¿De qué se extraña usted? - dijo el servidor - usted hace lo mismo que él.
- ¡¿Cómo?!, ¡¿yo?!, pero… ¡¿qué dices?!
- Sí, usted siempre viene aquí con un muerto al lado.
- ¿ Que ando con un muerto?, ¡no me hagas reír!... ¡tú también estás loco!
- Sí, usted anda acompañado de un difunto… - repitió tranquilamente el joven.
- ¡¿Qué?! 
- Usted anda para todas partes con su pasado; no lo suelta en ningún momento para nada… ¡ni para dormir!

Muchas personas viven del pasado, respiran, lloran y ríen para él y con él. Somos capaces de sepultar al ser más querido y amado cuando muere, igualmente el más despreciado y odiado, sin embargo, no estamos dispuestos a meter al pasado en una tumba. El pasado más placentero se debe enterrar, lo mismo que el más doloroso… porque los dos ya están muertos. A los difuntos no se les ama ni se les odia, simplemente se les recuerda.

No vivas con el pasado, úsalo como experiencia. No vivas del pasado sino a partir de él, vivir en el pasado no es malo, el pasado no hace daño porque sea malo, sino porque está muerto.

Hay que enterrarlo para que nos deje comer tranquilos. Hace más daño vivir con el pasado que caminar con un cadáver al lado, porque si andas con un muerto molestas a los demás, pero si vives con el pasado te hundes.

¿Cuál es tu muerto?

Los Teques – Estado Miranda – Venezuela

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