Por Rafael Gallegos
En los años cincuenta el gran escritor Germán Arciniegas (el mismo de la inmortal Biografía del Caribe) escribió “Entre la libertad y el miedo”, que planteaba – interpretación muy gruesa – que América Latina mantenía una lucha entre las dictaduras militares (el miedo) y las democracias (la libertad).
Era la época de la internacional de los sables. Pérez Jiménez, Odría, Perón, Rojas Pinilla, Somoza, Castillo Armas, Trujillo y paremos de contar. La mayoría amigos de los Estados Unidos, que temían a los líderes demócratas por el tinte rojillo que según ellos, poseían algunos.
Años de la Guerra Fría, cuyos resultados significarían el triunfo del capitalismo mundial, del comunismo mundial, o el más probable para muchos, el de las cucarachas como únicas sobrevivientes de una guerra nuclear.
También años del macarthismo, cuando el senador norteamericano McCarthy a la cabeza de un equipo buscó, hurgó y encontró supuestos agentes soviéticos o simpatizantes del comunismo a lo largo y ancho de Estados Unidos, a los que persiguió, encarceló y exilió. La víctima más célebre fue Charles Chaplin, quien se fue de viaje a su natal Inglaterra y en el trasatlántico se enteró que no podría volver a los Estados Unidos. Regresó ya anciano en medio de los aplausos de toda la nación, para recibir un Oscar. Así es la vida…
Como en un efecto dominó a finales de los cincuenta comenzaron a caer las dictaduras en Latinoamérica. A la dualidad dictadura militar – democracia, se agregó la revolución cubana. Los líderes más representativos de las tendencias eran el demócrata Rómulo Betancourt, el dictador Trujillo alias chapita y el comunista Fidel Castro.
Los convulsionados años sesenta se pueden resumir como decadencia de las dictaduras, impulso de las democracias y derrota del comunismo.
Sin embargo, los comunistas reorientaron su estrategia de toma del poder. Así surgió Allende con su vía democrática al socialismo, derrocada a los tres años, y que trajo como consecuencia al terrible Pinochet.
Luego de la derrota armada en Venezuela y en otros países de la zona, los cabecillas del comunismo liderados por Fidel Castro se aliaron con los militares “progresistas” y comenzaron a penetrar las Fuerzas Armadas del continente. Tardaron unos veinticinco años en producir a Hugo Chávez en Venezuela, que surgió a la palestra el 4F ante la simpatía de muchos. Fue encarcelado por CAP y liberado por Rafael Caldera, quien luego diría que lo hizo por la presión de muchos de venezolanos que le pedían que “soltaran a esos muchachos”. ¿Muchachos? Realmente eran los instrumentos de un proyecto mundial de destrucción nacional (tipo Cuba), que padecemos los venezolanos hace unos veinte años y ha tenido sus “sucursales” en América Latina.
EL DÍA DE LA VERGÜENZA
Chávez a punta de tutoría de Castro, su innegable carisma y la falta de visión de muchos venezolanos, ganó las elecciones. Luego con los pingues dólares del petróleo, logró diseminar su “socialismo del siglo XXI” en Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Brasil, Honduras y otros países, con decisivo apoyo de las islas del Caribe.
Calificamos como el día de la vergüenza la ocasión en que apareció Fidel Castro en la OEA – botado de ésta a instancias de la democracia venezolana por injerencia armada – y los presidentes “demócratas” lo colmaron de aplausos, olvidando los esfuerzos de sus dignos antecesores en defensa de la democracia. Qué vergüenza.
A Castro en vez de ubicarlo como un dictador símbolo del regreso a las cuevas de Trucutrulandia, lo trataban como una especie de Moisés que había de llevar al continente hacia la tierra prometida del paraíso socialista. Eso sí, transitando el Mar de la Felicidad. Al hombre común cubano lo señalaban como “héroe de la resistencia al bloqueo norteamericano”, obviando su condición de carente, reprimido y víctima de un régimen totalitario.
LA NUEVA DUALIDAD: ENTRE LA LIBERTAD Y EL COMUNISMO
En estas últimas semanas hemos observado los sucesos violentos de Perú, Ecuador y Chile; y en Bolivia el intento de Evo Morales de perpetuarse en el poder mediante unas oscuras elecciones donde hizo recordar al Pérez Jiménez del fraude del 52, cuando suspendieron el conteo y… milagro de milagros… variaron los resultados.
Los comunistas latinoamericanos liderados por Cuba y su principal subalterno Venezuela, parecen decididos a implantar en el subcontinente esas democracias totalitarias donde se reeligen los presidentes de por vida, licuan los poderes públicos en uno solo a expensas del líder, implantan la hegemonía comunicacional provocando la quiebra de los medios, abusan con todo el peso del estado en las campañas electorales, exacerban el odio a los ricos mientras el pueblo se hace más pobre. En síntesis, se acercan al fracasado modelo cubano (fracasado para el pueblo, no para la nomenklatura) y terminan como Venezuela y Cuba con el ciudadano hambriento, las familias rotas y el pueblo desplazado hacia el mundo capitalista. Porque a Cuba, Nicaragua y otros países panas, no se va nadie. ¿Por qué será?
¿QUÉ HACER ANTE LA EMBESTIDA?
Insisto, no imitar al príncipe Boabdil…
Organizarnos, convertirnos en un bloque férreo. Unidad entre todos los que queremos restablecer la democracia. Porque ellos… sí están unidos.
Unidad y Estrategia, ¿difícil?, sí; pero lo demás es… socialismo del siglo XXI. Pilas y guáramo siguen siendo nuestras primeras necesidades.
PD: Un gran abrazo a todos los ingenieros en su día.
Caracas-Venezuela
02 de noviembre de 2019
saludos amigo, me gusto tu análisis es muy acertado dices los hechos bastante claros, lastimosamente tenemos un gobierno narco-criminal que tiene todas las armas pero no hay mal que dure mil años, pienso y espero que no falta mucho para que caiga gobierno, un abrazo desde portuguesa-Venezuela