VALORES – ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO IV – N° 162.
Marcianos: ciudadanos de marte.
He estado en estos días, oyendo y viendo en las noticias, algunas de las declaraciones, acciones y movimientos financieros del sr Elon Musk, a título personal o a través de sus empresas. Su compra de acciones de Twitter, su rechazo inicial a pertenecer a su directiva, su posterior decisión haciendo gala de sus convicciones, de adquirirla para modificarla, los éxitos de su programa espacial en vía a convertir al hombre en ciudadano espacial más que terrenal, los movimientos de adaptación de sus plantas de Tesla en China para superar el aislamiento de la pandemia y más recientemente la venta en varios miles de millones, de un porcentaje pequeño de esa empresa. Es innegable su poder como el hombre poseedor de más dinero en el mundo y la capacidad de mover mercados, formar opiniones, pero también mediante la coordinación y buena integración de equipos multidisciplinarios, lograr objetivos importantes para la humanidad, que pudieran parecer imposibles. El desarrollo tecnológico asociado a sus empresas logró que la nación más poderosa del mundo le confiara mediante contrato, el alcance importante de parte de sus metas y visión de su programa espacial. Después de ver el desarrollo de equipos reutilizables, reduciendo a una décima parte los costos de enviar astronautas, el poner el turismo espacial al alcance de cualquiera que pueda ya sufragarlo, hace pensar que, en mi opinión para el bien de la humanidad, podrá alcanzar las metas trazadas de establecer una base en la luna, para desde allí lograr la colonización de Marte como futura sede de los habitantes terrestres.
Hablo solo del sr Musk por su exposición mediática, sin embargo, hay otros ejemplos sobre avances de la humanidad que suenan igualmente importantes. Ayer leía sobre los ensayos formales que hacen USA y China para alcanzar la capacidad de lograr modificar la trayectoria de cuerpos espaciales, meteoritos, sacándolos de su órbita en el espacio. Inicialmente como herramienta para proteger a la tierra. Está ya calculado el número, 24, y capacidad, de cohetes para un meteorito objetivo dado.
Los hechos anteriores me hacen pensar en otros aspectos de la evolución de la especie humana. Los últimos 100 años han sido de saltos cuánticos en muchos aspectos. El desarrollo tecnológico en el manejo de las herramientas de comunicaciones y de la información ha sido solo un aspecto, aunque lo suficientemente importante como para que el ser humano se sienta efectivamente “el rey del universo”. Los adelantos en las herramientas de computación, inteligencia artificial e ingeniería aplicada a la salud en esfuerzos interdisciplinarios, y la genética, hacen que algunos crean en la posibilidad de jugar a dioses.
Hay sin embargo un campo donde el ser humano no ha logrado el mismo grado de avance. No me cabe duda que, si seguimos por donde vamos, llegaremos a convertirnos en seres técnicamente capacitados para ser ciudadanos interplanetarios. (Tendremos que pensar en no dejar atrás la legislación para empezar a reglamentar pasaportes interplanetarios y múltiples “planetariedades” permitidas) ¿Estaremos preparados para convivir en otros mundos, aunque no encontremos marcianos? Si nos dejamos guiar por el pasado para proyectar el futuro, pareciera que en ese campo de convivir no hemos sido realmente sobresalientes. Pareciera una materia pendiente si queremos como unidad, salir de nuestro ambiente terráqueo para instalarnos en otro mundo.
Me vienen a la mente algunas escenas de días recientes con niños que conocí de kínder y primeros grados de primaria. Entre 5 y 10 años. (Se me acabaron los nombres genéricos de milennials, centennials..) Las reglas de interacción y comportamiento en las comunidades escolares y aun en los hogares, difieren un poco de aquellas en las que se desenvolvían generaciones anteriores: Uno de los niños estaba llorando porque su dibujo no le había gustado a otros niños. La maestra llamó a la psicóloga para que lo atendiera. Otro niño estornudó un par de veces y fue remitido a la enfermería. Uno de los niños mordió a una compañerita y sin mencionar nombres para no promover el sometimiento al escarnio por sus reacciones, el colegio llamó a cada padre por separado sin mencionar el otro, a firmar un documento donde se daban por enterados de lo que había hecho o sufrido su párvulo. En uno de los grados superiores la maestra hizo un sondeo y la gran mayoría manifestó su deseo de ser “you túber” o “influencer”. En un ensayo de “convivencia” los niños de 5° grado, respondieron acertadamente el número de teléfono al cual debían llamar si los maltrataban sus padres. Otro de los niños se molestó con sus padres al llegar a casa, porque no le compraron el último juego como premio a sus buenas notas. Cierto porcentaje de los niños estaba exento de tomar el refrigerio o almuerzo del colegio porque no se ajustaba a la dieta que sus padres deseaban. Otros estaban exentos de deporte porque sus padres no lo consideraban necesario y otros de música, porque no era visto como importante para las inclinaciones de sus hijos según sus padres. Preferían cambiarlo por actividades extracurriculares. Obviamente las clases de religión eran solo para aquellos que sus padres lo consideraban como importante, según sus credos.
Indudablemente se debe reconocer que la protección a los niños y la formación académica ha mejorado sustancialmente. Los programas comprenden contenidos y prácticas formales que ayudan a la fijación de conocimientos sólidos, así como a la investigación partiendo de la curiosidad y el desarrollo del apetito por aprender.
Los ciudadanos que deberán poblar Marte ya están aquí. Son los ciudadanos que deberán garantizar la instalación como ciudadanos espaciales de la humanidad en unos 20 o 25 años. Hoy tienen entre 5 y 15 años aproximadamente, si la visión que se tiene de los programas espaciales se logra concretar.
Sabemos que los niños llegan a este mundo sin un manual para su “manejo”. Sus padres son los responsables porque cada niño se convierta en un buen ciudadano. ¿Cómo se debe formar esta generación de “espaciales”? No me cabe duda que en cuanto a conocimientos técnicos se están nutriendo ampliamente para los retos de este tipo. Sin embargo, en otro frente ¿como, manejar enfrentar y salvar situaciones adversas, cómo están siendo preparados?
Como estamos de tolerancia, paciencia, bravura, y capacidad de discernimiento para saber ¿cuándo, dónde y con quién aplicarla?
La humanidad, especialmente con algunos hechos recientes, debe tener presente que estas situaciones se pueden presentar en cualquier momento, lugar o circunstancia y poniendo en peligro hasta la supervivencia. ¿Estamos formándolos como se requiere para esos retos? Hoy sabemos que cualquier loco puede acabar con la humanidad y aparentemente no tenemos mecanismos para evitarlo, aunque ya casi tengamos la técnica para detener amenazas de cuerpos espaciales.
Como los “Baby Boomers”, que después de la segunda guerra mundial tuvieron sobre sus hombros, aunque no en forma anunciada, la responsabilidad de desarrollar la economía y aumentar el nivel promedio de vida de las sociedades, ahora y en forma anunciada, los Millennials, tienen la responsabilidad de formar la generación de “espaciales” que puedan sobrevivir y convivir, neutralizando las amenazas que vienen desde dentro, cuando los hombres apuestan a ser dioses y todopoderosos. No es una tarea fácil como estamos viendo con las muestras que se nos presentan, porque los aspectos técnicos y comerciales han llegado a ocupar espacios muy importantes y casi que invasivos frente a los temas de convivencia. Sin embargo, es la tarea primordial si queremos tener futuro como humanidad. Son el perfil esencial de los nuevos “ Marcianos» que necesitamos.
Probablemente, aunque ni siquiera hayamos pensado en eso, es una situación similar a la de los Vikingos que salieron a explorar más allá de sus fronteras y hasta América, por el polo y se hicieron famosos por su capacidad de exploradores y marinos. En nuestro caso siglos después, también debemos explorar otros mundos, sin ganarnos el perfil de “azotes espaciales pioneros”.
Démosles la bienvenida a nuestros “Marcianos” de la tierra, apoyemos a los millennials y recordémosles permanentemente lo que está en juego, con la tarea a su cargo, de formar a esos “Marcianos» que ya están aquí.
BOGOTÁ – COLOMBIA