ENFOQUE LIBERAL – EL CANDIL – AÑO IV – N° 164.
La caridad
La caridad es siempre una cuestión de voluntad y no puede ser otra cosa. La noción de «deberes morales» o de «obligación para con la sociedad» no pasa de ser un falso imperativo con el cual se pretende extorsionar moralmente a quienes por medio de su mente, trabajo, esfuerzo y dedicación generan la riqueza material que ha permitido elevar los estándares de vida para la inmensa mayoría de habitantes de la tierra, pero a los que se busca hacerles ver como villanos por su productividad, siendo la entrega no consentida de parte de su patrimonio la forma de «expiar el gran pecado de producir y hacer riqueza».
Uno puede ayudar a quien lo crea conveniente y de la manera que uno considere adecuada, siendo completamente moral brindar una mano a aquel individuo que se halle en una situación complicada por causas tales como un infortunio (un desastre natural, un accidente, un asalto), pero que al menos demuestre la voluntad de mejorar su situación. Esto significa que nunca será moral «ayudar» al vagabundo que se pasa la vida apelando a la lástima para vivir de limosnas, o al malhechor que cayó en desgracia como consecuencia de sus actos. Pero ayudar a una anciana que trabaja toda la noche para llevar un plato de comida a la casa, al niño que nació con un problema de salud y cuyos padres no pueden costear su tratamiento, al ciudadano que en el trayecto de su centro de labores a su hogar fue atacado por viles delincuentes, al agricultor cuya cosecha se ha echado a perder por un incendio, una plaga o una inundación, no solo es completamente moral, sino que contribuye en la procuración de una sociedad mejor basada en principios que conduzcan al logro de valores que beneficien la vida de uno mismo y del entorno.
El libre mercado
Inmensamente mayor es el aporte a la sociedad que brinda el pequeño comerciante que aquel político quien con promesas que jamás cumplirá y que necesariamente implican tomar el dinero de otros, termina llegando al poder para llenar sus cuentas bancarias y darle a sus allegados parte del botín que constituye el dinero de los contribuyentes. Por esa y más razones es que el libre mercado no es únicamente un ideal, sino el único sistema económico viable para la humanidad.
La justicia social
La «justicia social» es un eufemismo que vanamente pretende moralizar el robo contra unos (los hacedores de riqueza: empresarios y trabajadores en general) para generar un falso beneficio en favor de otros (usualmente personas que no trabajan y buscan vivir a cosas de quienes sí lo hacen) y así mantenerlos serviles y dependientes, de tal forma que puedan seguir contando con su apoyo en las urnas.
El poder
El problema fundamental en los países con economías fuertemente reguladas por el Estado no radica en el insano apetito de poder de sus políticos; ese es un problema menor que no tendría mayor repercusión si el gran grueso de la ciudadanía en edad de sufragar cesara de otorgarles el poder. Es en el pueblo, el conjunto de ciudadanos individuales que habitan un territorio, en donde surge el poder mediante el cual los malos políticos, a través de su mal empleo, destruyen sociedades. Es del pueblo de donde emana el poder que puede transformar una nación para bien o para mal. Y en consecuencia, está en manos del pueblo el permitir o evitar que los hambrientos de poder y control continúen socavando y obliterando el bienestar y desarrollo de esta y las generaciones posteriores.
NOTA DEL EDITOR: Estos temas fueron publicados originalmente en la página «Enfoque Liberal» y han sido recopilados para ser compartidos en EL CANDIL con autorización de su autor.