Capitis diminutio militar, y banalidad

ANGEL ALBERTO BELLORIN – EL CANDIL – AÑO IV – N° 196.-

«Más allá de lo aparente, es una respuesta necesaria»

Ángel Alberto Bellorín

Señor Enrique Meléndez, lo felicito por la calidad de sus artículos sazonados por las coincidencias en la forma que ambos pensamos sobre la realidad nacional.

De este su último escrito relacionado a la solicitud de libertad para los presos políticos en Venezuela, se reflejan varias opiniones que tangencialmente refieren sobre el ser militar, indiscutiblemente sometido a las «decisiones políticas» arbitrarias de algún gobierno de turno como aquel que usted señala del sobreseimiento de la causa penal militar de los golpistas por parte de Rafael Caldera, decisión fatal para la «profesión militar», sobre lo cual he escrito en demasía.

Sin embargo, en este particular me permito citar de su escrito un párrafo referido a uno de los tantos militares hoy sometidos, casi en forma clandestina ante la nación, al abuso de arbitraria e inconstitucional privación de libertad.

El caso del Tcnel Marín Chaparro, uno más de un centenar de militares detenidos por manifestar opinión, tiene muchas variables no analizadas en su verdadero contexto. Sobre eso centraré mi opinión.

Cito:  «El caso del comandante del Ejército Igbert José Marín Chaparro, quien se encuentra detenido en los sótanos de la Dgcim en Boleíta, es patético, tomando en cuenta que se trata de un oficial, que se declaró en huelga de hambre desde el pasado 21 de noviembre, exigiendo respeto a los derechos humanos, que le conciernen, teniendo presente que lo tienen en unas condiciones infrahumanas, con poca exposición a la luz solar; así como ser trasladado a la cárcel de Ramo Verde en Los Teques, tal como lo estableció el tribunal, que lo juzgó, y cuyos padres le exigen al gobierno, que escuche sus clamores, a objeto de que no le dejen morir. Se trata de un militar sobresaliente desde el punto de vista académico, y a quien se le acusó propiciar una sublevación entre la tropa, a su cargo, tan pronto comenzó a exigir una mejora en la alimentación de la misma. » Fin de la cita.

El hoy hecho noticioso referido al Tcnel Marín Chaparro es sólo la punta del iceberg del grave problema del ser militar, sometido a un gobierno totalitario y malandro. Mucho he escrito sobre el tema en un país y una sociedad que nunca se interesó en su FAN.

El enfoque de Hanna Arend, que en forma pertinente usted utiliza como analogía, generalmente en mis escritos lo señalo más allá de una observación aislada y genérica de esa naturaleza banal   del mal planteada por la autora al estudiar la conducta de Eichmann durante su juicio en Jerusalén.

Cómo militar de carrera conocedor del tema, acostumbro a enfocarlo en el análisis serio hacía las conductas humanas de una gran mayoría de personas obligados legalmente a obedecer. En especial me refiero a los militares, una profesión que no permite el libre ejercicio, y por tal razón, sin más alternativas, son las primeras víctimas necesarias.

Complemento la idea con esta cita referida a la autora del término «Banalidad del mal».

Inicio de la cita:»Sobre este análisis Arendt acuñó la expresión «banalidad del mal» para expresar que algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos. No se preocupan por las consecuencias de sus actos, solo por el cumplimiento de las órdenes. La tortura, la ejecución de seres humanos o la práctica de actos «malvados» no son considerados a partir de sus efectos o de su resultado final, con tal que las órdenes para ejecutarlos provengan de estamentos superiores.

Hannah Arendt discurre sobre la complejidad de la condición humana y alerta de que es necesario estar siempre atento a lo que llamó la «banalidad del mal» y evitar que ocurra.» Fin de la cita.

Hoy la frase es utilizada con un significado universal para describir el comportamiento de algunos personajes históricos que cometieron actos de extrema crueldad y sin ninguna compasión para con otros seres humanos.

En la realidad militar venezolana hay que afirmar con vehemencia que nada se hizo para aminorar la grotesca «capitis diminutio» jurídica a la que desde muchos años atrás han estado sometido los militares.

Las consecuencias de esa fatal omisión están a la vista, sin que los diagnósticos serios determinen las verdaderas causas.

Esa debilidad institucional al no ser solucionada como medida de prevención, fue caldo de cultivo que los comunistas, con Chávez y Maduro al frente han explotado al máximo para apoderarse de la FAN y de las demás instituciones, sacrificando sin piedad a cualquiera que como Marín Chaparro se atreva a disentir.

Por realidades poco discutidas como esas es que tengo más de 30 años escribiendo sobre verdaderas causas y situaciones del ser militar, solicitando en vano intervención del TSJ y otras instituciones que hoy, en esencia, ya no existen.

Mucho trabajo individual en defensa de una institución hundida en la desgracia, elaborando proyectos que a nadie interesa y escribiendo diagnósticos y soluciones que son archivados en el olvido.

Casualmente señor Meléndez en el año 2020, usted publicó una entrevista sobre un proyecto de Ley de ascensos militares de mi autoría que en esencia solo pretende mejorar la situación jurídica del profesional militar que, a estas alturas del caos, ni es un verdadero militar y mucho menos un profesional como lo ordena el Artículo 328 constitucional.

No está de más recordar que en países como el nuestro tal Fuerza Armada, tal país. Saludos.



Ángel Albero Bellorín
Ángel Albero Bellorín

Coronel Retirado del Ejército Venezolano, Abogado Magna Cum Laude en ciencias y artes militares. Magister y Doctor en Derecho Constitucional. Estudios Doctorales en Educación y en Seguridad y Defensa.

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