Ciprianito y los extenuantes viajes hasta Cabimas.

CUENTOS DE A LOCHA EN UNA CUARTILLA – LUIS RAMÍREZ SÁNCHEZ – EL CANDIL PEDREGALERO – AÑO II – N° 95.-

En aquel tiempo, cuando el Capitán Barreto ejercía la suprema autoridad del viejo Pedregal capital del Distrito Democracia, el transporte público con destino a la anciana Cabimas de Los Postes Negros, lo ejercía a la par con Antonio Delmoral, el noble anciano de mil caminos carreteros de nombre: Ciprianito.

El viejo carcamán terrero que él hábilmente conducía era un vetusto bus entablado en los costados y entablado en los cojines que solía «zarpar» de la Calle Comercio al final sur, justo donde pasaba el Río Pedregal con todo su furor hacia su encuentro con el Mar Caribe y que los pedregalenses de aquellos tiempos denominábamos: LAS VEGAS.

La hora de salida del laborioso hombre del volante, infatigable era a las 4 de la mañana, quien después de desamarrar su cálida hamaquita, que él colgaba en los frondosos cujisales que hacían vida en los predios de aniego que las crecidas de octubre irrigaban con las sedimentadas aguas llenándolas del embono pastoso del memorable rio; emprendía su rodar parsimonioso casa por casa, en la rutinaria búsqueda de los pasajeros anotados en su vieja libreta que él iluminaba con su linterna de pilas «Everredy». Esta actividad le consumía la hora uno de las doce que le tomaba al autobús para su arribo a la terminal zuliana.

Todo era parte del Tour, tras el despegue llevado a cabo desde las planicies de La Meseta, y aunque el camino era polvoriento y aparatoso en los pases de quebradas, los viajeros se adormitaban quizás por la lentitud del vehículo sumado a la paciencia del piloto, quien consumía el termo de café Imperial antes de la subida del «Cerro e Juan Salima» y se le activaba el sensor del sueño inexorable que le comenzaba a agobiar justo al bajar el empinado cerro; tras lo cual procuraba una planicie y arrimaba a un frondoso cují, para luego colgar su hamaca y felizmente iniciar sus ronquidos durante una hora, hasta que el sueño se despidiera de su subconsciente, ante la admirable paciencia de los pasajeros que comprendían aquello como los efectos de su visible ancianidad. Sin embargo 5 horas más tarde se detenía en La Coromotana a almorzar de manera parsimoniosa para luego recargar el termo y continuar la solemnidad de aquel viaje repleto de seres inmutables sentados en las duras tablas de la cabina de pasajeros.

Son las 4 de la tarde y las luces de balizaje de la pista se activan para el aterrizaje en el Barrio Corito de Cabimas mientras Ciprianito alerta a los viajeros primerizos que viajan a Maracaibo su deber de comprar pasaje en el Ferry que sale a las 5 pm por cuanto aún no se ha construido el majestuoso Puente Sobre El Lago que está en proyecto construir por parte del Gobierno Constitucional del coronel Marcos Pérez Jiménez.

La luz no es la más rápida, la obscuridad siempre estará esperándola. (anónimo).

Coro – Capital del Estado Falcón – Venezuela

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One comment

  1. ¡Excelente! Como es su costumbre, el amigo Luis nos deleita con sus cuentos del viejo Pedregal y de sus personajes. Gracias Luis. Un gran abrazo y feliz año para tí y tu apreciada familia.

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