Lo único permanente es el cambio

ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO V – N° 214.-


Como han cambiado…Algunas cosas.

Leía esta mañana algún reporte de una cadena de TV analizando cambios en el comportamiento que casi se pueden generalizar, entre las generaciones. Comparaba el comportamiento de la generación de boomers ya de salida con al comportamiento de los milennials, que también están creando su huella y transmitiendo con la formación de sus descendientes todo un conjunto de creencias, valores y costumbres que hacen la proyección de las circunstancias en la que se prevé será su vida, totalmente diferentes. Frecuentemente escucho decir a representantes de la generación de babyboomers, que no envidian el reto de formación de los hijos de milennials que ya están llegando a edades interesantes y de decisiones importantes que marcarán sus vidas.

Sin duda la tecnología ha sido un impulsor de muchos de los cambios que ha experimentado la sociedad. De su mano se ha facilitado la implantación de formas de vivir y comportarse, que no eran fácil de imaginarse hace 60 años, como marco general, pero con su velocidad, los cambios, especialmente en al ámbito de las comunicaciones y procesamiento de información ya prácticamente han dejado de sorprender y han hecho una verdadera realidad la afirmación que, lo único permanente, es el cambio. Cada día hay nuevas aplicaciones para facilitar o responder a necesidades y deseos de los consumidores, sean para el trabajo o para el uso recreativo.

Sin embargo, en mi apreciación creo que no solo la tecnología ha sido el elemento clave. El deseo de ser el “dueño” de su destino, ha sido factor clave para tener las circunstancias que hoy nos rodean y que nos hacen, no siempre más fácil el diario vivir. En ese incesante deseo de conquistar y tener el dominio de lo que sucede, ha impulsado la disposición a cuestionar hechos que se daban por más allá de las posibilidades del hombre, la preocupación y deseo de anticiparse al futuro y el empleo de la curiosidad inagotable por conocer y dominar y poner a su servicio todo lo que lo rodea.

Tomemos solo algunos ejemplos: Asociados al deseo de perdurar, la investigación y manejo del conocimiento sobre el funcionamiento del cuerpo humano, y la salud en general ha llevado a cambios en la dieta, en la forma que se trata el cuerpo, las actividades que se promueven y la forma de tratar los problemas de salud. El deseo de dominar el tiempo, el deseo de dominar los fenómenos y recursos naturales y ponerlos a su servicio, es otro elemento clave para los cambios experimentados en las últimas décadas. El deseo de verse satisfecho con su trabajo. El deseo de no ver coartada su voluntad, e imponerla no solo a otras especies sino también a otros miembros de la humanidad, también ha sido el motor, no solo de grandes logros, sino de grandes conflictos y conflagraciones.

Todo lo anterior lleva a un factor muy importante del cual el ser humano no puede prescindir, como marco de su actuación y que se expresa en una frase muy común pero ilustrativa: El comportamiento de la economía. Hasta ahora pareciera que es el indicador clave que decanta todo cuanto sucede en la humanidad. No estoy haciendo un juicio de valor si esto es bueno o malo, solo menciono algo que a lo largo de mi vida profesional he ido internalizando.

Probablemente un análisis muy simplista es el que viene de nuestros abuelos: Negocio que no da se cierra.  Nada puede consumir recursos permanentemente sin retribución. Ni siquiera esa “maquina” maravillosa que es el cuerpo humano, puede aportar esfuerzos a algo indefinidamente, sin reponerlos.

En ese marco, no es de extrañar que el ser humano, en su deseo de perdurar, esté permanentemente buscando mejorar su forma de hacer las cosas y gastar menos esfuerzo para obtener mejores resultados. Medido en términos económicos, optimizar sus ganancias.  

A título individual alimentarse mejor, divertirse más a menor costo, capitalizar mejor su esfuerzo, mejorar herramientas de trabajo, mejorar su uso del tiempo, descartar cosas que no tengan un beneficio probado, mejorar el esquema de toma de decisiones basándolo más en información que en creencias, mitos y simples deseos, avidez (demanda permanente) por herramientas y mecanismos que les hagan la vida más cómoda, son todos ejemplos de las cosas que mueven a los integrantes de las nuevas generaciones. Por otro lado, a nivel de comunidades empresariales, la resiliencia y aceptación del cambio continuo en el mejoramiento de los procesos, buscando hacerlos más agiles, eficientes y sostenibles, ha llevado a cambios sustanciales en las relaciones de las cadenas de suministro, conduciendo a la globalización. Para la satisfacción de las necesidades de los consumidores la comunidad empresarial ha integrado el mundo en la práctica. Cualquier producto de mediana complejidad tiene componentes de decenas de orígenes geográficos.

Con estos dos aspectos de las nuevas generaciones, su cambio en el comportamiento individual como consumidores por un lado y por el otro la disposición al trabajo integrado y colaborativo, aunque en medio del reto de la productividad y competencia (Coopeticion) ha llevado a soluciones que antes eran casi imposibles de superar por aspectos como las distancias físicas, la dificultad de negociaciones (antes tipo ganador perdedor y ahora ganar ganar) y el enfoque de autosuficiencia e integración vertical de los negocios. Hoy la integración de los procesos productivos es la practica normal de los negocios para el sustento del crecimiento de los indicadores económicos y la aceleración del desarrollo.

En ese marco de modificación de la cantidad y variedad de necesidades, la disposición a incurrir en los esfuerzos y acciones necesarias para satisfacerlas y disfrutar de la retribución a ese esfuerzo, además del entender que no hay progreso sin la complementación económica, pareciera que la adaptación al cambio permanente es la solución para mantener el balance y estabilidad que conduzca a un sano comportamiento de la economía.

Sin embargo, la otra cara de la moneda no parece tan clara. A la aceptación y adaptación al permanente cambio en la demanda y satisfacción de esta desde el punto de vista económico, no parece complementarlo positivamente la interrelación de las comunidades y la forma de proveerse mecanismos de enfrentar diferencias.  

El manejo de “sentimientos, creencias y valores” es el problema a manejar para convivir en forma constructiva.

Las individualidades se mueven según conveniencia y oportunidad de vivir mejor. Las comunidades empresariales y la mayoría de sus actores, entiende la necesidad de adaptarse e invertir esfuerzos en actividades productivas. En otras palabras, la actividad económica como pilar. Si existiese alguna duda solo basta con mirar atrás los tres últimos años y la pandemia. Imposible parar la actividad económica y no atender la necesidad imperiosa de adoptar medidas en todo el mundo para preservarla y sobrevivir, como se hizo.

La economía a pesar de su pragmatismo se basa en la confianza que debe construirse entre los actores, bajo el entendido y aceptación que, si no se logra, no hay futuro.

Por el contrario, la relación entre muchas comunidades (¿Ciudades, Estados, Países?) parece que se empeña en la desconfianza como valor de partida.  La concepción de comunidades buenas vs comunidades malas, blanco y negro. La necesidad de destruir al otro para sobrevivir. La resistencia a cambiar puntos de vista. El valor que en consecuencia se les da a las fronteras políticas, creadas para “protección y aislamiento, como “ventajas”. El cultivo consecuente también del sentimiento, que la ganancia de cualquier otra comunidad con pensamientos y valores diferentes es automáticamente detrimento para las aspiraciones de la mía, se convierte muchas veces en barrera más fuerte que las físicas, para el progreso e integración. El resultado, la polarización hoy conocida por todos.

Solo basta una mirada al continente para ver como la integración de las sociedades (países, regiones) para lograr beneficios económicos y crecimientos asociados a la suma de esfuerzos, se ve frustrada por diferencias ideológicas y el deseo de imponer relaciones basadas en la desconfianza, el atemorizar y las prohibiciones y polarización que ha permeado hasta las comunidades más pequeñas dentro de un país.

Se hace urgente que la resiliencia presente en las comunidades empresariales, la búsqueda del beneficio apoyado en la inversión de esfuerzo se haga extensivo a las comunidades que no pueden obviar la necesidad de la suma para lograr resultados. Las comunidades, la política, los estados, con sus instituciones burocráticas rectoras deben ser exigidos por las comunidades a adoptar cambios relacionados con su papel, hasta ahora no entendido de ser integrador y gerencial. Los órganos del estado deben ser conformados con la participación de representantes de comunidades y agremiaciones empresariales y profesionales. Esta participación debe ser activa, formal y transparente, no tras bambalinas y en la oscuridad como si fuese delito la búsqueda del buen comportamiento de la economía y solo para ser tenidos en cuenta por su capacidad de aportar recursos económicos, como respuesta a la latente amenaza del poder destructivo de masas manipuladas en su valoración de los sentimientos de desconfianza.

Promovamos este cambio que si hace falta, y no se va a dar por generación espontánea. Lograr la integración clara de los gremios empresariales y profesionales con su conocimiento gerencial y de campo, al mundo de lo que es hoy la política, en un sistema transparente de pesos y contrapesos para lograr el bien común, basado en el crecimiento económico.

Tomemos la vía más conveniente… sin destruir el tren.



Álvaro Ramírez

Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan.  Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.   


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