ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO V – N° 248.-
Es interesante ver como el manejo del léxico en la política causa efectos más allá de la conquista de simpatizantes o votos a la hora de elegir representantes para el desempeño de funciones públicas.
No es la primera vez que hablamos de cómo el léxico manipulado se apropia o genera interpretaciones que satanizan comportamientos y premian otros. Así podemos ver cómo se convierte a la pobreza en virtud, la riqueza en maldad, patriotismo en comunión sumisa con las iniciativas, pensamientos o veleidosidades del reyezuelo de turno y progresismo como la glorificación de la violación de los derechos de los demás. Todo con el fin de cambiar la actitud y comportamiento de la sociedad y acosar a quien piense diferente. Debe ponerse a la defensiva o hacer silencio quien no esté de acuerdo con el dictamen que, para premiar la virtuosidad de la pobreza, se debe quitarles a unos, “los ricos”, (Malos) para darle a los pobres (Buenos).
Quiero referirme hoy al CONSUMISMO. El termino casi que unánimemente tiene una connotación negativa y hasta en las definiciones oficiales, no solo la de políticos o aspirantes en campaña, permite el juicio negativo a los individuos o países que puedan ser acusados de practicarlo.
Lo paradójico es que, analizando la situación económica y los fenómenos de migración, la mayoría de migrantes desean trasladarse a sitios donde se practique el consumismo. No quiero decir con esto, que eso lo hace bueno o malo, porque sería entrar en la contradicción manifiesta de algunos “progresistas” al interpretar como una desviación el que quienes son virtuosos por ser pobres, (buenos) deseen dejar de serlo para convertirse en consumistas. (malos)
Algún mandatario latinoamericano actual, ha declarado el inconveniente de ayudar a sacar a sus seguidores de la práctica de la virtud de la pobreza, porque se convierten en consumistas que desean vivir como en Norteamérica y “tener carro”, o ser “burgueses” como diría otro mandatario también auto declarado “progresista”.
CONSUMISMO (RAE): Tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios.
PROGRESISMO (RAE): De ideas y doctrinas progresistas.
Existen defensores y contradictores del consumismo. Lo mismo que existen simpatizantes del término progresismo, al extremo de querer apropiárselo y acusar a otros de no serlo, es decir de no desear el progreso para los miembros, mandantes de una sociedad.
No creo que alguien pueda programarse progresista pensando que a los pobres no se les puede dar la oportunidad de salir de la pobreza (como virtud), porque caen en el terrible y malvado mundo del consumismo, al desear adquirir bienes y servicios más allá de lo necesario. En el caso de bienes, según los practicantes de ideas y doctrinas progresistas no se debe tratar de consumir más de 1800 o 2000 calorías diarias, que es el mínimo necesario para sobrevivir. En el caso de los servicios, el receptor no debe pagarle a alguien por su trabajo como médico o maestro, porque ese es un servicio gratuito.
En mi opinión, el CONSUMISMO es el resultado de un proceso. Y aunque me juzguen como blasfemo por lo que digo, creo que es el producto de una acción de “mejoramiento continuo”. Tratando de hacer cada vez las cosas mejores y más baratas para hacerlas competitivas y ganarse el favor del consumidor que paga. No solo los sultanes pueden darse el lujo de gastar el producto de su esfuerzo, en múltiples productos para satisfacer necesidades no primarias. En otras palabras, para salir del virtuosismo de la pobreza. Los pobres también pueden ser consumistas, si logran, con su esfuerzo y no con limosnas, satisfacer necesidades más allá de las primarias.
El consumismo se convierte en peligroso en una sociedad que se olvida de exigir a sus dirigentes la eficiente administración de recursos colectivos capitalizables dados en administración y, por el contrario, les permita imponer cargas excesivas al aparato productivo, que le impidan cubrir la demanda. Es la forma de promover caer en un torbellino desenfrenado de gasto público que conduzca a la inflación. Pero el consumismo que sirve como motor que hala (Pull vs Push) el aparato productivo, que genera empleos y desarrollo, no es en sí mismo dañino.
También es necesario reconocer la necesidad de la sociedad de formar recursos y de crear oportunidades de compensación de esfuerzos si desea progresar, teniendo en cuenta que esa creación de oportunidades, formación y remuneración de esfuerzos, difícilmente se logra decretándolo e imponiéndolo, o declarándose “progresista”, si no hay promoción de las facilidades de producción.
Se debe trabajar en promover la eliminación del antagonismo incongruente de condenar el consumismo declarando virtuosa la pobreza y pretender distribuir oportunidades y riqueza no generada. Promover, la producción, reconocer la productividad reducidora de costos y con ello la generación de más demanda, en un círculo virtuoso que cree oportunidades de remuneración al esfuerzo, sin necesidad de la imposición intervencionista del estado, que distorsione su rol, es la salida.
No se trata de promover el consumo como un fin en si mismo para elevar el ego y la reforzar la estratificación de la sociedad alrededor de la competencia de apariencias. Se trata de reconocer como motor del desarrollo, por la demanda asociada, el consumo de bienes y servicios para la satisfacción de condiciones cada vez mejores de vida, más allá de las básicas, y porque no, la generación de nuevas necesidades alrededor del desarrollo tecnológico de soluciones. (Cuantas necesidades se han creado alrededor del desarrollo de nuevas herramientas en las comunicaciones y el entretenimiento) No es necesario investigar mucho para ver los resultados de la demanda creciente en muchos sectores, deportivo, entretenimiento, educación, salud, etc.
Ese reconocimiento implica desde muy temprano, la formación de los individuos de la sociedad en la bondad de la remuneración del esfuerzo y de la libertad de inversión de esa remuneración. Formar a los individuos en el respeto a la propiedad producto de su esfuerzo honesto. A la independencia en su asignación de prioridades de gasto. A reconocer su capacidad de generar con su esfuerzo solución a sus necesidades. Pero también a entender, que no es una obligación de sus semejantes, responsabilizarse por solucionarle sus malas decisiones y que declararse progresista no es decretar una carga que su vecino debe pagar con su esfuerzo. También, la generación de emprendedores debe aprender desde sus inicios, que no hay crecimiento y progreso sin demanda, es decir sin clientes con capacidad de suplir sus necesidades con su esfuerzo, por tanto, el desarrollo de productos y la inversión en crecimiento es una necesidad, aunque no sea una obligación impuesta por decreto.
Enseñemos desde temprano a nuestros descendientes, el valor del esfuerzo sostenido para el logro de la independencia asociada a cubrir las necesidades, sin vender el alma al repartidor de turno, de oportunidades.
Álvaro Ramírez
Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan. Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.