¿Cuál es la herencia a tus descendientes? – ¿ídolos o lideres a la medida?

VALORES – ALVARO RAMIREZ – EL CANDIL – AÑO III – N° 139

Recientemente hemos visto cómo les prestamos cada vez mayor atención a representantes de nuestras sociedades, que hayan hecho quedar bien nuestros gentilicios en cualquier ámbito, pero especialmente en el deportivo y del entretenimiento. Es un fenómeno que en nuestros países latinos se ha vuelto más pronunciado en los últimos años y especialmente en este periodo de pandemia cuando los hábitos de vida se han visto alterados por el confinamiento y la drástica disminución del contacto directo, en lo posible reemplazado por las relaciones virtuales. Desde tiempos inmemoriales los mejores atletas, dramaturgos o artistas en general, han sido apreciados por la sociedad. Muchos de ellos en el campo de las artes iniciaban su carrera siguiendo a un maestro y luego encontraban un mecenas que lo apoyaba e impulsaba hasta convertirse en un personaje admirado y contratado. En el campo del deporte, existían los deportistas profesionales, que lograban desarrollar sus carreras con base a sus éxitos y la remuneración formal obtenida por competir o representar una marca o producto. Por otro lado los amateurs competían y por lo general eran patrocinados por entidades oficiales hasta que lograban saltar al profesionalismo. Los más exitosos se convertían en estrellas al llegar a la cúspide de su actividad, con un campeonato mundial o hazañas deportivas difíciles de lograr. Cada quien recuerda alguno de esos campeones.

¿Qué cambió y donde estamos hoy en día?

En cuanto a los cambios.

En su orden creo que la publicidad, asociada al mercadeo, el desarrollo y rol de los medios de comunicación, la tecnología y finalmente el manejo y monetización de la transmisión de mensajes, han impactado la forma de tratar a los representantes de nuestros gentilicios en los deportes y el entretenimiento.

Todos los que tenemos más de 40 años en este mundo y aquellos que han leído un poco sobre usos y costumbres, recuerdan cómo los deportistas, empezaron a ser “utilizados” por los fabricantes de implementos deportivos, después por procesadores de alimentos, bebidas y suplementos relacionados que los retribuían patrocinándolos. Luego el mercadeo fue un poco más agresivo y empezaron a utilizarlos por sus gustos como promotores, los sitios donde vacacionaban, los vehículos que usaban, los cosméticos que se aplicaban y hasta las joyas que utilizaban. Vendiendo de una otra forma a los admiradores, que si se consumían esos productos podrían parecerse al personaje de moda. Es de recordar hace unos años cómo un jugador de futbol le obsequió a cada uno sus compañeros de equipo un reloj valioso. Por su lado las cadenas de prensa eran los medios en que patrocinadores de deportistas y artistas, promocionaban a sus patrocinados y se hacían públicos tanto sus éxitos como sus costumbres y hábitos de consumo. Con el avance de la tecnología, el mundo se convirtió en un pequeño espacio donde cualquier cosa era transmitida en vivo y en directo. En un ring de boxeo casi que se podía transmitir la sangre si salpicaba el lente de la cámara o el sonar de un hueso de una fractura al cometerse un foul en un partido. Los representantes de la prensa entrevistaban en directo al ganador y a la víctima antes que se limpiara el sudor o la sangre. Los comentaristas y narradores deportivos y de farándula, a su vez se hacían famosos porque eran el medio para “salir” en prensa y eso a su vez los promocionaba como muy importantes periodistas que sabían captar el mejor ángulo, la mejor imprudencia, las lágrima o el júbilo y las carencias de la abuelita en su choza natal, alrededor de las hazañas del deportista o artista. Finalmente y hace unos años para acá y con los progresos de la tecnología, toda persona con un teléfono en la mano es un potencial periodista, comentarista, promotor o “influencer” graduado y reconocido, gracias a la revolución de los “likes”. Al comienzo solo eran ídolos aquellos que se esforzaban por lograr un título, hazaña deportiva, hit musical, obra de teatro o película memorable. Finalmente se empezaron a multiplicar los “ÍDOLOS”, así en mayúscula, porque ese es el tratamiento que les dan sus seguidores, y ahora abarcan a todos aquellos que están asociados a la cadena de comunicación divulgación y mercadeo. Entiendo por IDOLO un par de acepciones que tiene la DRAE:«Imagen de una deidad objeto de culto. persona o cosa amada o admirada con exaltación».

Suena familiar cómo en nuestro medio a los ídolos no se les condena nada, se les acepta todo y hasta se les construye iglesias en vida a pesar de que su único valor sea algún talento aunque muy poca disciplina. Es decir talento sin valores.

Todo lo anterior en cuanto a los cambios.

En cuanto a dónde estamos hoy.  

Se produjo el milagro. La revolución en el mundo de la publicidad y mercadeo asociado a los logros deportivos y del entretenimiento. Todos los participantes de la cadena pueden ser Ídolos dependiendo del número de “Likes” que obtengan. Cada like ya tiene su valor monetario. Los deportistas y artistas obtienen más ingresos por los likes que por jugar. Aún más. Ya no se necesita el deportista o artista “hacedor” de milagros o alcanzador de hazañas y records. Solo basta que alguien en una campaña coordinada decida a quien puede convertirse en ídolo o eliminarlo. Cualquiera con los suficientes likes puede terminar con la carrera de un entrenador, de un deportista, un cantante. O cualquiera con cualquier supuesto “contenido” revolucionario, “no mojigato”, “atrevido”, contestatario, o abiertamente repulsivo, puede convertirse en “ídolo connotado” o “socialité”, a quien no se puede dejar de seguir.

¿Cuántos de esos son ÍDOLOS con pies de barro? ¿Construidos por otros para su propio beneficio o impulsados por asomos de talentos no necesariamente bien cultivados o disciplinados sino promovidos por el deseo de “monetizar” su supuesta valía e importancia excepcional para el mercado?

¿Estamos mejor o peor que antes?

Solo me gustaría mencionar un par de ejemplos recientes. Va a ser demandado alguien que tuvo la osadía con un resto de autoridad, probablemente no exenta de interés político, de lanzar una “periodista” que había invadido una propiedad que no era suya en un fuerte militar, haciéndole propaganda al gobierno que le concedió según decreto, ese privilegio por el solo hecho de pertenecer a un diplomático y estar desocupada, según dice la reseña periodística esta semana. Otro caso, es el de una connotada influencer que es cortejada por figuras políticas, periodistas y abogados después de grabar un video atacando el gobierno y destruyendo la infraestructura física. Las dos tienen un número importante de likes. Con la revolución en los esquemas de idolatría actuales, la tiranía de los likes y la promoción altruista de los nuevos “valores” no sería para nada extraño que esas damas se convirtieran en candidatas presidenciales de las próximas campañas en los dos países de cuyo gentilicio hacen gala.

¿Cuántos de nuestros candidatos presidenciales y a las asambleas legislativas, que es donde verdaderamente se marca el rumbo de un país, también son solo “IDOLOS CON PIES DE BARRO”?

Ahora solo han cambiado las herramientas por otras más sofisticadas a la hora de manipular o ejercer la viveza. Hoy es posible fácilmente convertir a alguien, especialmente si es pretendido y autonombrado líder, en ídolo utilizando los likes del “Pueblo” o de un “Laboratorio de medios”

Debemos preguntarnos que necesitamos para alcanzar nuestros objetivos de progreso crecimiento y bienestar como sociedades.  ¿“LÍDERES” con la acepción de: “Guías que marcan el camino con el ejemplo”? ¿O ídolos a seguir y amar ciegamente como imágenes de dioses? La respuesta parece obvia: Líderes que nos ayuden con su buen ejemplo, además de conocimiento y valores, a crecer como sociedad. ¿Será que debemos aprender a detectarlos, promoverlos y formarlos en el seno de nuestras sociedades? ¿Cuántos son verdaderos?

¿Será buen líder aquel que te convoca a ser mal vecino, a irrespetar los derechos del otro, a “tomar” cosas que no le pertenecen, a ser “vivo” y a incitar a la violencia?

¿Seguirán teniendo cada vez más cabida las peroratas de pretendidos “líderes” donde “el Rico es automáticamente malo y el pobre es automáticamente bueno” o viceversa? ¿O aquellas donde pretenden confundir al pueblo indicándoles que ser pobre es una virtud, confundiéndosela con la “Humildad”?

Las cosas están mal si el mismo pueblo cree que su mandatario es mandante y no alguien a su servicio. Ese es el primer paso para seleccionar mal a un empleado.

La responsabilidad no se delega. Eres responsable como individuo y como pueblo de lo que te pase por elegir ídolos y no líderes que sean guía y representen los valores que van a salvar a tus hijos.

¿Qué hacer? Exijamos cuentas y solicitemos información. Hojas reales de vida de los candidatos. Hoy todo está en los repositorios de información. Divulguemos los ejemplos de práctica de valores y enseñemos a nuestros descendientes a identificar esos valores y practicarlos. Tenemos muchas historias frustrantes. Seamos críticos en lo que les transmitimos y en el comportamiento que avalamos. No seamos como algunas franquicias políticas que se han convertido en avaladores sin investigar a quien le dan respaldo, con tal que aporte likes a la campaña. Seamos especialmente incisivos en los candidatos a legisladores. Exijamos sus proyectos de ley. Que se comprometan y los divulguen y así evitamos que digan que “cumplen” con su trabajo, presentando proyectos que son un remedo de algo importante solo para las galerías, u otros que se sabe que son imposibles de ejecutar y se convierten en promesas de “vivo”. En las legislaturas no puede haber “segundas oportunidades”. Los errores de los parlamentarios los pagamos muy caros como para que proliferen esas oportunidades de reivindicarse. Ejemplos tenemos por toda América de lo que puede hacer un parlamento y las cortes que ellos eligen.

Alguien decía: La culpa no es del mono sino de quien le da el garrote. No cambiemos los monos por MICOsMANDANTEs, que solo son ÍDOLOS CON PIES DE BARRO. Piénsalo a la hora de seleccionar tu líder.    

BOGOTÁ – COLOMBIA

    

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