LUZ VARELA-De como la crisis en Venezuela no ha sido orquestada por la derecha ni por el “el imperio”, y de otros simplismos (Primera parte)

Por Dra. Luz Varela

Luz Varela-De como la crisi venezolana no ha sido orquestada por la derecha ni por el imperio y de otros simplismos-El Candil Pedregalero

EE.UU. no creó las condiciones para invadir a Venezuela. Las creó el régimen “revolucionario”. La potencia norteamericana no requiere invadir a un país latinoamericano si el propósito es “apoderarse” de su petróleo. Sucede que EE.UU. es un país muy rico, que tiene dólares, muchos dólares para pagar por el oro negro. Así lo hizo durante todo el siglo XX, cuando se lo quedó, sin necesidad de invadirnos, al establecer una firme tradición de reciprocidad comercial con Venezuela, especialmente, desde los años 40 cuando el petróleo venezolano alimentó la maquinaria necesaria para enfrentar a los fascismos de la SGM. Como parte de esta relación, EEUU ha pagado a Venezuela por el petróleo con regalías de explotación y altos impuestos o comprándolo a precios de mercado. Esta relación convirtió, a su vez, a Venezuela en un país rico; tan rico que atrajo una altísima tasa de inmigrantes europeos y latinoamericanos desde la SGM hasta los años ’80, cuando empezó a contraerse nuestra economía tras la caída de los precios del petróleo y por cuyo motivo el país se vio empujado hacía políticas neoliberales desde 1989 hasta los primeros años del nuevo siglo, cuando nuevamente empezó a subir el precio del petróleo.

La explosión del pozo petrolero Barroso II, en 1922, dio inicio a la industria de la extracción petrolera en Venezuela, a través de empresas extranjeras, pero nunca en el siglo XX, ni los pozos ni las reservas petroleras llegaron a pertenecer al “imperio”.

Por disposición constitucional heredada de la legislación hispana, toda la riqueza del subsuelo ha sido, históricamente, propiedad del Estado y éste, durante el siglo XX, estuvo imposibilitado de vender, gravar, donar o entregar, de forma alguna, tales riquezas a manos privadas.

Pero sí podía permitir la explotación petrolera a través de concesiones petroleras. No había, sin embargo, industria de la cual “apoderarse”. Los capitalistas extranjeros tuvieron que levantar dicha industria a partir de las concesiones otorgadas por el Estado que les permitió explorar, extraer, producir y comercializar el petróleo.

Las concesiones, por otra parte, eran otorgadas por un tiempo limitado. Además, la legislación petrolera venezolana fue elevando las regalías e impuestos petroleros hasta aprobar, en los años ’40, el fifty-fifty, que exigía para el Estado un mínimo del 50% de las ganancias que devengaban las empresas petroleras.

Quiere decir que Venezuela llegó a percibir más de la mitad de la ganancia producida por una industria sobre la cual no tenía la mayor responsabilidad, pero sí muchos derechos. Tenemos, entonces, que las empresas extranjeras ponían el capital, asumían los riesgos, pagaban la mano de obra, costeaban la infraestructura, reinvertían, pagaban altísimos impuestos y, aun así, obtenían ingentes ganancias. (¿Invasión? ¿Para qué?)

Tras la formidable subida del precio del petróleo en 1974, Carlos Andrés Pérez, presidente socialdemócrata, nacionalizó la industria petrolera el 1ro de enero de 1976, adelantando así la reversión de las concesiones pautada para 1983 y rescatando para la nación una ganancia extraordinaria que de otra forma se habrían quedado las empresas. Y sobre la infraestructura de la industria expropiada se fundó PDVSA. CAP también nacionalizó SIDOR, concentrando en la empresa el manejo de las industrias básicas de Guayana que producían hierro y aluminio. (¿Hubo acaso algún conato de invasión ante tales nacionalizaciones?).

Tenemos entonces que desde los años ‘70, Venezuela se encargó directamente de la producción de su petróleo, llegando a ser PDVSA, durante los años ‘90, una de las 500 empresas más poderosas del mundo. Mientras, seguía suministrando el petróleo que necesitaba USA a precios de mercado.

En contraste, es necesario aclarar el tema de la “nacionalización petrolera” realizada por el comandante Chávez. En los años ’90, después de un amplio debate nacional, se otorgaron nuevas concesiones en la Franja Petrolífera del Orinoco, cuya explotación resultaba muy costosa para PDVSA.

Tenemos, entonces, que durante su mandato, en 2007, con gran publicidad y fanfarria, el comandante expropió a las compañías petroleras de la Franja, para luego, discrecional y calladamente, devolver las concesiones a las mismas empresas (si éstas aceptaban operar en calidad de empresas mixtas) y extender muchas concesiones más a otras empresas extranjeras.

Fue todo un montaje propagandístico que ocultó, particularmente, la entrega de concesiones petroleras a empresas de su preferencia y en condiciones poco claras. También fue una estafa para quienes creyeron en la defensa de la soberanía venezolana implícita en la supuesta nacionalización. Actualmente hay empresas de más de 20 países (incluso de los EE UU) explotando la Faja Petrolífera del Orinoco.

En el siglo XXI, tampoco necesita EEUU invadir a Venezuela para “quedarse” con su petróleo, sobre todo desde que ha empezado a producir en su propio territorio tal cantidad de barriles diarios que podría prescindir del nuestro (solamente en Alaska se han descubierto reservas petroleras que posiblemente superen a las venezolanas, aparte de que los estudios sobre recursos energéticos no fósiles hacen suponer que, próximamente, se verá disminuido a gran escala el uso de combustibles fósiles).

De hecho, un objetivo clave para su seguridad, trazado por la política norteamericana a mediano plazo, es prescindir de las compras de petróleo de países extranjeros para no correr el riesgo de bloqueos o presiones que pongan en entredicho su estabilidad energética.

Por otra parte, el capitalismo funciona según la máxima de la mayor ganancia y el menor costo posible, entonces ¿qué sentido hay en que EEUU fragüe un conflicto para quedarse con nuestro petróleo (o cualquier otra riqueza) por la cual ha pagado siempre a precio de mercado? Un precio que es infinitamente menor del que costaría una invasión armada.

Pero el simplismo del análisis basado en una teoría general de América Latina que no mira las particularidades nacionales y, sobre todo, desconoce la historia de Venezuela, los planes trazados por la política petrolera estadounidense (e, incluso, ignora nociones básicas de economía) insiste en el tema de que los “gringos“ se quieren quedar con nuestra riqueza.

¡Siempre lo han hecho, pero pagando en dólares! Por tal razón, Venezuela fue, durante el siglo XX, un país rico y próspero, disponiendo de amplios recursos para impulsar su desarrollo económico e integral, expresado, entre muchos otros proyectos, en la construcción del sistema eléctrico nacional, de acueductos, autopistas y aeropuertos, teatros, museos y universidades, escuelas y hospitales, y también viviendas de interés social. (Al punto de que se le caracterizó, de manera crítica, de ser un Estado paternalista).

En fin, en el siglo XX, el Estado venezolano levantó con fondos petroleros (provenientes del “imperio”), la infraestructura nacional que heredó el régimen “revolucionario” en 1999.

Mérida-Estado Mérida-Venezuela

28 de septiembre de 2019

Nota: Esta publicación cuenta con la autorización de su autor Dra. en Historia Luz Varela.

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