Por Dra en Historia Luz Varela (Universidad de Los Andes)

También es necesario aclarar que en los últimos años, y sin ninguna interrupción, EEUU ha venido comprando medio millón de barriles diarios a PDVSA y, al parecer, hasta hace poco, era el único cliente que pagaba regularmente. (Pues a pesar de las sanciones de 2017 que prohibían la compra de nueva emisión de deuda venezolana, no ha habido “bloqueo” hacía nuestro petróleo.
No fue hasta el 28 de enero de 2019, con la congelación de los activos de PDVSA, que el gobierno norteamericano aplicó medidas económicas que afectan la actividad comercial petrolera venezolana. Hasta ahora, el “bloqueo” solo era una romántica excusa que alimentaba la narrativa épica revolucionaria).
Por otra parte, otros países como Rusia y China están recibiendo el petróleo en pago a deudas contraídas anteriormente por el régimen. Esto es, desde hace años estos delincuentes han estado vendiendo el petróleo a futuro, comprometiendo nuestro presente. Algo completamente ilegal que contraviene nuestra legislación petrolera.
PDVSA prácticamente ha sido desmantelada y se encuentra al borde de la ruina. Sus ganancias, en lugar de reinvertirse, se emplearon durante años para saciar las ansias de protagonismo del comandante, regalando a manos llenas, comprando conciencias, estableciendo alianzas e influencia geopolítica pero sin pensar mucho en el futuro; y, recubriéndose, todo el proceso, con el manto de la justicia social.
Desde antes de 2010, Venezuela se vio obligada a endeudarse para seguir con la fiesta revolucionaria. Pero ?hoy día? ya el régimen no tiene quien le dé prestado, pues hasta el momento ha entregado todo lo que ha podido de nuestra riqueza a una larga lista de países “no imperialistas”, entre ellos: Cuba, Rusia, China, Irán y Turquía, como garantía de grandes préstamos y de diversos tratos concertados ilegalmente, puesto que no han sido aprobados por la Asamblea Nacional. De allí la crisis mayor.
Al parecer, actualmente, buena parte de nuestros activos petroleros está en manos de los chinos y de los rusos quienes se están cobrando de esta forma la mil millonaria deuda contraída con ellos. La opacidad con que el régimen maneja estos tratos nos impide saber en concreto el tamaño de las deudas contraídas y las condiciones en que fueron concertadas, pues suele negociar como si operara con fondos propios y no con dineros públicos. Pero los expertos petroleros hacen seguimiento y denuncian la situación continuamente, por lo cual, quien esté interesado en el tema puede consultarlo por internet.
En Venezuela, como parte de la transición habrá que invertir mucho, habrá que trabajar mucho para reactivar nuestro parque industrial, no solamente la industria petrolera. De hecho, ha sido desmantelada la mayor parte de las empresas venezolanas por los controles, regulaciones, invasiones y expropiaciones.
Las haciendas de ganado y las fincas agrícolas, las empresas manufactureras o las comerciales y cualquiera otra organización productiva, caída en manos del Estado, está en situación de ruina.
Mal puede culpar el régimen a “los sectores derecha” de que estos le hacen una guerra económica, cuando no sólo controla todos los poderes políticos (con excepción de la Asamblea Nacional, a la que desconoce, oponiéndole un poder paralelo a hechura suya: la Asamblea Nacional Constituyente); también controla los medios de comunicación, las FFAA, el Banco Central (al cual eliminó su autonomía) y maneja, en principio, las riquezas petroleras y minerales de la nación.
Además, como se asomó antes, la mayor parte de las industrias “productivas” y compañías importadoras, y casi todos los canales de comercialización están en manos del Estado, de los trabajadores “bolivarianos”, de las comunas o de los militares.
De modo que entiendo como muy elemental el análisis de la situación venezolana asentado en la creencia (porque es una creencia sin asidero histórico) de que la crisis venezolana puede entenderse a partir del afán de EEUU y de la derecha por apoderarse de nuestras riquezas. (Con respecto a esto, además, es necesario recordar que entre las críticas que hacen los liberales a la oposición venezolana es señalar a sus líderes como parte de la socialdemocracia o la centroizquierda, en partidos tales como Voluntad Popular, del cual son militantes Leopoldo López y Juan Guaidó).
Pero no se entiende y, sobre todo, duele que quienes dicen “angustiarse” por el escenario de una “invasión” por parte de los EEUU, nada dicen acerca de las fuerzas represivas empleadas por el régimen sobre el pueblo venezolano, ni se solidarizan con los cientos de presos políticos torturados, los perseguidos, los asesinados, los exiliados, ni con los millones de emigrantes venezolanos que se han visto obligados a huir de su propio país; ni siquiera sienten empatía por los millones de venezolanos que padecen hambre y otras penurias. Pareciera que sólo se “preocupan” por la “entrega de nuestras riquezas”. En todo caso, tal preocupación está mal orientada.
Los venezolanos afirmamos, de forma irónica, que ni los chinos ni los rusos están haciendo turismo tropical en Venezuela. Por el contrario, pensamos que tras el saqueo y desmantelamiento de PDVSA por parte del comandante y de su “equipo de trabajo”, nuestra industria principal, una de las más ricas y poderosas del mundo en los años ‘90, propiedad del Estado y sustento de la nación, posiblemente no retorne integra a nuestras manos. 43 años después de la nacionalización petrolera, es probable que regresen activamente los “gringos”, pero lo harán compartiendo espacios con los rusos y los chinos.
Tras la “revolución”, no solo no hemos alcanzamos la supuesta “verdadera Independencia”. Ahora hay que pagarles hasta el alma a los chinos y una parte de nuestro espíritu a los rusos. Y es que al parecer, ahora, por primera vez en la historia venezolana, la propiedad de nuestras riquezas (y no nos referimos solamente al petróleo o a la industria petrolera) está en manos de empresas extranjeras.
Es probable, sí, que hayamos perdido ya buena parte de PDVSA, pero esto ha sucedido como parte de un proceso concretado por el régimen «revolucionario». Un régimen que ha entregado (y robado como nunca en la historia de los países latinoamericanos) nuestras riquezas nacionales. Si los “gringos“ llegaran a entrar a nuestro país, como ya lo hicieron, calladamente, los cubanos, los rusos y los chinos será, no por un plan orquestado por el “imperio” sino por la estulticia concretada en la mala gestión de un régimen corrupto, represivo y hambreador.
20 de octubre de 2019
NOTA: La publicación de este artículo ha sido autorizado por la Dra. en Historia Luz Varela, de la Universidad de Los Andes-Estado Mérida-Venezuela