Por Freddy Riera

Según investigaciones dirigidas por el Dr. Nelson Torres Jiménez, experto en PNL, buscando causas del comportamiento y rasgos de la personalidad que definan a la población penal del país, encontraron evidencias claras que dichas personas, no distinguen el bien, del mal. 

De acuerdo con esas investigaciones se determinó que esa ausencia de sensibilidad para reconocer una mala conducta, de una buena, se va formando desde la infancia.

La conclusión es que quienes crecen en ambientes sin reglas, normas, limites, educación, respeto, consideración, afecto y amor, tienen altísimas probabilidades de terminar en una cárcel.

Las personas carentes de ejemplos positivos, educación y valores, tendrán comportamientos guiados por el instinto de supervivencia. 

De acuerdo con la ley natural, el instinto de supervivencia no reconoce el bien del mal. Es la vida, a costa de lo que sea. Para sobrevivir en condiciones adversas, se necesita fuerza, astucia, determinación y temeridad. La piedad, la consideración, los escrúpulos y el remordimiento son una verdadera amenaza en medio de un entorno hostil.

Se puede afirmar, de acuerdo con ese estudio, que una persona en estado de supervivencia no está adaptada para convivir en un medio donde se penaliza todo aquello que afecte la integridad humana o la propiedad privada.

Estas personas se convierten en una amenaza para la sociedad civilizada. Es por ello por lo que se les denomina «desadaptados sociales».

La humanidad ha evolucionado y hoy día es mucho más civilizada. Hoy se cuenta con gobiernos donde rige el imperio de la ley. El camino recorrido ha sido tormentoso. La guerra, la fuerza y la violencia han sido los métodos utilizados desde siempre para establecer dominios.

La primera república representativa con base en el imperio de la ley del mundo moderno fue la de Estados Unidos, después de su guerra de independencia. En Venezuela, podemos afirmar que apenas fue a partir de 1958 cuando se creó un modelo democrático con independencia de poderes.

A partir de ese entonces, los líderes políticos que tuvieron al frente de esa coyuntura histórica, se encargaron de crear un estado democrático, con elecciones libres del presidente de la república. 

Durante 40 años se trató de crear una cultura basada en valores democráticos, independencia de poderes, libertad, justicia y respeto por la propiedad privada.

A partir de 1998, con la conquista del poder por parte de Hugo Chávez, por medio legales, se inició un proceso de destrucción de lo poco que se había avanzado en la creación de una cultura civilizada con base en principios y valores positivos.

Hoy en día se vive en Venezuela un proceso sistemático de demolición de la institucionalidad de una república y la suplantación, o mejor dicho, del barrido de todo ápice de moralidad y de valores humanos.

El estado ha abandonado totalmente su responsabilidad de control sobre el comportamiento de sus ciudadanos. 

No se vigila el cumplimiento de leyes, decretos ni ordenanzas. El estado permite que sus ciudadanos no observen las más mínimas reglas para conducir vehículos. Permite que ocupen espacios públicos para instalar parapetos, mesas, lo que sea para vender artículos de origen desconocido.

Permite ventas de comidas en aceras, áreas verdes, plazas, sin que se hagan cumplir normas sanitarias ni se respeten los espacios públicos. Permite el comercio ilegal, el contrabando, el incumplimiento de normas de urbanismo, ambientales, sanitarias y de toda índole.

Permite la invasión de terrenos privados y del estado; permite invasiones con fines urbanísticos donde no existen servicios públicos. Permite el robo del agua y electricidad. 

Promueve y apoya la creación de grupos paramilitares llamados colectivos. Es decir, al permitir todo este caos, está promoviendo que en todo el país se produzca un tipo de comportamiento delictual, ya que se ubica fuera de los parámetros y de los límites permitidos en leyes y ordenanzas, afectando a quienes si los cumplen y a todos en general.

La vigilancia permanente es necesaria ya que garantiza que todos los ciudadanos nos comportemos dentro de los límites de libertades establecidos socialmente.

Cada vez que alguien traspasa esos límites está cometiendo un delito. Si nadie observa ni establece correctivos a las pequeñas desviaciones, pronto veremos multitudes haciendo lo mismo, y el resultado será lo que hoy estamos viviendo en Venezuela.

Los saqueos son el resultado de esa permisividad. El alto índice de robos, hurtos y asesinatos que han colocado a Venezuela a liderar este rubro, tiene su raíz en haberlos permitido.

Si el presidente da el mal ejemplo haciendo trampas, mintiendo, ofendiendo, violando la constitución y apoyando comportamientos que se apartan de los límites, entonces está enseñando y promoviendo el caos, el mal y la delincuencia como valor de estado. 

Maracaibo es un ejemplo perfecto para demostrar todo lo que aquí estoy señalando. En la circunvalación uno, puerta de entrada a la segunda capital de Venezuela observamos la construcción de casas en áreas verdes, talleres mecánicos, escombros, basura, ventas de aceites, jugos, frutas, es decir todo un mosaico de irregularidades y violaciones de ordenanzas sin que ningún organismo municipal ni estatal haga cumplir la ley.

Este fenómeno lo observamos en todo el país. Lo vemos en las carreteras. Es más, también se observa en las grandes capitales de América Latina, en la India y en todos los países clasificados como subdesarrollados.

El populismo no es solo demagogia, es también la permisividad y la licencia que le dan al pueblo para que mal entiendan el concepto de libertad.

La política del estado, como responsable por garantizar la igualdad ante las leyes y propiciar la igualdad de oportunidades, debe ser la de cero tolerancias ante desviaciones con respecto a las leyes y ordenanzas. 

La permisividad y tolerancia ante la violación de las leyes, es una forma de promover la desigualdad y el delito, de ahí que el estado sea entonces el responsable porque hoy tengamos un país delincuente.

Hay mucho por hacer, y tal como lo indicó Carlos Cruz Diez, tenemos que re inventar al país. 

Naples-Fl-EEUU

05 de octubre de 2019