¿Democracia, suma de esfuerzos o duelo a muerte?

ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO IV – N° 167.

Estuve viendo algunos números sobre comportamientos electorales recientes en la región. Es interesante lo que allí se puede ver.

Uno de los aspectos importantes es la participación de la sociedad, especialmente en las elecciones de mandatarios y legisladores. En la última elección en primera vuelta en Colombia, fue en esta oportunidad de 54.9% para presidente. La participación para la elección de legisladores recientemente fue inferior, 50 %. En Chile fue de 47% en la primera vuelta y 55% en la final. En las últimas elecciones presidenciales de Perú la participación fue de 70%. En Colombia no es obligatorio el ejercicio del voto.   

Si revisamos de esta cifra los porcentajes con que el candidato ganador se adjudica el favor popular y el triunfo, por lo general están levemente por encima del 50% en las segundas vueltas. Lo anterior significa que de un 100% de la población habilitada para votar lo hacen alrededor del 50 % y el ganador lo es, al adjudicarse el 50% de esa participación. En otras palabras, los mandatarios pueden ser electos por, alrededor del 25 al 35% de la población legalmente autorizada a votar.

Es de extrañar que, a los pocos meses de posesionado un nuevo mandatario en estos escenarios, una encuesta que se haga, representativa de la población, muestre una desaprobación del 50 o 60%?  Que podemos esperar si desde la elección en segunda vuelta, el ganador arranca con una opinión desfavorable de cerca del 50% de los votantes y el deseo de ese 50% de que fracase? Creo que, como un subproducto del esquema de segunda vuelta, se viene acrecentando la polarización entre dos candidatos, no el compromiso de una parte mayoritaria de la población, o la necesidad de negociar para alcanzar esa segunda vuelta y apoyar programas. A mi entender el problema de base es abrir la oportunidad a que, al preseleccionar dos candidatos automáticamente, o los dos son malos y se vota por el menos malo, o por lo menos para la mitad, el uno es bueno y el otro es malo y viceversa. No se ha promovido la opción de uno es bueno y el otro mejor. La opción de “todos ganan” hoy no existe en el juego electoral. Quien gana lo hace a expensas del otro, como en las apuestas, con lo cual, se viene haciendo difícil sumar voluntades para obtener buenos resultados para todos y por lo tanto mantener, después de cierto tiempo, una tendencia de estabilidad política y crecimiento económico permanente.

Pensando un poco en factores clave para tratar de mejorar la situación indeseable de polarización o acciones pendulares que eviten el crecimiento continuo, se me ocurren algunos. El nivel de participación es el primero. Es difícil pensar que las acciones a tomar cuenten con el apoyo mayoritario de la población si solamente eligen el 50% de sus componentes habilitados para hacerlo. Otro factor importante es el compromiso con la búsqueda de resultados que sirvan a las mayorías. Las acciones de descalificación del oponente y no de sus ideas o propuestas, apunta a que no importa cerrar espacios de construcción de soluciones a los problemas, solo la obtención de un apoyo a los “programas” individuales. Otro factor es el respeto. No pareciera muy presente en las campañas la promoción del respeto por la diversidad de pensamiento que se promueve entre los seguidores por parte de los candidatos. En una democracia el pilar fundamental es el respeto por la diversidad de pensamiento en la búsqueda de soluciones y bienestar de la mayoría. Otro aspecto es el liderazgo basado en el modelaje. Se requiere promover mediante el modelaje, los valores que hagan integrar a la población hacia el crecimiento y no hacia la búsqueda del beneficio personal a costa del bienestar de la mayoría. Un aspecto adicional clave es la responsabilidad por los resultados del proceso de selección de candidatos. Cada uno debe hacerse responsable de sus decisiones y darle la importancia que merece, el seleccionar lideres a seguir. No se vale pretender que la responsabilidad siempre es de alguien que engaña.

La visión de un sistema de elección de mandatarios en un marco democrático debería ser entonces: con una participación masiva, mediante el voto responsable, de una población respetuosa de los distintos pensamientos, y comprometida por los resultados, en la elección de lideres que mejor modelen sus valores, con el objetivo de lograr acciones positivas hacia el bienestar general de las mayorías.

No parece tarea fácil llegar a un sistema con estas características. A veces las más loables intenciones pueden crear resultados no necesariamente deseados. El esquema de votaciones donde simplemente gane quien obtenga más votos, puede producir el efecto de elegir mandatarios con porcentajes muy bajos. El esquema de colegios electorales no siempre logra que se elija a quien la mayoría real de la población desea al pronunciarse. El esquema de segunda vuelta que pretende sumar mayor apoyo de votos al reducir a dos los aspirantes finales, aunque loable, puede conducir a polarizaciones que van más allá del acto de votación y ocasionar la obstrucción sistemática de los planes de gobierno propuestos por el ganador. Siempre se habla de la importancia de votar por programas y no por individuos. Esto pudiera percibirse como ideal, si fueran el producto de una suma de ideas con visiones diferentes. También se habla de votar por un candidato “capaz”, lo cual no asegura el mejor programa.

Partiendo de lo que se quiere y de las experiencias, tal vez es posible esbozar mecanismos que puedan ayudar a tener un sistema que tenga menos de apuesta y más de racionalidad.

Se necesita un plan de acción (programa) que sea visto con simpatía y posibilidad de ejecución por alrededor del 70 % de los votantes, si se desea neutralizar la polarización y el deseo de sabotear al candidato elegido. Ese plan de acción (programa) debería entonces ser acordado y dejar de ser el plan de uno de los candidatos. Debería ser el plan de acción del pueblo, de los votantes, que se lo apropien. ¿Como lograr ese plan de acción atractivo y capaz de sumar esfuerzos de la mayoría?

Probablemente, acordándolo antes de la selección final del candidato a ejecutarlo.

Pensemos por un momento que después de la primera vuelta con programas individuales, la legislación establezca que se les exija a los ganadores que pasen a segunda vuelta, que acuerden un programa único. Que además de eso, se les dé un tiempo prudencial para acordarlo. Que la elección final solo se lleve a cabo después de tener ese programa compartido por los dos.

Tratemos de imaginarnos el escenario. Los dos aspirantes que pasen la primera vuelta deben sentarse a definir un programa conjunto para gobernar, que deberá ser cumplido por el ganador. Deben acordarlo a partir de los programas individuales que presentaron en primera vuelta, en un lapso preestablecido, de lo contrario ninguno podrá ser electo. Una vez definido y con el compromiso de los dos, lo exponen al pueblo en detalle, indicando entre otras cosas la real factibilidad presupuestal y de capacidad de ejecución que implica, así como los ministros a seleccionar para que se cumpla. Con estos pasos previos, el pueblo vota la segunda vuelta. Como complemento y para asegurar el compromiso de todos, quien obtenga la mayor votación será el primer mandatario y quien obtenga la segunda votación en esta vuelta, será su vicepresidente o “segundo mandatario”.  ¿Nos imaginamos si el escenario se hace extensivo a mandatarios regionales y locales y sus respectivas comunidades?

¿Democracia, suma de esfuerzos o duelo a muerte?

Como cuando se contrata un vuelo, en cada caso el avión tendrá primer y segundo comandante, aprobados por los pasajeros contratantes, que saben que el plan de vuelo para llegar al destino final será uno solo y que el compromiso de los comandantes, la tripulación y pasajeros es completo porque internalizaron que está en peligro el futuro de todos. Participación, Responsabilidad, Compromiso, Respeto a las reglas, como factores de éxito para un vuelo seguro al destino deseado por todos. ¿OTRA UTOPIA?

WINTER HAVEN – FL – USA

Álvaro Ramírez
Álvaro Ramírez

Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Pennstate y Michigan.  Gerente de logística de abastecimiento de bienes y servicios para operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO en PROCURAMOS, empresa de proyectos, consultoría y asesoramiento a nivel internacional.   

UNETE AL CLUB

¡Se parte de El Candil!

Recibe actualizaciones cada domingo

¡No hacemos spam! Lee nuestra [link]política de privacidad[/link] para obtener más información.

UNETE AL CLUB

¡Se parte de El Candil!

Recibe actualizaciones cada domingo

¡No hacemos spam! Lee nuestra [link]política de privacidad[/link] para obtener más información.

Tu opinión cuenta. Nos permite valorar contenidos.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.