¿Cuánta tierra tienes tu?

ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO V – N° 236.-


En estos días nuevamente las noticias nos dan para continuar viajando, por lo menos en mi caso, por el carrusel o montaña rusa como la llamamos nosotros, de los picos «optimismo/pesimismo» sobre el futuro ya cercano de nuestros descendientes, es decir, de la raza humana. Ese carrusel viene a formar parte del paisaje, más quebrado que nuestra geografía, de la variedad de «profundos pensamientos» de nuestros pretendidos lideres, aunque solo sean mandatarios, sobre grandes temas como la propiedad de la tierra, la «jefatura» de las parcelas y del mundo, lo pecaminoso del capital, el sagrado derecho a la protesta, o lo injusto del uso de la fuerza pública para controlar delitos.

Me asalta la duda, especialmente cuando hablo con jóvenes en formación, si efectivamente lo que estamos oyendo a nuestros pretendidos lideres es hablar de propósitos.

Me han estado llegando anuncios publicitarios promoviendo un pequeño desarrollo para sembrar, mantener y cosechar los productos alimenticios de un huerto en casa. Es una aplicación que controla una instalación de detección del nivel de humedad, grado de maduración, siembra y recolección automática de productos que, en forma integral y coordinada, partiendo de la información captada mediante sensores, genera impulsos que se convierten en acciones mecánicas con el fin, que sumadas con otras similares logren un propósito. En este caso, sembrar, detectar condiciones, regar, eliminar plagas, recolectar, sumadas cumplen el propósito de tener un huerto productivo que satisfaga las necesidades de su propietario, sean estas alimentarse o solo disfrutar el proceso, investigar, o cualquier otro.

¿Estaremos perdiendo el foco, el propósito, y estaremos persiguiendo acciones que no son en si misma un propósito? ¿Los supuestos lideres estarán vendiéndoles a potenciales seguidores, acciones como propósitos? ¿Estaremos diciéndoles a muchos que el propósito es que cada uno tenga un pequeño fundo y que produzca sembrando, manteniendo y recolectando cual robots o compitiendo con robots, cuando el real propósito es producir alimentos en forma competitiva para alimentar al mundo?  

Escuchaba en un debate a un concejal, cuyo mandato es proponer, elaborar y aprobar normas y reglas municipales, quejándose de los países que nos esclavizan y atentan contra nuestra soberanía, suministrándonos tecnología mientras les suplimos alimentos.  Según su concepto, con el que legisla, pareciese que solo los bienes cuestan ser producidos, requieren un esfuerzo, por tanto, tienen un mérito, un precio, pueden ser utilizados como elemento de cambio. Por el contrario, los servicios, según su apreciación, pareciese que el único mérito que tienen es el de servir de herramienta para esclavizar a nuestros pobres pueblos. ¿Solo tendrá valor el trabajo físico para ese concejal? ¿El propósito de los seguidores de ese concejal es que les obtenga un trabajo físico? ¿Cuál será el propósito de la vida del concejal? 

¿El propósito de la llamada y pregonada “reforma agraria” en nuestros países es distribuir la tierra para que cada uno, en forma “justa” según los dirigentes, tenga su pedazo? ¿El propósito realmente importante para las comunidades no debería ser producir en forma eficiente y competitiva, alimentos para la humanidad?

¿Estaremos reproduciendo “verdades” que en realidad son mitos que se han venido transmitiendo de generación en generación y que hoy con la ayuda de la tecnología se está demostrando que se deben cuestionar?

Si volvemos con los ejemplos de lo que pregonan los mandatarios a quien se les ha encomendado la tarea de administrar adecuadamente el producto de los esfuerzos de una comunidad, nos podríamos hacer algunas preguntas: en el pasado un pueblo anduvo errante por el desierto 40 años hasta encontrar una “tierra prometida”. Para qué? ¿Para tener un asentamiento donde producir para sobrevivir? Hoy, con el mundo convertido en una aldea, donde es inevitable depender del vecino o de quien me suministre en forma competitiva los bienes y servicios que necesitamos para sobrevivir; cuando gracias a los avances tecnológicos hemos multiplicado la capacidad de producir alimentos hasta en los desiertos, o sin necesidad de sembrar; cuando el mundo tiene capacidad para producir alimento para 20 o 25% más de población que la que tenemos actualmente;  ¿estamos dispuestos a pelear, guerrear 40 o más años con otros vecinos, porque cada miembro de la sociedad tenga un pequeño fundo donde sembrar y cosechar y ser “soberano”?

¿Hoy cuando la tecnología está reduciendo cada vez más el trabajo físico mediante soluciones “automatizadas” y desarrollo de sofware y hardware que reemplaza al ser humano en tareas rutinarias sistemáticas y hasta ejecutables con inteligencia artificial, podemos seguir pregonando que el propósito es remunerar cada vez mejor el trabajo físico que va en disminución y seguir demonizando el trabajo de servicios por ser intermediario y supuestamente imperialista y esclavizante?  

¿Hoy debemos seguir vendiendo como propósito, el demonizar y disminuir el impacto positivo del capital, cuando tenemos que reconocer que es imposible sobrevivir sin él?

Hoy como propósito podremos seguir vendiendo, aun cuando sabemos que no podemos vivir sin energía y no nos hemos aplicado a buscar y hacer comercialmente posible su remplazo, ¿terminar por decreto la utilización del petróleo?

¿Podremos hoy, seguir utilizando la fuerza pública y la justicia como mecanismo de venganza supuestamente ejemplarizante cuando lo realmente importante debe ser eliminar de verdad que se repita cada oportunidad que se ha convertido en delito?

¿Podremos seguir enfrascados como comunidades en el parroquial propósito de hacernos fuertes guerreros, jefes de la comarca, adquirir equipos bélicos más allá de nuestras posibilidades o someter a quien ose estar en desacuerdo con nuestra visión del mundo creyendo y vendiéndole a los súbditos que cualquier mandatario regional o provincial puede ser el supremo jefe terrícola al menos, o de pronto, universal? La realidad es que no es posible sobrevivir como pequeñas comunidades independientes y “soberanas” cuando el vecino puede cerrar la válvula que me corta el alimento o la energía. Pocos en el mundo conocían el impacto en su desayuno de un país como Ucrania. Asumamos las realidades del mundo aldea y dejemos de aceptar la “camorra” de algunos de nuestros ególatras mandatarios, como estilo de vida.

El propósito mayor de sobrevivir como humanidad no está vinculado al “reparto de la tierra en pequeños fundos o fincas. Está asociado a valorar cada vez más el trabajo intelectual, y entender el real impacto del capital (producto del esfuerzo colectivo de mentes sumando) como inversión en desarrollo, no como gasto, mientras nos desprendemos del trabajo físico, por no ser competitivo con el trabajo automatizado.

Parte imprescindible de ese propósito superior es, sobre todo, entender que puede haber diferentes visiones del mundo, creencias religiosas, historias mitos y medias verdades. La realidad que estamos viviendo, es que cualquier acción, aparentemente aislada del camorrero de turno, puede borrarnos de la faz de la tierra, aunque esta siga girando.



Álvaro Ramírez

Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan.  Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.


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