Memo sobre nuestra industria petrolera                                                    

GUSTAVO CORONEL – EL CANDIL – AÑO IV – N° 169.


Le escucho decir al dictador Nicolás Maduro que Venezuela posee las más grandes reservas probadas de petróleo del planeta, por lo cual nuestro país es la gran solución al problema energético mundial. Agrega el pintoresco dictador que ya el gobierno estadounidense está dando pasos para permitir la exportación de nuestro petróleo, a fin de remediar la crisis de suministro de hidrocarburos causada por la invasión rusa a Ucrania. El dictador ha repetido que PDVSA está produciendo cerca de un millón de barriles (lo cual es una audaz mentira) y que los obreros de la empresa representan la clave para su recuperación, olvidando (o, sin saberlo) que la gerencia, la tecnología y el capital son tres pilares fundamentales para una industria sana y eficiente, todo lo cual no existe en PDVSA.

Informa el dictador que Irán se ha constituido en el principal punto de apoyo de la industria petrolera venezolana, al suministrar gasolinas y diésel para el mercado interno y para diluir el petróleo viscoso de la Faja. Al decirlo, admite que lo que fue un gigante  – PDVSA – es hoy un enano muriendo de hambre y que Irán es quien le da la sopita que le mantiene vivo. Es decir, el total colapso de lo que fue en la época pre-chavista un orgullo nacional. 

Deseo comentar estas declaraciones del dictador Maduro basado en mi condición de geólogo petrolero venezolano con más de seis décadas de experiencia en el sector energético, a fin de que mis compatriotas tengan una versión alterna sobre la situación petrolera del país.

Un buen punto de arranque de cualquier análisis sobre nuestro petróleo es considerar tres parámetros esenciales: (a), la cuantía y calidad de los recursos petroleros existentes en el país; (b), la situación actual y futura del mercado mundial del producto y las fuentes potenciales de suministro, y, (c), la calidad gerencial, técnica y financiera del organismo que tiene a su cargo el desarrollo de ese producto.

(a)   Venezuela posee inmensos recursos de petróleo. Sin embargo, estos recursos han sido manipulados por razones políticas, comprando opiniones técnicas y decretando de la noche a la mañana, como hicieron Hugo Chávez y su cómplice Rafael Ramírez, un incremento de más del 100% en el monto de las reservas probadas de petróleo de la faja del Orinoco. Este decreto anticientífico, como lo dijimos en su oportunidad, se hizo con el propósito de tratar de incrementar el peso geopolítico de Venezuela en el seno de la OPEP y para consumo de la prensa mundial. Esta maniobra funcionó bastante bien con una prensa mundial no versada en asuntos petroleros, pero no en la OPEP, en el seno de cuya organización fue objeto de ridículo y aceleró la pérdida del prestigio que Venezuela tuvo alguna vez. 

Lo cierto es que Venezuela posee reservas  petroleras probadas que son del orden de la mitad de lo que el chavismo-madurismo dice que son, es decir, bastante menores a las de países como Arabia Saudita.  Aunque  la cuantía es apreciable, del orden de unos 150.000 millones de barriles, la calidad de los recursos dista mucho de ser la óptima. Un 75% de esas reservas probadas de petróleo venezolano están representadas por un petróleo de baja calidad, con altos porcentajes de azufre, níquel o vanadio, de altas viscosidades que lo hacen difícil de manejar y de gravedades específicas que exigen que sea refinado en plantas especiales o diluido con hidrocarburos más livianos y costosos, a fin de lograr un producto comercializable. En otras palabras, el petróleo existe pero la mayoría de los barriles son de bajo atractivo comercial 

(b) El mundo en el cual vivimos hoy está cambiando significativamente la naturaleza de las fuentes de energía. Aunque el petróleo y, sobre todo, el gas natural, seguirán jugando papeles de primera línea en la escena energética mundial por un número indeterminado de años (mi estimado es unos 50 años), lo cierto es que la tendencia mundial, ya probablemente irreversible, apunta en la dirección de una utilización incremental de energías limpias y renovables, en lugar de la utilización de combustibles fósiles. Esta es una transición esencialmente inducida por los problemas visibles del cambio climático y ya está en marcha. En ese escenario más probable, el petróleo pesado y contaminante de la Faja del Orinoco luce como aquella bella Florinda del poema de Andrés Eloy Blanco, la que siempre le dijo a los pretendientes que volvieran porque le sobraban flores parta reírse de la primavera. Hoy la Faja está  en su invierno, aparentemente  destinada a quedarse con los crespos hechos.

En paralelo, surgen en nuestro vecindario nuevas fuentes de energía fósil de mayor calidad, como los de la Cuenca Guyana-Surinam, que competirán en un mercado posiblemente decreciente con el petróleo venezolano. Esto es solo un escenario posible, pero debe ser considerado.

(c)  No existe hoy un organismo financiero, gerencial y técnico idóneo que pueda llevar a cabo esa recuperación de la cual habla Maduro. PDVSA está en total ruina, tanto en el aspecto financiero, como en el aspecto técnico y, sobre todo, en el aspecto gerencial. El cuasi- analfabeta de Miraflores pretende que una empresa, de naturaleza internacional y en necesidad de competir con las grandes corporaciones energéticas mundiales, sea manejada por los obreros. Al decir esto el dictador no solo condena a PDVSA a la ruina permanente, sino que prostituye el papel de la clase obrera, la cual lleva a cabo una labor digna y necesaria en todo sitio donde exista una lógica distribución de responsabilidades.  

Más allá del análisis

Cuando el dictador y su pandilla chavo-madurista sean expulsados a patadas del poder se abrirá a la industria petrolera de Venezuela una ventana para su desarrollo que estimo en unos 40-50 años. En ese período una industria petrolera bien gerenciada pudiera razonablemente estabilizarse en una producción de unos 2.5 millones de barriles diarios, más o menos 0.5 millones de B/D, a fin de complementar una economía de modesto tamaño, la cual necesita ser crecientemente diversificada.  Tendríamos que tener una primera etapa de recuperación del desastre encontrado que podríamos estimar en unos 6-8 años, durante los cuales será necesaria una intensa interacción con el sector petrolero internacional para lograr que se establezcan en Venezuela.

Para ello será necesario descartar mitos estatistas que nos han sido inoculados desde los tiempos de la Generación del 28.

Amigos todos:

La soberanía petrolera no requiere, como argumentan los mitómanos patrioteros a lo Chávez que nos han llevado al desastre, del control total de la operación petrolera. Lo que si requiere es un control inteligente de los procesos y operaciones de la industria, el cual puede ser obtenido de manera eficiente ejerciendo  monitoreo, regulación  y supervisión profesional por parte de los dueños del recurso, es decir, nosotros los venezolanos.  

Cuando vuelo no exijo tomar el timón en las manos ni siquiera ir en la cabina de mando, simplemente me informo los pilotos han sido bien entrenados, si los equipos están bien mantenidos y si la línea aérea tiene una excelente reputación.  No me montaría en un avión de Moruy Airlines. Volar ha resultado la manera más segura de viajar.


NOTA DEL EDITOR: Artículo publicado originalmente en la página «Las armas del coronel» y es compartido en «El Candil» con autorización de su administrador y autor.


El Candil – Gustavo Coronel – Año IV – N° 169

Gustavo Coronel
Gustavo Coronel

Geólogo y politólogo venezolano. Grado y post grado Universidad de Tulsa, Universidad Central de Venezuela, Harvard y Johns Hopkins. Fundador Directiva Petróleos de Venezuela. Asesor Banco Interamericano de Desarrollo, Director de la CVG. Diputado al Congreso Nacional Venezolano.

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