ROBERTO RACHEWSKY – EL CANDIL – AÑO V – N° 236.-
Matar niños es el principio del fin de un pueblo que quiere exterminarse a sí mismo. Lo que muchos se niegan a creer es que Hamás no dudaría en atacar a Israel si Israel utilizara a los niños palestinos como escudos humanos. El odio de los terroristas hacia Israel es mayor que el amor que sienten por sus propios hijos.
Israel es reacio a bombardear de manera abrumadora, porque su moral dice que debe proteger a los civiles, especialmente si son niños. Hamás utiliza esto para protegerse y seguir atacando a Israel como siempre lo hace.
Israel sabe que Hamás, además de utilizar a su pueblo como escudos humanos, también está utilizando a niños y adultos secuestrados en Israel el 7 de octubre, si es que los bárbaros no los han matado ya para saciar su crueldad atávica.
El dilema al que se enfrenta Israel ya ha sido sentido por el padre israelí que, cuando se le preguntó cómo se sintió cuando se enteró de que su hija de ocho años había sido asesinada, respondió: «Me sentí aliviado. Sería mucho peor si estuviera en manos de estos matones».
No hay equivalencia moral entre las víctimas y sus agresores. Israel defiende la vida, la libertad, la paz y la justicia. Hamas representa el dolor, la muerte, la nada. Israel es el bueno, Hamas es el malo.
Cualquiera que quiera equiparar lo incomparable, cualquiera que quiera relativizar el mal con racionalizaciones falaces, es monstruosamente estúpido.
Hay más de un millón de árabes viviendo en Israel. Hamás mataría a todo el mundo si resultara en el exterminio del pueblo judío.
En Israel, más de 20.000 palestinos de Gaza entraron a trabajar. En Gaza no ha habido judíos desde 2005, hasta que Hamas secuestró a niños y adultos para que sirvieran como escudos humanos. La cobardía de Hamás es tan grande como su perversidad.
Roberto Rachewsky
Empresario y articulista.