ENFOQUE LIBERAL – EL CANDIL – AÑO III – N° 152.
El presente estado de insensatez e irracionalidad que permea la educación y la cultura está generando cada vez más profesionales que no saben pensar y que prefieren repetir dogmas cuyos efectos en materia política, económica y social cumplen aquello de lo que hablaba Bastiat acerca de lo que se ve y lo que no se ve.
Por un lado, promueven ideas «novedosas y atractivas» que prometen «justicia social» por medio de Estados benefactores cada vez más grandes y que, en consecuencia, gastan más recursos, a la vez que ejercen más controles sobre la sociedad y el mercado.
Aseguran que sus propuestas van a generar «igualdad en prosperidad» para todos (lo que se ve), pero deliberadamente ignoran la fuente que hará todo eso posible así como las consecuencias de tales políticas (lo que no se ve).
En un contexto así, es claro que la opinión de un especialista en el campo, como puede ser un economista, no es válida por el hecho de ser un economista quien la esgrima, y mucho menos será una opinión lógica porque adornó su discurso con la retórica apropiada que le da un falso revestimiento lógico.
Ninguna política orientada al gasto, a la redistribución de la riqueza por parte del Estado, al endeudamiento, a la emisión monetaria indiscriminada, a la planificación centralizada y a la consecuente obliteración de libertades individuales puede ser buena, en ningún caso y bajo ninguna circunstancia.
Nada que requiera del perjuicio de unos para el beneficio de otros puede ser algo positivo ni moral.
