ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO IV – N° 195.-
Termina el mundial de futbol. Es asombroso por decir lo menos, el nivel de atracción e importancia que ha llegado a alcanzar este deporte. Las estadísticas de cantidad de aficionados movilizados, dinero envuelto, infraestructura, horas de transmisión, artículos comercializados, son impresionantes.
Aficionados, dirigentes, jugadores, técnicos, administradores, lo mismo que medios y trabajadores de apoyo, unidos por un mismo objetivo: Tener un espectáculo sustentable en el tiempo, que sea negocio para todos. Lo más importante como eje central es el desempeño en la cancha y el esforzarse por dar buenos resultados aceptando y comprometiéndose con los mecanismos preestablecidos para zanjar las discrepancias,
Creo que difícilmente alguien se imagina un partido sin arbitraje y sin acatamiento de las reglas, que van mucho más allá de la cancha, bajo las cuales todos los participantes compiten y a cuyos veredictos se acogen. Valga el ejemplo de los cuartos de final y las sanciones de esta versión 2022.
Ejemplos sobran de funcionamiento del entramado de este deporte: El desacuerdo entre jugadores y técnicos se paga con equipos que no dan buenos resultados en la cancha y aficionados que retiran el apoyo y son descalificados por no obtener los resultados esperados. Dirigentes deshonestos, finalmente pagan con cárcel sus desviaciones. Equipos sin resultados pierden las pautas publicitarias. Medios tendenciosos pierden sintonía y pautas. Jugadores sin resultados, o que no se comportan adecuadamente en los campos, pierden valor en el mercado. Hinchas de mal comportamiento son rechazados por la mayoría de los aficionados y se le prohíbe la entrada al espectáculo. Arbitro que no es imparcial, no tiene carrera.
Otro ejemplo de sociedades sustentables. Son las asociadas a las creencias religiosas o a la investigación científica en sus diferentes ramas. En algunos casos son organizaciones milenarias, con reglas claras con las cuales se comprometen sus miembros y a las cuales se someten como creyentes. Siguen siendo organizaciones a nivel mundial, sin fronteras, sin mucho distingo de clases, sostenibles (rentables) y con su estructura organizacional perfectamente definida, claramente piramidal.
¿Estamos hablando de sociedades perfectas, que funcionan impecablemente sin desviaciones errores o actuaciones indebidas de sus miembros? No. Como organizaciones conformadas por seres humanos, están sometidas a su capacidad de discernir y de cometer errores o llevar a cabo acciones malintencionadas.
Penas han sufrido máximos dirigentes por estafar la buena fe de los fanáticos que son quienes mantienen el espectáculo o las agrupaciones religiosas o científicas. Suspensiones, expulsiones, castigos pecuniarios, cancelación de contratos, son ejemplos de procedimientos aplicados para evitar la repetición de las desviaciones. Sin protagonismo de mesías vengadores, sin manipulación de los medios, sin un ejército que tome partido y sirva de “juez” de hecho. Simplemente aplicando las reglas acordadas con el apoyo ampliamente mayoritario de los miembros de la organización puesto de manifiesto claramente. ¿Negocios? Si, pero con el interés de todas las partes, que saben que sin el aporte de cada uno no hay espectáculo y cumplimiento de objetivos, sean estos económicos, espirituales o intelectuales.
¿Qué tienen en común la organización deportiva del futbol y las organizaciones religiosas o científicas? La comunidad de objetivos puede decirse que es un elemento aglutinador importante. Otra característica común es la existencia de reglas claras, respetadas por los interesados, fanáticos, afiliados, participantes, clientes o como se quiera llamar a sus miembros e interesados. Otra característica y muy importante es la posibilidad de exclusión de las minorías indeseables que pongan en peligro la sostenibilidad de la comunidad como tal. En otras palabras, sus mecanismos de eliminación de peligros internos (para poder ser fuerte ante amenazas externas) o lo que es lo mismo, la administración de justicia. En esas organizaciones no hay lugar para las polarizaciones, a pesar de la libertad de afiliación de sus miembros. No piensan todos igual en todo, pero en los principios y valores básicos que cohesionan y se reflejan en los objetivos comunes, no hay lugar para una disidencia interna significativa sin que, como cuerpo, la comunidad lo supere con sus mecanismos y herramientas previamente acordados y aceptados.
Adicionalmente hay una característica de estas organizaciones que las hace fuertes y sostenibles en el tiempo. Su capacidad de adaptarse a los cambios.
Cuando se habla generalmente de la capacidad de adaptarse a los cambios, probablemente se piense en respuestas inmediatas ante amenazas o hechos puntuales. La verdadera capacidad de adaptarse a los cambios estriba en cómo administrar la modificación de sus reglas, comportamientos y administración de justicia para enfrentar los cambios en el medio en que funcionan. En esa administración de los cambios es muy importante mantener el apoyo y confianza de sus miembros en sus instituciones, en su capacidad de ejercer cada uno la labor a que se ha comprometido y mantener la cohesión al introducir las modificaciones a las reglas que rigen el funcionamiento.
A pesar del nivel de importancia que ha llegado a ocupar en el mundo la pasión del futbol, esta semana no ha sido la excepción en cuanto a la captación de atención, de eventos relacionados con la forma en que los pueblos se dan sus mecanismos de convivencia, eligen sus representantes y dirimen sus desacuerdos en la vida diaria. Fiesta mundial vs caos regionales de impacto global compiten en los medios.
Presidentes y expresidentes juzgados y condenados. Manifestaciones con violencia y muertos. Declaraciones desafortunadas y evidencias de incapacidad de dirigentes políticos y pretendidos líderes, que hoy se vuelven virales ante la inmediatez de las comunicaciones. Crónicas de guerra alrededor del mundo en la lucha por el poder. Todos ellos, (compitiendo con las noticias refrescantes del desarrollo de una justa deportiva global como es el mundial de futbol) ilustrando que con los mismos individuos es posible obtener resultados totalmente opuestos, combinando sus sentimientos, pasiones, intereses y comportamientos en esquemas de organización diferentes.
Las organizaciones políticas (partidos) pudieran ser un ejemplo también de sostenibilidad y funcionamiento de las sociedades que los conforman con el fin de vivir en armonía.
¿Porque los resultados son tan diferentes?
Podemos decir que comparten objetivos comunes como grupo, (aunque a veces claramente declarados como alianzas temporales que nada tienen que ver con valores de fondo) promulgan (casi que por obligación) estatutos, normas de funcionamiento y hasta mecanismos de administración de justicia internos
Los cambios en las organizaciones estables no pueden ser producto de reacciones espasmódicas, puntuales y perdiendo la visión de conjunto de los intereses de las mayorías significativas de sus miembros.
Las agrupaciones políticas, aunque también han devenido en “negocios” no han cultivado el mantenimiento de objetivos sólidos a largo plazo. No se esfuerzan para brindar a cambio del sostenimiento del negocio, la posibilidad de concretar las ilusiones que prometen para sus miembros. Un “negocio” bueno es aquel que es bueno para todas las partes. El famoso “ganar-ganar” del que se viene hablando hace cierto tiempo. Probablemente uno de los factores asociados es que no logran motivar en mayorías significativas de miembros, la pasión que los lleve a participar masivamente, (miremos los porcentajes de participación ciudadana en los eventos cívicos) aunque si mantienen los objetivos a corto plazo de sus dirigentes (no lideres, porque logran cada vez menos seguidores proporcionalmente) y venden ilusiones de ganancias ocasionales inmediatas introduciendo cambios significativos y radicales en corto tiempo. “Cambios Revolucionarios Puej” con muy poca inversión, (a veces hasta ingresos) con solo votar.
Unidad de valores, creencias, permiten acordar objetivos comunes. Buenos o malos, temporales o permanentes, aunque difícilmente una sociedad con pretendidos objetivos a largo plazo podrá desarrollarse y crecer basándose en valores “elásticos” como soporte a objetivos temporales, según conveniencias a corto plazo.
¿Como puede una sociedad con una participación menor a las dos terceras partes de sus miembros, basada en propuestas de cambios revolucionarios, soluciones inmediatas a problemas centenarios, y promesas de imposición a quienes no piensen igual, construir un futuro? Como decía un famoso científico, “los seres humanos son los únicos que esperan que haciendo lo mismo van a obtener resultados diferentes”
Eso lo que produce es la proliferación de partidos como franquicias con los resultados que seguimos viendo cada semana. (Hasta 18 candidatos de “organizaciones llamadas partidos” para la posición de primer mandatario en unas elecciones) Sociedades atomizadas alrededor de valores que no lo son tanto, con ilusiones utópicas sin acción y sentimientos de frustración por la negativa a reconocer sus culpas y tratar de endilgárselas a otros, sus escogidos mesías.
Nuestro equipo, es aquel que teóricamente nos gusta que juegue limpio, que compita en la cancha y no en los medios de comunicación, que no se preste para componendas, que trabaje mano a mano con el técnico y directivos. Dejemos de pensar que, sin nuestra asistencia al estadio, sin que expulsemos a los hinchas violentos y tramposos y sin que nos obliguemos a respetar a los demás hinchas va a ser exitoso y nos va a brindar un buen espectáculo con resultados favorables.
Enseñemos a nuestros descendientes lo que nos ha costado sangre aprender. Que como en el deporte, con juego sucio, intereses individuales a corto plazo, y no participación, no se llega a las finales y al podio de los reconocimientos. Por el contrario, seguiremos desilusionándonos y viendo a nuestros pretendidos “lideres”, tarde o temprano pagando las trapisondas que nos empeñamos en no ver a tiempo. Es decir, no tendremos más sus “partidos’.