El país que soñamos

ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO V – N° 240.-

Creo difícil que quien lea este artículo, no haya oído anteriormente la oración que formulamos como título. Líderes y personas del común, en cualquier conversación o entrevista, terminan hablando del país que soñamos. Pareciera que es implícito que todos soñamos con el país ideal, igual para todos. O al menos para una abrumadora mayoría que lo haga funcionar.

Algo más allá de la belleza del terruño y las añoranzas de sitios y vivencias. 

En este caso y ante el interés de todos, se puede plasmar y pregonar el país de los sueños para esa mayoría abrumadora (Calificada, como lo dirían los buenos demócratas que nos declaramos todos) y partiendo de allí, fijar metas que lo reflejen, así como el esfuerzo para lograrlo

Claro, al hacer una pequeña exploración encontramos fácilmente discrepancias entre el país ideal de unos y el de otros. No solo eso, también es fácil reconocer que el país de los sueños es producto de experiencias y estilos o circunstancias de vida, experimentadas por cada uno de los soñadores.

Es bueno resaltar el convencimiento que los sueños solo se convierten en metas al tomar acción, de lo contrario solo son ilusiones.

Se convierte en un reto entonces, definir lo que aparentemente es muy fácil: el país con que sueña la mayoría y como tal, por el que estaría dispuesto a trabajar, evitando así, que solo sea una ilusión.

¿Como encarar ese proceso?

En las empresas que se preocupan por la formación de su gente como elemento clave para lograr el éxito, recuerdo una acción de formación que prácticamente era mandatoria cuando se iniciaba el ascenso a ocupar posiciones de supervisión. Solo con el título se hacía atractiva para alguien con deseo de progresar: “análisis de problemas y toma de decisiones”. Esa acción enseñaba como metodología de partida, analizar el problema desmenuzándolo en grupo, antes de caer en la tentación de formular posibilidades “mágicas” o “simplistas” diría yo, de solución. Esa metodología, define el problema, dedicándole un esfuerzo significativo a establecer claramente en las áreas que se prestan para ambigüedades, AQUELLO QUE NO ES el problema.

En el caso que nos ocupa, el objetivo es definir las acciones a tomar para alcanzar el país soñado. Para ello, el primer paso es establecer si tenemos un país soñado. No podemos seguir tratando de nuclear gente alrededor del país soñado, sin saber qué es, o cuál es.

Cualquiera puede decir, que saber cuál es el país soñado es muy fácil. Supuestamente todos lo sabemos: Seguro, lleno de oportunidades de trabajo, donde no haya pobreza, donde se respete el derecho de los demás, donde todos tengan derecho a la salud. Basta que un líder popular enuncie esa lista y establezca un programa para dar salud gratuita, se remunere bien a todos los trabajadores, se le cubra todas las necesidades a quien caiga en pobreza, se respeten todos los derechos y eso sí, que tenga soberanía y nadie nos diga que debemos hacer. Ese líder, con el adecuado mercadeo, seguramente logra que la población le dé el encargo de ponerlos a vivir en ese país soñado de cada uno, para dedicarse a disfrutarlo, después del esfuerzo de elegirlo.

La definición de, si sabemos qué o cuál es el país soñado para la gran mayoría que se necesita que trabaje para alcanzarlo, se puede basar en la formulación de una serie de preguntas para confirmar las características que debería tener.  AQUELLO QUE NO ES, para establecer el QUE ES

Tratemos de hacer un pequeño ejercicio para conocer más o menos la complejidad de definirlo:

¿Las siguientes, podrían ser algunas de las características de ese país soñado por todos?

  • ¿Un país donde no se pague impuestos, porque el país es muy rico?
  • ¿Un país donde la energía sea gratis porque se produce?
  • ¿Un país donde haya suficiente policía para que nadie cometa faltas?
  • ¿Un país donde una mano militar ponga Orden?
  • ¿Un país donde la familia pueda heredar el poder?
  • ¿Un país donde cada quien tenga derecho un pedazo de tierra?
  • ¿Un país donde el gobierno fije los precios para que no sean tan altos?
  • ¿Un país donde el dinero público subsidie las vacaciones y sus gastos?
  • ¿Un país donde cualquiera que esté en desacuerdo tenga el sagrado derecho a la rebelión?
  • ¿Un país donde las costumbres ancestrales por el solo hecho de serlo, se deben mantener?
  • ¿Un país donde la justicia es buena si sus fallos me favorecen?
  • ¿Un país donde no se debe votar porque no vale la pena?
  • ¿Un país donde cada uno pueda ser libre de crear un capital con su esfuerzo sin divulgar su origen monto o destino?
  • ¿Un país donde no exista la corrupción?
  • ¿Un país autónomo y soberano que no dependa de nadie?
  • ¿Un país donde se deba aceptar la ilegalidad para que pueda subsistir?

Sirva la lista anterior solo como ejemplo de las cosas a preguntarse para perfilar características.

¿Si se hiciera una encuesta, podrían ser estas las características que perfilan el país soñado, aclamado y esperado, como la tierra prometida, por la gran mayoría? 

El resultado también podría ser, que tenemos un NO ES, que les gusta a muchos por diversos motivos y experiencias, pero no a la mayoría abrumadora necesaria para convertirlo en ideal.

La siguiente gran pregunta podría ser, tratando de emular la metodología de analizar el problema antes de formular soluciones, si Ud. está claro en el esfuerzo que se requiere para cumplir cada una de las características. ¿Cuál es el tamaño de ese esfuerzo? Cuanto estaría cada uno dispuesto a invertir, apostar, dedicar, ¿para alcanzar el país soñado definido como tal?

Ud. estaría dispuesto a invertir el futuro suyo y el de sus descendientes en un país con estas características si son definidas como supuesta parte del PAIS SOÑADO?

¿En esta época de elecciones que afectan a una cantidad significativa de latinoamericanos, estaremos haciendo a conciencia el ejercicio individual del país soñado para nuestros descendientes?  ¿Estaremos aclarando los NO ES vs enunciados vagos, ambiguos, que, aunque pudiesen ser preñados de buenas intenciones, no permiten definir planes de acción?

Como cuenta la historia sagrada que hizo Abraham, ¿estaría Ud. dispuesto a apostar a su hijo ante el mandato divino de un nuevo pretendido mesías siglo 21?

Yo debo confesar que no. Ya he vivido por más de 20 años las consecuencias de esa apuesta que hizo una precaria mayoría que se empeñó en no definir el problema y prefirió saltar a pretendidas soluciones mágicas.

¿Tenemos más generaciones para desperdiciar?

Álvaro Ramírez

Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan.  Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.

UNETE AL CLUB

¡Se parte de El Candil!

Recibe actualizaciones cada domingo

¡No hacemos spam! Lee nuestra [link]política de privacidad[/link] para obtener más información.

UNETE AL CLUB

¡Se parte de El Candil!

Recibe actualizaciones cada domingo

¡No hacemos spam! Lee nuestra [link]política de privacidad[/link] para obtener más información.

One comment

Tu opinión cuenta. Nos permite valorar contenidos.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.