ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO IV – N° 187.-
En estos días leyendo algunos artículos a propósito de los retos que se presentan en la actualidad con la educación de los hijos, me he encontrado con diversas historias y situaciones que probablemente son para algunas personas como es mi caso, por decir lo menos, extrañas, considerando las experiencias vividas.
Leia ayer el caso de unos padres que sufrieron la destrucción de su casa como venganza de su hijo de 14 años, por haberlo “castigado” reteniéndole el celular por una falta grave, atacar un compañero del colegio. También leía un poco de los populares retos que mayormente los “valientes” jóvenes de 10 a 19 años adoptan en las redes. Uno de ellos es comer pollo en “salsa” de un medicamento, que puede causar daños en el hígado, usado inapropiadamente. Otro reto consistía en lamer un baño público durante la pandemia. Desaparecer un par de días sin que nadie sepa donde se encuentran y últimamente, comer alimentos con su empaque. Ya no es muy extraño encontrar jóvenes que asisten con armas a su escuela, que se enfrentan con armas en las afueras de las instituciones, atacan a un profesor o alguna otra autoridad o compañero de estudios, en grupos que más parecen bandas de maleantes, que jóvenes en formación como futuro y esperanza de la sociedad. También encontramos jóvenes que vandalizan bienes privados, infraestructura pública del uso de todos y atacan a víctimas indefensas como niños o trabajadores que tratan de ganar el sustento trabajando, simplemente por el hecho de no tener las mismas ideas o percepción del mundo.
Por otro lado, tenemos ejemplos increíbles de jóvenes de las mismas edades, emprendedores, utilizando las mismas o menos herramientas que los anteriores y en condiciones iguales o más desfavorables que los anteriores y que aun en estas condiciones empiezan a brillar con luz propia y se convierten en ejemplo para la sociedad. Estudiantes de varias universidades de Venezuela, públicas y privadas, participaron en la edición 2020 del Modelo Naciones Unidas de Harvard. Ese año su centro de estudios logró el reconocimiento a la mejor delegación internacional. Al cerrar la frontera entre Colombia y Venezuela, los niños para estudiar se vieron en la necesidad de cruzar por rio y trochas con tal de no perder su oportunidad de estudiar a pesar de las “autoridades”. Según reportaje publicado en la revista Semana, en el 2018, 109 estudiantes colombianos estudiaban en Harvard. Algunos de ellos de extracto muy humilde y la gran mayoría con becas debido a sus resultados académicos y formación integral. Algunos de ellos no pasaron las pruebas meramente académicas en sus universidades de origen, otros hicieron más de un intento hasta lograr el objetivo
Es un hecho como dice uno de ellos que “en una carrera de 100mts a unos nos toca correr 200, pero con disciplina y sacrificio, podemos competir y llegar”.
Como profesionales ya en su vida de trabajo productivo remunerado, vemos a jóvenes de nuestros países dando brillo al gentilicio como capitanes de empresa, científicos dando instrucción en diferentes instituciones, o formando parte de proyectos y programas espaciales, de salud, o financieros.
¿Podemos tener alguna idea de cuál es la diferencia entre esos grupos de jóvenes? ¿Solo la disciplina y el sacrificio? ¿Jalonado por qué? ¿Automotivación? ¿Con que información?
A mi modo de ver, el secreto es nuevamente EDUCACION, en lo que podríamos seguramente calificar de, algo así como un círculo virtuoso. Cuando menciono Educación, así con mayúscula, no me refiero solo a conocimientos únicamente académicos transmitidos por especialistas. Estoy hablando de formación integral, la cual comprende Valores y Principios.
Algunos formadores de estos jóvenes fueron obreros, trabajadores con poco nivel académico o empleados de bajos ingresos. Sin embargo, todos claros en la necesidad de generar en sus descendientes, hijos o simplemente pupilos, algunos aspectos muy importantes, entre los cuales destaca para la mayoría de ellos el PROPOSITO, la CONFIANZA en el valor del esfuerzo, pero, sobre todo la ACTITUD de hacerse responsable por sus acciones y su vida. Con esas armas, a pesar de gobiernos, adversidades, limitaciones no solo económicas sino hasta físicas, el segundo grupo desarrolla su vida con determinación.
Solo basta entrevistar a exponentes de estos grupos diferentes de jóvenes y algunos de sus ductores para hacer un poco de claridad sobre el comportamiento y sus resultados, sean estos como individualidades o como sociedad.
¿Cuáles se dedican a vandalizar o agredir esperando que alguien les dé lo que supuestamente les garantice lo que consideran su vida exitosa? ¿Cuáles ofrecen algún compromiso con la sociedad a cambio de las oportunidades de aplicar su esfuerzo hacia la obtención del propósito? ¿Cuáles luchan por sus derechos presentando resultados de sus deberes y compromisos? Cuales son terreno fértil para los falsos mesías que prometen solucionarle los problemas sin solicitarles nada a cambio y les asegura que independiente de la actitud, compromiso o esfuerzo, todos somos iguales y podemos ejercer los mismos derechos, ¿solo con el deseo del mesías de turno?
Es un hecho incontrovertible que no somos iguales. No nacemos iguales.
Si mido dos metros y peso 100 Kgrs me va a ser difícil adoptar como profesión la de jockey, o si mido 1,60. difícilmente voy a poder convertirme en jugador de la liga profesional de baloncesto de USA. Si nací en el caribe muy seguramente debo aplicar normas de construcción de mi vivienda diferentes a las que aplica Bolivia frente a los huracanes.
No somos iguales, aunque algún ministro de nuestros países se empeñe que los demás países deben disminuir su crecimiento para que nuestro país crezca y su presidente exija que lo traten como igual o declare que podemos y debemos empeñarnos en obtener la soberanía alimentaria cultivando o criando al costo que sea, nuestros alimentos. Me imagino la soberanía alimentaria que debería exigir Bolivia respecto al pescado en su dieta, o Colombia y Venezuela criando salmón. Me imagino la exigencia y la obligación de la sociedad de satisfacerle a un joven daltónico su deseo de ser pintor profesional.
Debemos entender como sociedades, que de nuestro esfuerzo depende que podamos superar las diferencias y aprovechar las ventajas competitivas. Solo con ese esfuerzo, disciplina y propósito, ha podido Japón superar su falta de tierra. Holanda su situación frente al mar. Suiza sus montañas majestuosas. Los países caribeños sus huracanes y Canadá sus casi 6 meses nevando. Nuestros países, también parece que deben superar algo: la gran dificultad de aprender a administrar, sus diversas riquezas minerales, su diversidad biológica, su multiplicidad de climas, sus accesos directos a los océanos y su abundancia de recursos hídricos.
A pesar de nuestras condiciones mayormente privilegiadas, debemos convencernos que no hay éxito como individuos o como sociedad si no nos aplicamos a hacer norma la transmisión de valores y verdadera formación de nuestras nuevas generaciones y seguimos pregonando falsas igualdades convenientes para privilegiar derechos sobre obligaciones. De nosotros depende cultivar el verdadero cambio y no solo el de apariencia. Privilegiar y saber reconocer y premiar los ejemplos que dan brillo al gentilicio y condenar claramente sin rodeos, aquellos de los cuales debemos sentirnos avergonzados. No caigamos en la tentación de pensar que los ejemplos nos lavan la cara y nos hacen ejemplares a todos y que no necesitamos TODOS, cultivar PROPOSITOS nobles, DISCIPLINA, ESFUERZO, RESPETO y sobre todo RESPONSABILIDAD por nuestros actos y decisiones.
Empeñémonos en superar el reto, ese si inteligente, de cultivar valores.
Sembrar VALORES, para lo cual las series que se transmiten NO colaboran, porque en su gran mayoría son «ESCUELAS PARA DELINQUIR»…. GRACIAS