El sermón de la montaña: Consuelo y humildad

Nervis NavaEl Candil Pedregalero – Año II – N° 69 – Sábado, 11 de julio 2020.-

“Bienaventurados los que lloran: Porque ellos serán consolados”

Jesús de Nazareth

Ante situaciones difíciles, es normal escuchar a las personas expresar …”Hay que tener resignación, es la voluntad de Dios”….algo así como que, eres ricamente bendecido con tener tragedias y sufrimiento  porque tu recompensa la tendrás en un cielo futuro…¿…? Lo que podemos interpretar como que no hay otro camino para alcanzar el “cielo”  que el dolor y el sufrimiento, y  lo más lamentable es que todo ese trágico mensaje se hace en nombre de Jesucristo.

Pero eso no es lo que Jesús tenía en mente sobre esta “actitud de ser” su mensaje no fue que al ser humano le fuera necesario sufrir o experimentar tragedias; porque no puede  haber sufrimiento ni sentido de  tragedias cuando se alcanza a comprender el sentido de la Divinidad, de allí la importancia de la frase “Conócete a ti mismo”,  y sabrás que tienes la fuerza de controlar cada circunstancia que enfrentas, sin caer en los extremos de la desolación, donde se genera la lástima.

Si bien es cierto, el ser humano está preparado para vivir a plenitud cada etapa de su vida, no es menos real que en el camino de la evolución del Ser Espiritual,  deberá pasar por algunos eventos que escapan de su control, porque forman parte de situaciones que traemos preparadas para superar, trascender y elevarnos en estatura espiritual; por ello la importancia de ocuparnos en una preparación interna para cultivar la Fortaleza y la Humildad, como “Actitudes del Ser” para superar esos eventos.

“Aumentarás mi grandeza y Volverás a Consolarme”

Salmo 71

Parte de esa preparación la podemos obtener al  convertirnos en personas con una conducta “coherente” que nos permita fortalecer el carácter y comprender que aunque hayan experiencias que nos sacan de nuestra zona de comodidad, ellas forman parte de la vida, para nuestro aprendizaje y crecimiento, no como un estigma o como un castigo, sino como una oportunidad de superación;  donde el apoyo y consuelo de Cristo siempre está presente en los cambios de la vida, para elevarnos sobre cualquier incomodidad, más no tomando esa experiencias como un castigo, sino teniendo la certeza de que aunque en un segundo, todo puede cambiar, la vida es eterna, y que en nuestra naturaleza divina no existe la pérdida y ese es nuestro consuelo.

Muchas personas rehúsan abrir sus mentes a la Verdad hasta que se sienten contra la pared, hasta que están de rodillas, es en este caso cuando la pena resulta como oportunidad y  bendición para que pueda surgir del hecho de que en la desesperación del sufrimiento se debe comprende que debemos dejar ir cualquier emoción o pensamientos sobre que es voluntad de Dios, hacernos pasar por momentos de angustia y desesperación; sino tomar esos momento para superarlos  tomando  conciencia precisamente de la presencia de Dios mismo dentro de nuestro Ser.

Jesús nos enseñó que al resistirnos  a la Verdad de nuestra Divinidad, nos exponemos a enfrentarnos a que nuestra vida sea devastada por el sufrimiento, porque ese el fruto de pensar equivocadamente y aceptar que la enfermedad, el dolor y el sufrimiento son la voluntad de Dios es lo más lejano  de la Verdad; lo que si nos dijo Jesús es que a través del dolor llegamos a experimentar la presencia de Dios; más no es porque sea esa la voluntad de Dios.

No es cierto que Dios envíe problemas al hombre, ni que no se pueda alcanzar el cielo sin retos. Sin embargo, lo humano en nosotros tiende a estacionarse en hábitos y rutinas y a resistir el crecimiento que exige el potencial en expansión de nuestra propia Divinidad.

Es por ello que cuando nos llega una experiencia dolorosa, podemos tomarla como una “bendición fortuita” que nos recuerda que debemos “activar” el don de Dios en nosotros; y una forma de poner en práctica esta segunda actitud del Ser, puede ser a través de reconocer: “Yo estoy agradecido por los retos que me llevan más allá de la adversidad y a superar esta oportunidad que Dios me ofrece

HUMILDAD

“Bienaventurados los mansos: porque Ellos recibirán la tierra por heredad”

Jesús de Nazareth

Cuando Jesús se refirió a la “mansedumbre” se estaba refiriendo a una actitud hacia Dios, y en eso él era humilde al reconocer que …“por mí, nada puedo hacer”, reconocía que Él era solo el hijo de un carpintero, pero encontró su unidad espiritual con Dios y con este descubrimiento había encontrado los secretos del universo.

Se tiene una anécdota del gran tenor Roland Hayes, cuando antes de salir al auditorio en un concierto, se detenía con los ojos cerrados en un minuto de silencio, y al ser interrogado sobre ello, admitió que oraba respondiendo: “Simplemente me aquieto y en actitud receptiva digo: Señor, eclipsa a Rolan Hayes, para que la gente pueda oírte solo a Ti”…esa es la mansedumbre a la que se refiere Jesús.

La mansedumbre es una sensibilidad o entrega de conciencia a la influencia de algo. Cuando Jesús dice “Bendecidos son los mansos” no quiere decir entrega a personas, sino a Dios. El mejor conductor de electricidad es la substancia que es menos resistente al fluir de la corriente eléctrica. De igual manera, el mejor conductor de poder divino es la persona que no se resiste al fluir del poder divino; y esa es una actitud que se genera en la convicción de que Dios es siempre la respuesta a las necesidades humanas.

El hombre que está peleando por sus derechos, trabaja en el modo equivocado, la única manera que obtendremos nuestros derechos en la vida es conectarnos con Dios, y dejar que la divina actividad de Luz y Amor se exprese a través de nosotros para hacer las cosas de manera correcta en el momento correcto y perfecto. El artista, el compositor, el científico, todos demuestran esa actitud de mansedumbre hacia la Ley, hacia la fuente interna de las ideas. Albert Einstein dijo en una ocasión que grandes ideas vinieron hacia él, luego de haberse relajado y cesado de buscar un objetivo. La mente mansa o receptiva invita a las ideas de Dios.

La conciencia mansa no está centrada en sí misma; está centrada en Dios, y es humilde en el reconocimiento de las  limitaciones humanas pero  confiada en la convicción de los recursos divinos, porque el éxito para una persona ubicada en este estado tiene la certeza que no es asunto de aceptación pública sino de aceptación de Dios; sin embargo, la verdadera mansedumbre no es un despliegue de humildad para atraer la atención; ya que lo verdaderamente importante es asumir que la gran fuente de la sabiduría es la intuición, y la gran fuente de visión es el discernimiento en la gran fuente del  poder espiritual.

Debemos aprender a trabajar incesantemente para lograr esta conciencia de “mansedumbre” aprovechando nuestro potencial interno para “heredar la tierra”, afirmando  que : “Estoy en sintonía con Dios, y todo aquello que sea inspirado y dirigido por Dios: Prevalecerá”.

Naguanagua-Estado Carabobo-Venezuela

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2 comments

  1. Ser humildes y mansos significa estar en sintonía con nuestro Yo , es decir, fluir desde nuestra conciencia divina, apartando el “ego” , y reconocer que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Cuando aquietamos nuestro espíritu permitimos que esa chispa divina nos guíe , logrando que ocurran verdaderos milagros en nuestras vidas .

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