El sueño y el regreso

CUENTOS DE A LOCHA EN UNA CUARTILLA – LUIS RAMÍREZ SÁNCHEZ – EL CANDIL PEDREGALERO – AÑO II – N° 50.-

Un centenar de pedregaleros en Venezuela y en el orbe están deseosos de un regreso al viejo Pedregal; entrar por la calle de Juan Salima y de Tanano, aplacar el polvo del camino con cuatro «fondoblanco» en pos de la rockola del » Dos Gardenias», bajo la mirada escrutadora de Samuel Hernandez y luego retomar la Calle Miranda y La Calvario, hasta la parada de Angel Trejo en Vera Verde, en donde este ilustre pedregalero preparaba una sopa de patas de chivo que le bajaba las medias a cualquier viajero que utilizaba los servicios del vetusto autobus del viejo Ciprianito desde la legendaria parada de Centro Cívico en Cabimas hasta los entramados cujizales de las vegas del Rio Pedregal, localizados , en aquel tiempo, al punto Sur de la Calle Comercio del Pueblo.

«Desde las Verotas verás la cúpula del templo San Nicolás de Tolentino y su majestuoso campanario…»

El otro centenar que está deseoso igual de ese regreso lo hará por el camino pedregoso y polvoriento de Agua Clara, con Chindito, Manuel o Teodosito, y desde Las Verotas, verá la cúpula del Templo San Nicolás de Tolentino y su majestuoso campanario sobrevolado eternamente por las infatigables golondrinas de todos los tiempos. Sin embargo, esa primera panorámica del pueblo tan emotiva no será impedimento para que les soliciten a uno de estos laboriosos choferes de la Linea Pedregal-Coro que les permitan una parada en la tabernita de Abelardo Castro, para, del mismo modo, tomarse cuatro «fondoblanco» para aplacar la tierrita en la garganta que era comúnmente dispensada entre los caseríos El Jebe y Paso e Coro.

La travesía continúa con las cornetas a ful decibeles: Calle Democracia, Comercio y Sucre con Miranda en donde La Chiche Quero preparaba los manteles y aceleraba la fritura de cecina de chivo en revoltillo con huevo y cebolla de rama para los ilustres visitantes de su pensión restaurant.

En las calles del viejo Pedregal se divisan fajineros con carritos de madera del cardón y arreos de burros con barrilejos enjalmados, y uno que otro vendedor de lefarias en potes de leche Klym debidamente separados de los potes de leche Nido en donde se exhiben armoniosamente las bayas escarlatas del cardón que los pedregalense llamamos datos.

Finalmente, algunos pasajeros se detienen a comprar las crujientes empanadas de Socorro Castro, otros procuran las apetecibles arepas de Cándida Argüelles y el resto acude en solicitud de los incomparables bizcochuelos de Castorila Meléndez en su artesanal horno de bahareque que mantenía eternamente al viejo Pedregal en un ambiente perdurable oloroso al anís dulzón de sus adorables paledonias.

Luis Ramírez Sánchez.

Coro, Estado Falcón, Venezuela

30 de marzo de 2019

« Predícales lo que Dios desea en tiempo de tribulación y que él bendiga tu prédica para su propia gloria»

LRS
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