ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO VI – N° 270.-
Es interesante como algunos temas de conversación ligera, se vuelven comunes y frecuentes. Probablemente sean temas con los que los ciudadanos, en su papel de especímenes de una sociedad que supuestamente debe interactuar para funcionar, se sienten seguros a la hora de socializar, evitando el peligro de caer en un conflicto o hasta confrontación peligrosa, en medio de la también común polarización activa que está ominosamente presente en la mayoría de los aspectos de la vida e interacción de los seres humanos.
Esta situación no es puntual ni sucedió de la noche a la mañana. Se ha venido cayendo en ella poco a poco. Es significativa la cantidad de eventos que, producto de discrepancias menores, escalan hasta convertirse en tragedias o episodios de violencia incontrolable.
Hasta hace relativamente poco tiempo, fácilmente se iniciaba una conversación entre desconocidos que despreocupadamente coincidían en algún evento o situación, sin la aprehensión presente hoy sobre los temas que pudieran y deberían ser normalmente ventilados entre los miembros de una sociedad.
Las noticias sobre temas serios como la economía, seguridad, ambiente y política internacional, tan preocupantes, aunque también tan jugosas para los medios de información, tanto formales, como informales, si clasificamos de esta forma las llamadas redes sociales, han generado un volumen impresionante de tráfico.
En paralelo, probablemente como evasión y para, pretendidamente tratar de evitar el estrés de las noticias serias, se ha producido un incremento sustancial en los programas con temas de farándula. La audiencia, el pueblo, quiere temas para relajarse.
¿Se está logrando? ¿La población en general, se está relajando, disminuyendo su estrés?
La profusión de noticias malas, de “comentarios” e historias de farándula y, hasta las noticias deportivas, siguen aumentando. Podemos hoy en día medirlo con los seguidores y los me gusta o disgusta y comentarios o retransmisiones, que se contabilizan por cada personaje noticia, espectáculo o declaración de artista, gracias a la posibilidad de captura de la reacción de los receptores en forma inmediata. La polarización y su manifestación inequívoca cubriendo cada vez más temas, también sigue creciendo como se detecta fácilmente con los mismos mecanismos de retroalimentación.
Si vemos los niveles de conflicto a que se está llegando, no parece que se esté logrando la aparentemente ansiada reducción del stress. Antes, por el contrario, autoridades de salud la consideran la nueva epidemia.
La primera conclusión a que podemos llegar fácilmente, por lo general asociando, es que el nivel de polarización por todos los temas está generando un aumento de la conflictividad, agresiones, inestabilidad política y hasta incremento de las enfermedades mentales producto del estrés relacionado.
Sin embargo, dándole una segunda vista a esa conclusión generalizada que culpa de todos los males a la “polarización”, creo que podríamos estar ante la presencia extendida del famoso dilema del huevo y la gallina.
Pareciera que la secuencia lógica resumida que observamos de la cadena de acciones que en la sociedad tomamos para llegar a los resultados que estamos obteniendo, es algo así como: Nos Informamos, nos Polarizamos, nos Agredimos y Desconfiamos. El ciclo se repite permanentemente, cual cadena de suministro y entramos en un círculo vicioso de informarnos (especialmente de lo que queremos oír) y acumular desconfianza.
Todo ello, en un ambiente de combustible de alto octanaje como son las declaraciones y exhibiciones premeditadamente hechas para polarizar. Baste ver lo que es una campaña política, el lanzamiento de un artista, y últimamente hasta una copa deportiva con “polémicos” competidores, o reporteros especializados en los triunfos y desventuras de los personajes públicos de la farándula.
Sin embargo, tratando de ver en su conjunto el panorama de lo que está sucediendo en los escenarios mundiales, políticos, de farándula o deportivos, se me ocurre pensar si lo que estamos viviendo no pudiera ser una cadena inversa: Desconfiamos, nos Agredimos, nos Polarizamos y nos Informamos, (Siempre de lo que queremos oír) y seguimos desconfiando, agrediéndonos e informándonos para reafirmarnos y aumentar la polarización en la espiral que hace aumentar las estadísticas de consecuencias indeseadas.
Leyendo un poco sobre los olímpicos, en sus orígenes eran tan importantes, que hasta se suspendían guerras, mientras se desarrollaban los juegos. Siempre nos han enseñado que los deportes son una forma de competencia que demuestra que si es posible convivir. En la última copa América, cual enemigos, se agredieron no solo los participantes representantes de dos países “hermanos” sino los seguidores de cada uno. En los campeonatos internos de los países más de una vez se han jugado partidos con los estadios vacíos o impidiendo la presencia de aficionados de uno de los equipos, para evitar agresiones.
En años anteriores, se reportaron muertos por llevar una camiseta de un equipo contrario.
En los países, es común ver el asesinato de lideres sociales de uno y otro bando tratando de “ayudar al pueblo”.
Los ataques y declaraciones insultantes de un presidente a los pueblos de otro país por la forma en que eligen a sus representantes ya son un lugar común, por lo menos en América.
¿Eso es polarización y se le puede achacar los males?
O.. ¿eso son muestras de agresividad de los actores, más que confrontación de ideas?
Creo que debemos llegar a considerar la POLARIZACION como resultado y no como causa. No podemos normalizar, justificar y adoptar la agresividad, potencialmente ocultando así, el verdadero origen de los conflictos internos y externos de nuestros pueblos.
En la historia, es común aprender sobre nuestros “aguerridos, valerosos, fieros, indómitos, temibles, héroes”, que no se dejaban intimidar por nadie y eran siempre los más veloces en desenfundar y acabar con la tribu vecina o el villano conquistador.
¿Estaremos rescatado esos valores para colocarlos como estandartes para el seguimiento y modelaje de nuestros pueblos?
¿Emitiremos unas nuevas tablas de la ley con otros 10 mandamientos donde quede claro el valor de ser guerrero, bravo, indómito y destructor?
Nuevas constituciones en nuestros países, como se han venido haciendo en la región, ¿son buena idea para respaldar los nuevos (recuperados) valores? ¿Escogemos para elaborar las nuevas tablas de la ley a quienes hayan dado de baja a más contradictores en los últimos años independientemente de las herramientas utilizadas?
¿Habremos vuelto a la situación que cualquier cosa la debo ver como un ataque contra mis derechos y por lo tanto estoy habilitado para responder en consecuencia? ¿Estaremos pretendiendo elevar a la categoría de derecho, mi permiso de imponerme por la fuerza y eliminar moral y físicamente a cualquiera que no esté de acuerdo conmigo? ¿Mi derecho a empuñar las armas y destrozar a cualquiera que ose contradecirme? ¿Mi derecho a promover y elevar a la categoría de gobernante a cualquiera que, a quien no está de acuerdo con El, lo catalogue como gusano, cucaracha o hasta hijo de madre licenciosa? ¿Debemos aprender y aceptar sentirnos amenazados conque frían nuestras cabezas o nos pasen la sierra, si no estamos de acuerdo con el vecino?
¿Nos tocará cada día refugiarnos más en conversaciones sobre las posibilidades de lluvia, el volumen de los truenos, la velocidad del paso del tiempo, para no correr el riesgo de que nos saquen a relucir los machetes que después sean convertidos en símbolos de progreso para la sociedad, junto a otras prendas que pretendan reivindicar y asociar al progreso, masacres, y supuestas revoluciones no precisamente asociadas al cerebro?
Los niños llegan al mundo como páginas en blanco donde escribimos quienes los formamos.
¿Debemos seguir escribiendo las nuevas páginas en blanco que llegan al mundo, con todos esos nuevos derechos, temores y valores pendencieros hasta llenar bibliotecas enteras de culto a la agresividad?
Por lo pronto y adaptándome mientras decidimos si escribimos el nuevo decálogo de valores, evitaré correr riesgos de segregar y despertar la agresividad de cualquier nuevo guerrero valiente aspirante a la gloria de ejercer sus derechos. Para ello y mientras invento otros temas inofensivos, seguiré iniciando mis conversaciones asombrado por como “el tiempo se está pasando volando”. Creo que por mi seguridad definitivamente voy a eliminar, cualquier invitación a un recién conocido a tomar una bebida con cafeína. Cualquiera pudiera sentirse ofendido si cree que lo estoy considerando bajo de energía.
Álvaro Ramírez
Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan. Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.