¿Falta control, lo pagamos?

ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO IV – N° 177.-

Se ha hecho práctica común que los noticieros salgan a las calles y entrevisten a la gente según sus vivencias del momento, o las circunstancias. El guion en esas entrevistas normalmente comprende la conveniencia de resaltar algunos aspectos «motivadores» de la sensibilidad, de la afinidad y de la comunidad de percepción sobre entes terceros difusos.

Es común que se despierte sentimientos de compasión, lástima, por el o los entrevistados, que son hechos lucir como inermes y pasivos actores de una situación de la cual no tienen ninguna responsabilidad.

En cuanto a la afinidad, es deseable proyectar, que el entrevistado es una persona muy parecida a cualquiera de los oyentes, que no están exentos de sufrir la misma situación.

En relación con la percepción sobre terceros, es muy importante proyectar que hay un grupo de culpables de la situación del entrevistado. Son alguien no específicamente dicho, pero que todos en su afinidad saben quiénes son, quienes tienen la culpa, por su injusto proceder con el pobre, inerme y débil entrevistado. Esa culpabilidad es por acción u omisión.

A modo de ejemplo algunas preguntas típicas de esas entrevistas: ¿A qué horas sucedieron los hechos? ¿A estas horas no le han informado o… no se ha hecho presente un representante del estado, gobierno o autoridad? ¿A cuánto ascienden sus pérdidas? ¿Cree Ud. que debería existir más control para que esas cosas no pasen? ¿Las autoridades no han hecho nada para evitarlo? ¿Qué entidad es responsable por estos hechos? ¿Cree Ud. que hay suficiente control?

De todo lo anterior, es interesante ver por las preguntas y las respuestas, cómo muchas personas, al menos en Colombia, piensan y esperarían que se ejerciera más control sobre actividades que conducen a posibles resultados indeseables y adversos a la sociedad. Delitos, crímenes, corrupción, accidentes provocados por negligencia o incumplimiento de normas, desastres, son por lo general siempre asociados a “falta de control”. ¿De quién? De las autoridades constituidas, del gobierno, del estado, de la fuerza pública, son los indicativos de las respuestas al interrogar a las víctimas y con ello a la sociedad, generalmente afín o simpatizante de esas víctimas.

Analizando un poco la situación, y teniendo en mente las experiencias de trabajo en la empresa privada, al comparar con la administración pública, creo que hay diferencias importantes. La empresa privada por lo general es celosa de los mecanismos que le produzcan un resultado favorable para el alcance de sus objetivos. Con esto en mente no duda en introducir los controles y mediciones que le ayuden en ese propósito. Sin embargo, la empresa privada siempre está clara en la importancia del balance costo beneficios. De allí que conozca y maneje el concepto, de costos de controlar. Los sistemas involucrados, el esfuerzo total para ejercerlo y el impacto en la agilidad y simplicidad de las operaciones se deben considerar a la hora de introducir controles y compararlos con los resultados que generen, sean estos ahorros a corto plazo o imagen y sostenibilidad. Aspecto importante es la oportunidad de aplicación de controles. Hay controles a priori o “controles previos” y controles a posteriori. Es interesante recordar dentro de las empresas el concepto que se manejaba hace años de “Control estadístico de calidad” y conceptos más recientes como el de una famosa ensambladora de vehículos en la cual cualquier operador está obligado a detener la línea de montaje al detectar un defecto, evitando así que se le incluya más costo a un vehículo defectuoso. A su vez, el costo de detener la línea obliga a que la causa del defecto se corrija inmediatamente.

Casos interesantes como esquemas de control también son los de las escuadras profesionales en los deportes. Todos son responsables por los resultados, aunque son un equipo. El valor de mercado de cada jugador y del técnico, dependen de los resultados, aunque cada uno tenga un rol diferente.

¿Qué pasa en la administración pública?

Según la RAE, CONTROL puede ser el dominio sobre algo o alguien, una forma de fiscalización, un mecanismo para regular algo manual o sistémicamente o un examen para probar los conocimientos de los alumnos sobre alguna materia.

La palabra control deriva del francés antiguo controle que se refería a un registro que lleva un duplicado.

Guiándonos por la apreciación de las entrevistas, independientemente si el guion produce “rating” o no, es interesante ver cómo fácilmente todos, entrevistados y escuchas, comparten la idea que » falta control», para evitar que sucedan o si suceden tengan mínimo impacto, eventos indeseables, delitos, o injusticias. Debe haber más control. En otras palabras, el estado, la administración pública, son los culpables si se incrementan los delitos, por no ejercer el control.

A diferencia de la empresa privada la administración pública difícilmente puede presentar a sus accionistas o tomadores de decisión como votantes, una evaluación económica sobre el costo del control vs los beneficios económicos que produce, para justificar que hay un nivel aceptable de delitos que no es rentable perseguir. No es que no produzcan beneficios, es que es muy difícil que las víctimas de un delito internalicen que forman parte de unas estadísticas “aceptables”.

Recuerdo dos expresiones de lideres reconocidos de Venezuela y Colombia que ilustran un poco la situación. Un candidato a la presidencia en algún momento decía: “los empleados por qué no van a robar si sus jefes roban?” El otro, ocupando la presidencia en algún momento declaró que “la corrupción debe llevarse a los niveles aceptables”.  En los dos casos el manejo mediático y político de sus declaraciones fueron tremendos para sus carreras políticas. Pasaron a la historia. También recuerdo una expresión de un allegado que decía hace unos años que en el pueblo turístico donde vivía, en el sur de Francia, las malas noticias que causaban un escándalo eran el “robo de una gallina”

Pongamos en perspectiva la situación de los administradores públicos con su responsabilidad y poder para tomar acción sobre los delitos: Ninguno puede, sin costo para su carrera política, decir que acepta un nivel dado de eventos delictuales porque no es rentable controlarlo. Lo más cercano que puede hacer alguno es mostrar las estadísticas, especialmente cuando le son favorables y justificar con causas no asociadas a su eficiencia, cuando no le son.  Tampoco les es factible reducir las ocurrencias de delitos a cero. No alcanzaría el presupuesto nacional para establecer los controles “a priori” que eviten “todos los delitos”. Especialmente si los beneficios de los delitos, declarado como tal por la legislación permean y hay una parte importante de la sociedad que de una u otra forma se beneficia de ellos. Que otra cosa representa para la sociedad la aceptación y complacencia con el contrabando, la evasión fiscal, el plagio de obras y tesis, el aprovechamiento de los controles cambiarios, la compra de artículos de dudosa procedencia, y hasta la admiración por los falsos Robin Hood que “roban, pero hacen obras”. ¿Qué otra cosa representa la admiración por la viveza, entendida como aprovecharse del descuido del estado o de la confianza de otros ciudadanos? Ejemplos de lo anterior todos conocemos.

¿Qué hacer?

Invertir a largo plazo y en forma sistemática en la creación de una cultura que rechace el delito en todas sus formas.

¿Suena fácil pero utópico verdad?

¿Qué tal si pensamos en la formación, pero con un enfoque diferente y desde etapas muy tempranas de la vida de las nuevas generaciones? ¿Qué tal si a lo largo de primaria y bachillerato utilizamos programas basados en la motivación por beneficios y no en la motivación por el castigo? Económicamente es factible calcular cual es el impacto de los controles en el presupuesto de gastos de cualquier estado.  Ejemplos nos rodean. ¿Cuánto cuestan los controles contra la conducción bajo influencia de drogas? ¿Las alcabalas contra el contrabando? ¿Las aduanas? ¿Ese monto en que lo podrían invertir los jóvenes en formación? ¿Se les pudiera asignar para su administración a Consejos juveniles o estudiantiles? ¿Cuántas canchas deportivas? ¿Instrumentos musicales? ¿Equipos de computación? Si se eliminaran todos los torniquetes, guardias y encerramientos del transporte público, ¿cuántos bonos o tiqueteras de transporte se podrían repartir para estudiantes de escasos recursos en zonas deprimidas? ¿Los obstáculos en la via para evitar circular por carriles prohibidos, cuánto cuestan? ¿Cuánto se ahorra si se utilizan solo líneas continuas? ¿A qué se podía destinar ese dinero ahorrado?

Imaginemos de lo que son capaces nuestros niños y jóvenes si empezamos hoy a educarlos desde primer grado en estos conceptos y empezamos a retar su creatividad pidiéndole que formen equipos de trabajo que presenten proyectos formales de mejor uso de los recursos utilizados en controles, si la intención de ser vivos y cometer delitos disminuye. Podemos imaginarlos enseñando valores sustentados con cifras y proyectos, a sus adultos cercanos. Ya hoy en día muchos niños les preguntan a sus padres por qué botan basura en la calle, o utilizan malas palabras, o se pasan la luz roja. ¿Si lo ampliamos a otros temas más de análisis? También, podríamos imaginarnos de lo que serian capaces al entrar a la universidad. Su capacidad de construcción de soluciones y de rechazo a los atajos y manipulación, indudablemente seria mejores. ¿Podemos imaginarnos la riqueza que serían como lideres?

Recuerdo cuando se enseñaba “formación cívica” en nuestros centros educativos. Creo que esto sería rescatar esa formación, pero con el enfoque de explotar las ventajas de actuar bien, como inversión. Las asociaciones de profesionales de la educación podrían ayudar como pruebas de mejoramiento profesional, trabajando en propuestas de diseño de estos programas de formación con enfoque de capitalización de oportunidades asociadas a vivir mejor en sociedad.

Indudablemente debe partirse de una premisa: NO HAY ATAJOS, la inversión es a mediano y largo plazo, pero puede ser clave para la constructiva convivencia, dejando la cultura de la viveza.    

¿Esa no podría ser otra semilla por sembrar para desarrollar modelos que contribuyan a mejorar la vida en nuestras sociedades? ¿Será una utopía más?  


Sembrar valores para cosechar buenos ciudadanos

Álvaro Ramírez
Álvaro Ramírez

Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan.  Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional. 


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