ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO VI – N° 267.-
Es interesante observar cómo el mundo de la información ha ido evolucionando, en alta medida impactado por el desarrollo tecnológico y del mercado de bienes y servicios. Hasta hace pocos años y especialmente, hasta antes de la pandemia del Covid 19, el mundo formal de la transmisión y divulgación de noticias de todo tipo estaba muy relacionado con la capacidad de transmisión y políticas de las cadenas y medios formales de comunicación. Estar informado sobre lo que sucede en el mundo ya no depende de la posibilidad de estar conectado a una cadena de radio o televisión o prensa. Atrás quedaron las subscripciones a medios físicos. En el mundo del cine, la distribución de películas, de la manipulación física que reemplazó la asistencia a los cines para disfrutarlas, sometidos principalmente a los horarios orientados como aspecto muy importante para el rescate de la inversión en infraestructura, empezó a dársele mayor valor a buscar medios de divulgación y transmisión más enfocados a satisfacer la conveniencia de la mayor parte de los consumidores. En el mundo de la música, también tradicionalmente asociado a la divulgación a través de las cadenas de radio y a la compraventa de equipos de reproducción de objetos que contenían la grabación, la evolución fue haciéndolos cada vez más compactos y portátiles para comodidad del consumidor.
Se llego a la unión del concepto de servicio y a la masificación de su prestación, como reemplazo del mercadeo de bienes. Volumen, más que exclusividad asociada a la especialidad, con el reflejo en el precio unitario que debe pagar el consumidor.
El mercadeo y la publicidad también fueron evolucionando. De campañas puntuales asociadas a los productos y sus cambios y estacionalidad, a la presencia sistemática y prácticamente imperceptible en la mente de los consumidores. En un mundo donde la demanda es el motor que impulsa el crecimiento, no es extraño que los factores productivos se alineen y sumen esfuerzos para su satisfacción. Como orientación muy importante, se posicionó buscar la mayor inclusión posible de potenciales consumidores, dándoles las facilidades de acceder a los servicios, con el menor uso posible de medios físicos diversos.
El desarrollo tecnológico ha tenido papel preponderante en ese alcance de metas relacionadas con la visión. En la medida que las exigencias del intercambio y la satisfacción de bienes y servicios lo han requerido, el desarrollo de nuevos sistemas y facilidades para el manejo de información y procesamiento de data, así como la invención de equipos para ese procesamiento, se han integrado en un círculo virtuoso donde el crecimiento incrementa la demanda, que a su vez produce herramientas para aumentar la eficiencia y productividad.
Ese círculo virtuoso aumenta la velocidad de desarrollo de facilidades en forma significativa. Comparativamente la velocidad de procesamiento de data y capacidad de almacenamiento, han aumentado en forma exponencial. Hoy en día el almacenamiento de Teras ya es muy común en equipos de tamaño reducido. El procesamiento en la nube y la interconexión satelital ya son necesidades básicas de cualquier sistema integrado que se precie.
En cobertura, hace poco se veía como un avance lo que se llamó la internet de las cosas. Hoy su presencia es natural capturando el dato en el origen en forma automática. (Es común que los equipos se auto diagnostiquen y hasta se comuniquen con los prestadores de servicio)
No solo es velocidad y capacidad de almacenamiento. La capacidad de procesamiento nos lleva ya en la Inteligencia Artificial, como el hito que hace un par de años parecía un gran avance, pero hoy ya se promueve por su aplicación en muchos ambientes. Inclusive por sus posibilidades de uso en actividades que, como es la alarma de algunos científicos, podrían poner en peligro la humanidad misma. Es imposible no reconocer el conocimiento y las posibilidades asociadas a su aplicación, como el gran impulsor de modificaciones de conceptos de trabajo, empleo, remuneración, esquemas de organización y adiestramiento.
La capacidad del ser humano para obtener resultados de su actividad se ha multiplicado, no solo como cadenas productivas o equipos de trabajo, sino también en forma individual. Una muestra es la explosión de emprendimientos personales que sucedió en la pandemia.
En ese panorama ha venido ocupando lugar preponderante el equipo portátil (no le puedo decir teléfono porque esa es solo una de sus funciones), que sirve de apoyo a todo lo que se viene logrando en el suministro de servicios y bienes. En algunos ambientes se manifiesta con preocupación y hasta cierto rechazo crítico, la expresión: “hoy la gente no puede vivir sin el celular”
En mi opinión creo que es más que una simple expresión.
Difícilmente se encuentra actividad que no haya sido impactada por las herramientas y avances resultantes del desarrollo tecnológico y, ajena a la posibilidad de satisfacer necesidades de servicios asociados a esos cambios, a través del celular. El complemento natural a cualquier cambio en los procesos de las cadenas de abastecimiento es que se pueda ejecutar la acción desde el celular. Y se ha logrado.
Hoy desde el celular se ejecutan acciones que parecerían increíbles para cualquier persona hace tres años, aunque el nivel de asombro ha ido disminuyendo. Salud, educación, información, diversión, actividad financiera, auxilio, están al alcance del móvil. En un solo punto, con una sola herramienta, cada individuo ha incrementado exponencialmente su capacidad de ejecutar y obtener resultados.
Que ha causado todo lo anterior: Dependencia.
¿Del individuo? ¿Del mundo?
Adquiere importancia, el análisis y el juicio a esa dependencia ya notoria.
Se escuchan cada vez más, señales de alarma sobre la dependencia que se ha desarrollado en los niños y jóvenes menores de edad que les pone en peligro. Hay estudios sobre las posibilidades de depresión que se duplican al comparar con niños no dependientes (Dr Vivek H Mutrhy Cirujano General de USA: La salud mental de los jóvenes, la otra pandemia. Solicita al congreso etiquetas de precaución sobre el uso de las redes. New York Times 17 06 2024). Niños en etapa de jugar con sus personajes virtuales favoritos, creados por especialistas en comportamiento y reflejos infantiles. También se han hecho famosas las pruebas, que en muchos casos se han vuelto mortales, entre jóvenes que en las redes luchan por aceptación de sus pares en la sociedad, escolar o no. (Solo en 2020, hubo más de 6,600 muertes por suicidio en el grupo de edades de 10 a 24 años, de acuerdo con cifras del Centro Nacional de Estadísticas de Salud USA)
En el caso de los adultos en edad de trabajo, es conveniente tratar de definir un perfil general en su relación con el desempeño de una actividad productiva. Los trabajadores relacionados con las actividades operacionales normalmente estaban conectados con su función en las plantas o campo, con los ya casi desaparecidos “buscapersonas” portátiles o radios. El desplazamiento entre áreas operacionales o sedes era frecuente y hasta formaba parte con un indicador, de los requisitos para los cargos. Era común mantener a mano en oficina, o vehículos, los manuales de operaciones de mantenimiento de los equipos, lo mismo que directorios con las fuentes de ayuda en caso de necesidad. Guardias presenciales y esquemas de asignación temporal en áreas fuera de la ciudad, eran la norma en posiciones operativas. Si pensamos en “ejecutivos” o personal administrativo, también era común el uso de radios, buscapersonas, viajes, almuerzos de trabajo, auditorias y “cierres” mensuales, y el típico portafolio donde cada tarde al salir de la oficina se llevaban los “papeles” para trabajar en casa, después de cenar. Procedimientos, normas, noticias, cambios a través de comunicaciones escritas y formas impresas y colocadas en carteleras o en los medios internos de las empresas eran también parte de la forma de funcionar.
Si hablamos de la vida personal, es probablemente más fácil mencionar algunos ejemplos de cambio. No más viajes a los bancos y entidades, no más compras de supermercado si no se desea, no más compras en tiendas o centros comerciales, no más trabajo permanente en la oficina y viajes de una o dos horas diarias, no más pérdida de programas de tv o películas por horarios. El móvil además de lo anterior brinda ayudas y conexión para casos de emergencia, cuidados de la salud, comunicación mundial audiovisual inmediata.
¿Es posible hoy eliminar y funcionar sin una herramienta que ha eliminado o reducido a su mínima expresión, el esfuerzo que significaba todo lo anteriormente descrito y que forma parte del día a día de la mayoría de la población mundial?
(Según Noticias ONU, El 78% de la población mundial de diez años en adelante tiene un teléfono celular, aunque no todas esas personas acceden a internet, según los datos correspondientes a 2023 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).)
El reto de pagar el precio de la dependencia es alto, aunque parece que ya no se puede evadir su análisis, considerando la velocidad de aumento de uso y el precio creciente de las consecuencias.
Álvaro Ramírez
Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan. Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.