ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO VI – N° 268.-
Es innegable el lugar que ha alcanzado la tecnología y las herramientas, los móviles, que han surgido como actores principales, para la masificación de las aplicaciones resultantes en todos los aspectos de la vida rutinaria. Los móviles se han convertido en LA HERRAMIENTA y de allí la dependencia que se ha desarrollado.
El avance tecnológico y el desarrollo de facilidades aplicadas permiten pensar que difícilmente el mundo puede prescindir de las ventajas que le brindan para su funcionamiento, sin pagar el impacto en productividad y resultados económicos.
La adicción a la tecnología, como punto de partida, es fácilmente comprensible por las facilidades y oportunidades que brinda al usuario en términos individuales y a la sociedad en términos de productividad y crecimiento económico. No sería comprensible que las sociedades no utilizaran las facilidades tecnológicas que multiplican su capacidad, para el desarrollo de sus actividades.
La dependencia es el elemento clave a analizar, evitando, aunque sin negar su importante rol, hacer un “Juicio a la Herramienta” que cada día logra tener más usos.
La dependencia, con la razonable connotación negativa que se deriva del precio que se tiene que pagar por la utilización en forma poco menos que compulsiva, tiene que analizarse teniendo en cuenta aspectos asociados al comportamiento humano frente a los estímulos.
La dependencia causa el “síndrome de abstinencia” en los casos de la supresión del causante.
Una buena síntesis la hace la Asociación Americana de Psiquiatría: “El aislamiento social, la presión de grupo, y la falta de conexiones sociales en persona pueden contribuir a la dependencia de las interacciones en línea. Además, la accesibilidad y comodidad de internet, especialmente a través de los smartphones, desempeñan un papel en el desarrollo de los trastornos del uso de internet.”
Las actividades que son mejoradas en su productividad sustancialmente por el uso progresivo de la tecnología están relacionadas con un recurso que es igual en cantidad para todos los seres del mundo: El tiempo, 24 horas al día.
En este punto es bueno tener en cuenta que el ser humano a lo largo de su vida pasa por diferentes etapas en las cuales sus intereses individuales son diferentes.
En el caso de los niños y adolescentes su interés principal es la diversión y exploración de actividades de gratificación inmediata. La atención a procesos formales, serios de interrelación con adultos no son generalmente su primera prioridad y su factor determinante en el uso del tiempo. Su utilización del tiempo es visible para todos los cercanos, familiares y maestros. Se detecta fácilmente que hay una dedicación creciente tanto a los juegos individuales o compartidos, como a las redes sociales, como una forma que parece reemplazar los contactos personales y hasta la práctica de actividades físicas.
La preocupación del mundo adulto ha venido creciendo, especialmente porque se conoce que ciertas aplicaciones de juegos infantiles y juveniles virtuales son desarrolladas por especialistas en el comportamiento humano, con la clara intención de capturar la atención en forma adictiva. Los números son alarmantes. (Ver reportes y alarmas del Cirujano General de USA sobre enfermedades mentales y estadísticas de suicidios de jóvenes entre 10 y 24 años)
Como respuesta, ya se conoce que se ha empezado a tratar de implantar restricciones en forma de reglamentación y decretos relacionados con el acceso a esas aplicaciones de difusión masiva.
Sin embargo, hay algo que según mi opinión debe ser tenido en cuenta si realmente queremos, aprovechar las bondades tan atractivas de las herramientas tecnológicas, disminuyendo el impacto en la sociedad representado por la afectación a la salud mental: La utilización que les dan los adultos.
El rango de aplicaciones y “ayudas” de interés para los adultos, es casi que infinitamente mayor. En primer lugar, están aquellas necesarias para el desarrollo de actividades profesionales. Estas son de relativamente fácil cuantificación en el mundo de la producción de bienes y servicios, relacionándolas con el tiempo dedicado. También están aquellas utilizadas en aspectos difícilmente cuantificables, pero innegablemente importantes y de alto impacto, como salud, diversión, información general, y otras, hoy ya simplemente necesarias para tener la capacidad de desplazamiento y encaje en el mundo actual como son, transacciones financieras, informes del ambiente, ubicación geográfica y disposición de bienes y servicios.
Todo lo anterior, tanto en niños y adolescentes, como en adultos, compite por las 24 horas diarias disponibles, en una contabilidad inevitable de débitos y créditos diaria.
Como vemos, hay aspectos de interés asociados con la etapa de la vida de los individuos. Sin embargo, hay algunos que son comunes independientes de la edad. El reconocimiento es uno de ellos. Los seres humanos desde edad muy temprana disfrutan y buscan el reconocimiento. Otro interés que mueve a los seres humanos desde etapas tempranas es la aceptación, especialmente entre sus contemporáneos. También es normal en todas las etapas de la vida, buscar racionalizar el esfuerzo, tratando de obtener los resultados deseados, optimizando el esfuerzo.
En todos los intereses que mueven a los seres humanos, a lo largo de la vida, los permanentes, o los específicos de ciertas etapas, el efecto es la priorización en la dedicación del tiempo.
En un mundo donde los individuos no pueden ser autosuficientes, su éxito o fracaso en el logro de metas o simplemente la satisfacción de sus intereses, requiere del tiempo de los demás. Ese tiempo de los demás debe ser “comprado” (intercambio de bienes o servicios) u obtenido voluntariamente de otros, sumando para lograr objetivos comunes.
¿Hasta qué punto en las etapas tempranas, niñez y adolescencia los individuos pueden obtener el tiempo que necesitan de otros para cumplir con sus intereses y necesidades? En esa etapa que es la que está surgiendo como la más preocupante en términos de resultados asociados a salud mental según las estadísticas, pareciera que los niños y jóvenes están enfrentado un déficit de recursos (tiempo) para la definición y logros de metas a mediano plazo y el fortalecimiento de su confianza y auto estima. ¿Mientras tanto, con el apoyo de las herramientas, no están evadiendo la realidad que puede abrumarlos?
En el caso de los adultos, cobra importancia en el cuadro, un concepto adicional y es el de la complacencia o satisfacción de necesidades más allá de las básicas o de generación de ingresos como retribución a su tiempo. ¿Qué lugar le asigna cada uno en la lista de prioridades a compartir presencialmente con familia y allegados? ¿Qué prioridad tiene el compartir parte de su tiempo con otros como sus descendientes, en el papel de ductor, formador o ejemplo, en diferentes escenarios como diversión, relaciones sociales, conflictos existenciales, éxitos y fracasos?
¿Alrededor de qué escenarios y con qué inversión de tiempo se forma un núcleo familiar, como célula primaria de la sociedad?
Actuando “pragmáticamente”, los seres humanos hacen contratos para regir transacciones que envuelven la utilización de recursos como dinero o tiempo. Contratos que pueden hacerse respetar ante la ley. En ese tono de pragmatismo, cada vez más parejas, antes de unirse, hacen una declaración de los bienes que aporta cada uno a la sociedad conyugal, en el entendido que lo adquirido posteriormente con el aporte mutuo, puede ser administrado y distribuido por los dos, pero lo aportado como “capital inicial” a la unión, debe ser respetado. Al disolverse la unión conyugal no hay problema de activos y pasivos al existir el contrato.
¿Habrá llegado el momento de hacer un contrato previo a las uniones conyugales, donde cada uno aporta 24 horas, suman su tiempo, lo dedican a actividades productivas para crecer económicamente, también lo comparten y aplican a sus actividades lúdicas para crecer espiritualmente, y se comprometen a invertir en los descendientes? ¿Los seres que nacen producto de la unión deberían tener algún derecho sobre el tiempo de quienes los engendran?
O… ¿esperamos que el estado sea el que reglamente cómo los hijos van a interactuar con los padres desde el punto de vista tiempo?
Álvaro Ramírez
Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan. Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.