JOSÉ GREGORIO RAMÍREZ SÁNCHEZ – El Candil Pedregalero – Año II – N° 82 – Sábado, 10 de octubre 2020.-
El pasado 30 de noviembre de 2020 se cumplieron 90 años de la ascensión al reino de los cielos del Pbro. Ángel Gallegos. A continuación, se transcribe en las paginas doradas de «El Candil Pedregalero» y “Pedregal ayer y hoy”, una copia fiel y exacta del homenaje realizado por el Pbro. Ángel J Fuguet, el 16 de julio de 1956, en el cual hace una remembranza de la vida y obre de este insigne hombre llegado a Venezuela para dejar una huella imborrable en la memoria de los pueblos donde le toco servir, con especial énfasis en la parroquia de Pedregal. El material transcrito aquí fué cedido gentilmente por el sempiterno amigo Eladio Gotopo Ramos.
En Pedregal, el día, 16-07-1956, en el año Eucarístico Nacional, donde se rinde homenaje a la memoria del “Caudillo Espiritual de Pedregal, alma y corazón de la obra gigantesca de su soberbio templo”.
En los albores mismos de nuestro siglo XX, llegó a Pedregal el Pbro. Ángel Gallegos, quien muy pronto se habría de ganar el cariño y veneración de sus feligreses por su ardiente celo apostólico, exquisita caridad y preocupación constante por el decoro de la casa de Dios y esplendor del culto religioso.
Muy pronto se mostró descontento de la vieja y estrecha capilla que servía de Iglesia parroquial y, un buen día del año 1904, su íntimo amigo Juan Pedro Leal Adrianza, con una cuadrilla de 40 hombres de El Yabalito, echó por tierra el local sagrado ante el estupor de los parroquianos.
El Padre Gallegos trasladó las imágenes sagradas y demás enseres del culto a una amplia sala en la casa de Don Juan Casou, situada en la calle Falcón; Ahí efectuaba todas las funciones religiosas. A quienes le preguntaban con qué medios contaba para levantar el nuevo templo, El Padre Gallegos respondía enseñando lengua; “con esta”.

EL PADRE GALLEGOS EN ACCIÓN.
Todas las tardes congregaba a las personas de buena voluntad del pueblo, incluyendo mujeres y niños, y con ellos se dedicaba a acarrear piedra y arena hasta el sitio donde debía levantar la proyectada iglesia.
Organizó una gran campaña para recolectar fondos y cuando obtuvo lo necesario buscó albañiles en Coro y puso al frente de la obra al competente Juan Lugo. Y así empezaron a surgir los cimientos de la colosal Iglesia, emprendida en momento crucial de la economía de Pedregal y que solamente sumaba a su favor el optimismo incomparable del Padre Gallegos, al que no pudieron menguar las dificultades de la época y del medio en que le tocó actuar.
Cuéntese que el ilustre levita, en su tesonero empeño, recorrió varias regiones del País, pidiendo colaboración económica, particularmente en los vecinos estados: Lara, Zulia, Trujillo, Mérida y Táchira. En momentos conflictivos, en que no tenía dinero para pagar un jornalero, se le vio entregar sus propias prendas de vestir; en iguales circunstancias vendió su yegua de montar y los chivos de su propiedad particular. Pero todavía hizo más el Padre Gallegos, él mismo se constituyó en peón y acarreaba el material en parihuelas, ayudado de su cordial amigo y decidido colaborador, Juan Pedro Leal Adrianza.
Todas las maderas que se emplearon en la de la Iglesia fueron transportadas por bueyes, desde los cerros cercanos y particularmente del sitio denominado “Las Veritas”.
Terminada la estructura del colosal templo , el Padre Gallegos remitió fotografías y una petición anexa al General Cipriano Castro, entonces Presidente de la República, quien le envió una valiosa contribución que ayudó a adelantar los trabajos, tanto que se hizo posible su bendición; para este acto el solícito Sacerdote nombró padrinos con cuyas dadivas se consumó la atrevida empresa.

Se estima que la la Iglesia fue terminada en el año 1908 con un aporte realizado por Cipriano Castro para terminar su frontis. El Padre Gallegos se iría de Pedregal en el año 1909. Se puede notar también que tampoco habían construido la plaza Bolívar. Foto tomada por Félix Ferrer y fué cedida por su sobrino José Rafael Márquez.
La Iglesia Parroquial de Pedregal permanece hasta el presente tal cual la dejó el Padre Gallegos con la sola variante del coro, construido por el Padre Mardoqueo Perera, hacia 1912, y la iniciación de la torre , auspiciada por el Padre José Tomás García, cuyos trabajos quedaron suspendidos, después de levantadas las columnas del segundo tramo.

HECHOS PINTORESCOS DE LA VIDA DEL PADRE GALLEGOS
A pesar de su ejemplar disciplina eclesiástica, el Padre Gallegos, se mostró siempre inclinado a la política , sintiendo particular simpatía por el valeroso General Gregorio Segundo Riera, (Jefe del 3er Cuerpo) de la Revolución Libertadora, acaudillada por el General Manuel Antonio Matos.

EL ATENTADO DE PLAYA BONITA.
Sería por el año 1904. El Pbro. Ángel Gallegos, se encontraba en el caserío Playa Bonita, Jurisdicción de “El Lagarto”, dormía en un corredor guarecido solamente por pretiles bajos, cuando sufrió un cobarde atentado de “mano oculta”.
Afortunadamente el asalariado criminal sufrió una feliz equivocación, debido a que el indefenso sacerdote, quizá por prescripción médica, dormía con la cabeza baja y los pies sobre la almohada; el infame mercenario disparó a los pies, pensando ultimar la victima por la cabeza; el Padre Gallegos sufrió heridas de poca consideración en un pie.
La noticia se regó como pólvora. Pocas horas después hicieron acto de presencia hombres armados a machete, venidos desde Lagarto, dispuestos a cobrar muy caro el frustrado atentado. Todos los vecinos de Playa Bonita, manifestaron su respaldo al querido sacerdote y condenaron el hecho, pero no se pudo por el momento descubrir a los culpables. De inmediato se ordenó el traslado del Padre Gallegos a Pedregal en una hamaca.
En el sitio de “Mide” la comitiva del ilustre herido se encontró con un contingente de hombres e Pedregal, que armados de revólveres y machetes, se dirigían al lugar del malhadado suceso, encabezados por Pedro E. Leal, Solano Calles y todos los connotados hombres del pueblo.
Al enterarse estos de los pormenores, los ánimos se aplacaron y todos regresaron haciendo escolta a su venerado Pastor. Pedregal entero se movilizó a testimoniar su adhesión al solícito Párroco y a significarle sus nobles sentimientos.
Cuéntese que el desgraciado criminal que atentó contra la vida -toda nobleza- del Padre Gallegos, en una noche de farra, al provocar un pleito, perdió el brazo con el que había hecho el disparo sacrílego.
EL PADRE GALLEGOS VIVIA EN LA POBREZA.
Todos sus ahorros y las módicas entradas que le proporcionaba el ejercicio de su sagrado ministerio, los invertía en la fábrica de la iglesia. Muchas veces no tenía ni lo indispensable para su frugal alimentación. Empero contó con el cariño de sus feligreses, entre quienes se distinguieron tres nobles matronas de Pedregal; Doña Josefa de Casou, en cuya casa había el Oratorio y donde recibía las más finas atenciones. Otra distinguida bienhechora fue Doña Carmela Leal de Olivera, a quien llamaba mamá Carmela y la muy recordada Doña Adela de Riera, quien con su popularidad y dinamismo, favoreció eficazmente las optimistas iniciativas del Padre Gallegos.
EL TRASLADO DEL PADRE GALLEGOS
A mediados de 1909 Mons. Aguedo Felipe Alvarado, Obispo de Barquisimeto Y Coro, la ciudad Mariana. Pedregal le dio la despedida más conmovedora y siendo tal la pobreza del virtuoso sacerdote que carecía de medios para hacer su viaje, los feligreses hicieron una suscripción popular y le obsequiaron una bestia.
A su paso por Sabaneta le tocó cantar los oficios de sepultura eclesiástica al cadáver de una hermana de Don Miclerio Sierra, con los honorarios recibidos compró tela de guarandol. En su residencia en Agua Viva lo recibieron sus compadres y consecuentes amigos; Don Jesús María Lugo y Señora, Allí Doña Teodora de Lugo le hizo una bata casera y ropa interior de la tela comprada en Sabaneta.
EL PADRE GALLEGOS EN CORO.
Al preguntarle en Coro sobre su actuación en Pedregal, el Padre Gallegos, respondió modestamente: “vengo de Pedregal, donde he levantado un Templo, pero no sé si he salvado un alma”.
Fue destinado a la hoy floreciente Parroquia San Antonio, entonces era un barrio denominado ”Los Ranchos”. De su actuación en Coro hay que destacar la construcción de la primitiva Capilla, en forma de cruz, en el sitio que hoy ocupa el hermoso templo de San Antonio, obra de su actual Párroco Fray Fulgencio Falces O.S.A.R.
El Padre Gallegos también ocupó en Coro el cargo de Capellán del Ejército, de cuyo tiempo es la foto que se publica en este trabajo, luciendo el llamativo uniforme de los capellanes militares.

EL PADRE GALLEGOS PADRE DE PARAGUANA.
De la ciudad Mariana pasó el Padre Gallegos a servir a otra Diócesis de la República. Sabemos que estuvo en Ciudad Bolívar y tenemos el dato que cuando llegó a Pueblo Nuevo venía de Rio Negro, “donde están los indios”.
En 1924 Monseñor Castillo nombró Cura de Paraguaná al Pbro. Ángel Gallegos. La noticia fue recibida con gran alegría en Pueblo Nuevo, debido a que la Parroquia estaba sin Cura, desde algún tiempo. El Gobernador del Distrito destacó al Sr. Tomás Derce para ir a Coro en busca del nuevo Párroco.

En el sitio Camunare, el Sr. Tomás Derce encuentra el Sacerdote que viene a caballo. Luego de presentarle el más respetuoso saludo le dice:” Mi Padre, precisamente yo iba a Coro a Buscarlo”.
A lo cual responde EL Padre Gallegos, “Muy bien Toribio”. El buen hombre replica: “Mi Padre, yo no me llamo Toribio”, “sino Tomás”.
El dialogo se anima y el Padre Gallegos confidencialmente dice a su nuevo amigo;
“He oído decir que en Pueblo Nuevo no quieren a los Curas. Yo vengo de Rio Negro, donde están los indios, ahí me han querido mucho. Pero aquí me querrán también y aquí dejaré mis huesos.
Bien encajó el Padre Gallegos en aquel ambiente de franca campechanería que caracterizaba al Paraguanero de viejo cuño. De todos querido y venerado y nadie le llamaba por su nombre, sino por el apodo de “Padre Toribio” Con el que parodiaban los buenos feligreses la típica costumbre de su buen Párroco de llamar “Toribio” a todo el mundo.
APOTEOSIS DEL PADRE GALLEGOS EN PEDREGAL.
Se ha dicho que la ingratitud es patrimonio peculiar de los pueblos, Pedregal sin embargo pudo desmentir ese concepto, tratándose del Padre Gallegos.
Efectivamente : El 17 de Febrero de 1929, después de 20 años de ausencia y por insinuación de la feligresía Pedregalense, Monseñor Castillo hizo venir al Padre Gallegos a Coro, a quien luego disimuladamente invitó a que le acompañara a una visita a Pedregal. Más de Catorce carros salieron a darle la bienvenida y vistosos arcos de triunfo ornamentaban la entrada y calles de la población. La emoción más tierna se apoderó del corazón del Padre Gallegos cuando comprendió que se trataba del más espléndido tributo que le rendía el agradecido pueblo de Pedregal. Ahí estuvieron todos los sectores sociales: autoridades, comercio, escuelas, e ingente masa popular.
Frente a la iglesia se alzó una tribuna que ocupó, entre otros, el Sr. Moisés Riera, para ofrendar una Placa o lápida que consagra y perpetúa la memoria del Pbro. Ángel Gallegos, a quien Pedregal debe la airosa arquitectura de su Templo Parroquial.

He aquí uno de los párrafos que terminó ahogando en sollozos emocionados a orador, homenajeado y concurrencia: “A vos, Pbro. Gallegos, debemos este magnífico templo, orgullo de Pedregal, honra del Estado Falcón y timbre de inmarcesible gloria vuestra.
“Vos, Pbro. Ángel Gallegos, gallardo paladín de las huestes civilizadoras de Cristo, eximio virtuoso Sacerdote, abnegado esteta que lleváis muy alto: en una mano la antorcha vivificante de la Fe, engendradora de Erasmos y en la otra mano, como enseña Paladino, el augusto símbolo que mayo en polícroma floración evoca y a cuyo mágico conjuro surgen en la zafirina comba sideral, como exaltación sublime, las cuatro estrellas diamantinas que forman la constelación austral. Permitid que mi palabra, desnuda de elocuencia, paupérrima de emoción, consagre a vos la solemnidad de este acto, como un testimonial autentico, como las sanciones de un fallo justiciero, como una gráfica demostración del acendrado cariño que habéis sembrado en nuestros corazones.
Fue tal la emoción que embargó el espíritu sensible del Padre Gallegos, que se declaró impotente para responder a las abrumadoras muestras de cariño recibidas y no tuvo más respuestas para Pedregal que sus candorosas lágrimas.
Cuéntase que el bondadosísimo Mons. Castillo, en esa época Obispo de Coro, llevó la palabra a nombre del Padre Gallegos, para agradecer el homenaje que –a decir del orador-era la “primera cuota de una deuda impagable de gratitud.
En tan solemne ocasión estaban presentes además, el Pbro. Jesús María Pellín, Vicario General del Obispado, y Fray José Monasterio Azcona O.S.A.R., Cura y Vicario de Pedregal.
La lápida conmemorativa, en entonces se descorrió, lleva la siguiente leyenda:
“ A LA GRATA MEMORIA DEL PBRO ANGEL GALLEGOS A CUYA CONSTANCIA Y ABNEGACIÓN SE DEBE PRINCIPALMENTE ESTE TEMPLO DEDICA ESTE HOMENAJE LA FELIGRESÍA DE PEDREGAL”

EL ACTO EN SU HONOR FUÉ REALIZADO EL DÍA 17 DE FEBRERO DE 1929
(FOTOGRAFIA CEDIDA GENTILMENTE POR VANESSA LEAL)
LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL PADRE GALLEGOS.
Pocos datos tenemos sobre la actuación del Padre Gallegos en su postrer Parroquia de Paraguaná. Después de una vida consagrada por entero al servicio de Dios y a la salvación de las almas, el Pbro. Ángel Gallegos –todavía en la plenitud de la vida-murió en Carirubana de Paraguaná, rodeado de sus hermanas y feligreses.
En el Libro Numero 1 de defunciones, pagina 15y marcada con el Numero 25 correspondiente al Archivo de la Parroquia de Paraguaná (Pueblo Nuevo) aparece la siguiente partida:
“En treinta de Noviembre de Mil novecientos treinta, Yo, el infrascrito, debidamente autorizado por el Excmo. Prelado Diocesano, Monseñor Lucas Guillermo Castillo, hice los oficios de sepultura eclesiástica al cadáver del Pbro. Ángel Gallegos, actual Cura, Párroco de esta Parroquia de Paraguaná, fallecido el 29 del presente mes en Carirubana de esta Península. El difunto era natural de España, pero recibió la ordenación sacerdotal en esta República, en varias de cuyas Diócesis ejerció el Ministerio Parroquial. No pudo recibir ningún sacramento por no haberse llegado a tiempo, pero sí se ejerció en su agonía, según confesión y testimonio de los que lo asistieron, en frecuentes actos de constricción y arrepentimiento”
Doy fe: Fray José Carceller Galindo Agostino R.
LA OBRA DEL PADRE GALLEGOS
El Padre Gallegos, Además del suntuoso Templo de San Nicolás de Tolentino, dejó en Pedregal, como recuerdo perdurable, las mejores imágenes que se veneran en la Iglesia Parroquial, entre ellas la del inmaculado Corazón de María y la de San Nicolás de Tolentino, que todavía se saca en procesión. Pero también tuvo gran parte en la adquisición de la bella imagen, tipo gigante, del Santo Patrón y Titular del Templo Parroquial. Por insinuación suya-en la última visita a su antigua parroquia- la Sra. Rosenda de Medina, se abocó a recolectar fondos para hacer posible la traída de tan colosal escultura.
Sin embargo el esclarecido Sacerdote que, solamente en Falcón, había construido tres grandes templos, amén de su fecunda obra apostólica, murió pobre, como había vivido toda su vida, su cadáver fue colocado en modestísima urna y sus cenizas reposan olvidadas en el Cementerio de Pueblo Nuevo de Paraguaná.
PEDREGAL CANCELA “LA SEGUNDA CUOTA” DE SU IMPAGABLE DEUDA DE GRATITUD, CONTRAIDA CON EL PADRE GALLEGOS.
El 29 de noviembre de 1931, se congregó el Pueblo entero de Pedregal, frente a su majestuoso templo y frente a la lápida, erigida dos años y medio atrás, para perpetuar la memoria venerada del querido Padre Gallegos.
Esta vez la concurrencia no venía a entonar himnos “con solemnidades de apoteosis”, como en anterior ocasión, por el retorno añorado del amado Padre del Pueblo, sino a llorar ante la lápida conmemorativa la ausencia sin retorno de su antiguo ductor espiritual.
A nuestras manos llegó providencialmente una copia de las palabras que en aquella ocasión se pronunciaron “A la memoria del Padre Gallegos”. Investigaciones juiciosas nos hacen presumir fundadamente que el ilustre orador, en aquella luctuosa efemérides fue el ilustrado Br, Fabio Manuel Chirinos, por largos años mentor de la juventud Pedregalense y cuyo nombre perpetúa La Escuela Federal de la localidad.

He aquí los términos de aquella sentida “ORACIÓN FUNEBRE”.
“Señores:
Debo confesaros que me siento abrumado por la comisión honrosa que me habéis confiado: de que sea mi humilde palabra la que venga a tributar en vuestro nombre un ingenuo, y por ingenuo, sencillo homenaje de justicia a la memoria de un hombre que supo ser justo. Y es el móvil, señores, de vernos congregados en este sitio, celebrar, de la manera más humilde y digna, el primer aniversario de la muerte del Padre Gallegos, el Sacerdote ejemplar que vivió por largo tiempo en el seno de esta culta sociedad, de buen Ministro del Señor, y a cuyos nobles esfuerzos, de buen Ministro del Señor, debéis este hermoso templo parroquial.
No ha mucho que este pueblo, que ha sabido siempre conservar como tesoro inapreciable, la exquisita flor de su hidalguía, colocó en este mismo sitio, como una elocuente manifestación de gratitud, esa lápida en la cual se ha querido hacer perdurar la memoria de aquel manso Pastor, que en su vida no tuvo más preocupaciones que no fueran las del estricto cumplimiento de sus deberes ministeriales, en ese alto y bello ministerio que ejercía. Para esa vez el Pastor vivía aún, y me cuentan que, movidas las fibras de aquel gran corazón por la elocuencia del orador que hiciera su exaltación, se le vio llorar ante su grey, que también lloraba con él, henchidos los fervorosos pechos por un mismo sentimiento de amor…./ y era que la gratitud, señores, en la forma diamantina del llanto, tenía también su desbordamiento, como tiene el cielo su desbordamiento de luceros en las claras y consagrada noches tropicales!!
No es mi palabra, señores, la que está llamada a hacer panegírico de aquella vida meritoria y consagrada. Ella sólo se limita a dedicarle en nombre de los hijos de este pueblo, que hoy puedo llamar mío, la corona de flores que, como un augurio de futura apoteosis, pongo sobre la lápida recordatoria del levita, el pastor ingenuo que supo ser solícito con sus ovejas en los blancos predios de Dios.
Piadosas y cultas damas de esta católica sociedad; ya que en vosotras está siempre fresco y palpitante el noble sentimiento de la piedad, porque en vuestro pechos virgíneos lleváis , como un baluarte de incontrastable fuerza, un corazón fortificado por la virtud y el amor a Dios; ya que en vuestros encendidos labios, que son rosas de amor, está la clave sublime y bella con que se puede hablar a Dios; echad a volar hacia el cielo las palomas blancas de la plegaria, para que, como las palomas legendarias que un día refrescaron con sus alas la frente ensangrentada del divino Rabí, vayan también, en la sublime forma de rocío celestial, a refrescar la tumba de aquel sacerdote ejemplar, que no tuvo en su vida más preocupación que el estricto cumplimiento de sus deberes ministeriales, y que supo ser pastor solícito con sus ovejas en los blancos predios de Dios.
Señores,
Y este sentido homenaje póstumo “A la memoria del Padre Gallegos”, bien puede llamarse la “SEGUNDA COUTA” de la impagable deuda de gratitud que contrajo Pedregal con el Padre Gallegos, por la construcción del magnífico “Templo orgullo de Pedregal, honra del estado Falcón.
PEDREGAL PIDE LOS RESTOS DEL PADRE GALLEGOS.
Inspirado debió estar el Sr. Cesar Moisés Riera en su discurso del 17 de febrero de 1929, cuando ofrendaba la lápida con Pedregal, perpetuaría la memoria del Padre Gallegos; al decir que en aquel entonces se estaba dando LA PRIMERA CUOTA DE UNA DEUDA IMPAGABLE DE GRATITUD.
La tercera cuota de su deuda debe saldarla Pedregal con el traslado de sus restos, para que duerman el sueño de la muerte en el Templo que él construyó con tanta fe, dinamismo y abnegación: ahí le corresponde esperar la hora de la resurrección, recibiendo entre tanto las calurosas plegarias y las flores fragantes que habrá de ofrendarle la feligresía Pedregalense: “como el justo y merecido galardón, acordado por todo un pueblo”
LA ÚLTIMA CUOTA
Será el tributo perdurable de la gratitud, la cual es de por si impagable, porque el recuerdo del Padre Gallegos en Pedregal, vive latente bajo la techumbre que sombrea las esbeltas columnas y las místicas ojivas de la remozada Iglesia de San Nicolás de Tolentino.



…Y estos improvisados datos biográficos son también un humilde aporte a la exaltación de la figura señera del Padre Gallegos, que lejos de achicarse en el transcurso del tiempo, se agiganta día por día, a la proporción que crecen las sombras de los altos montes, cuando el sol tambalea en el ocaso.

Coro – Capital del Estado Falcón – Venezuela
