ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO V – N° 210.-
Como de costumbre, oyendo las noticias que nos llegan de todas partes considerando la aldea en que se ha convertido el mundo, es interesante por decir lo menos, la cantidad de ellas que se pueden asociar a aspectos que se van convirtiendo casi que, en normales, en la interacción de los seres humanos en diferentes latitudes. En ocasión anterior hablábamos del “morbo” de los seres humanos y el papel que hoy juega en la vida diaria. Como diría un analista, casi que se ha convertido en “factor clave de éxito” para el fundamento de muchas comunicaciones y por allí para el mundo de la publicidad y su capacidad de “facturar”. Cualquier programa de tv o medio de comunicación en general, en cualquiera de sus especialidades, desde una noticia hasta programas de variedades u opinión, lo mismo que los manejadores de contenido, influencers y administradores de las redes sociales, cuentan entre sus fortalezas la explotación del “filón” del morbo.
A mi entender, solo como observador y consumidor y no como erudito en comunicaciones y publicidad, otros factores que también podría considerarse “claves para éxito” es el manejo de las “mayorías” y la búsqueda de ídolos y responsables, como protagonistas. Bien sea para exaltarlos y asegurarse seguidores que los apoyen y consuman su discurso, o para destruirlos como personas y rechazar lo que pregonan. En otras palabras, la búsqueda de la conversión de la audiencia en juez que dictamine sobre los congéneres y decida si alguien es bueno o malo, inocente o culpable, ángel o demonio. Bajo este esquema de relación el emisor y el receptor se conceden la oportunidad de hacerse parte de las mayorías que pretendidamente “tienen la razón”.
Este fenómeno está llegando a niveles probablemente no esperados. La moneda de intercambio para mantener todo el sistema son los “likes”. Estos y el número de seguidores (la equivalencia al rating, en los medios formales de comunicación) son los indicadores por excelencia y la herramienta de venta ante los clientes que compran las diferentes “ilusiones” que se mercadean, en un mundo donde la polarización promovida y visceral es el “soporte” suficiente para cualquier juicio. Pareciera que se tiende a volver normal la falta de compromiso con lo que se promueve, solo importa su venta.
Aun con la cuota de engaño que contiene muchas veces, para la promoción y venta de productos y servicios e ilusiones asociados a la diversión y farándula, este fenómeno y metodología de venta pudiera lucir aceptable.
El impacto se multiplica y sus consecuencias se hacen más relevantes cuando este entramado se hace presente y utiliza para la compra/venta de ilusiones asociadas a temas vitales como la salud, la economía y la justicia. Estas semanas hemos sido testigos virtuales de ajusticiamientos solo por desconfianza, pérdidas de vidas de menores que buscan aceptación de sus pares y se embarcan en demostraciones que atentan contra su vida, encarcelamiento de “lideres” electos, condena o aprobación y reconocimiento a jueces formales del sistema de justicia y a nivel de estado, la utilización del método por parte de los mandatarios para obtener dividendos presionando otros órganos del estado, mediante la polarización inducida en la población. Hemos sido testigos del acuerdo entre una poderosa cadena de medios y una empresa de manejo de herramientas electorales, alrededor de la emisión tendenciosa y consciente de información falsa para crear pretendidas mayorías y promover ídolos sin más fundamento que la manipulación de ilusiones, morbo, y otros sentimientos.
¿Cuál es el compromiso ético de los “actores/promotores” con el resultado?
¿A donde conduce esta vorágine que no se para en métodos, con tal de mostrar supuestas mayorías, mostrar algo que se pretende ser, sin serlo, ¿y facturar sin importar el cómo?
En la empresa privada y en general en todas las actividades personales, se trata de no ver afectados los intereses de los actores intentando por lo menos definir las condiciones en que se adquiere un bien o servicio. En otras palabras, estableciendo las condiciones bajo las cuales se hace un contrato. Utiliza, además de la investigación sobre sus actividades y éxitos pasados, una definición clara de lo que son las expectativas del contratante para contratar el proveedor de un servicio. ¿Como se hace? Utilizando INDICADORES DE DESEMPEÑO.
En algunos foros, se pregona como lugar común… “es que pretende administrar la empresa como si fuera suya”.
¿Si Ud. fuera el dueño de una empresa y encuentra un administrador que maneje la empresa como si fuese su inversión, Ud. lo despediría? Yo le daría cada año, al ver los resultados positivos, un bono.
¿Pero cómo saber si es exitoso o no?
El éxito o fracaso en una actividad se conoce midiendo y comparando resultados contra una expectativa, meta o standard. De lo que no se mide no es posible conocer si el resultado es bueno o malo. Los indicadores de desempeño relacionan por lo general la relación entre utilizados y el producto esperado. Imaginemos que sería de una empresa constructora de vías si no conociera el costo/kilometro. O si una universidad no conociera su costo/alumno o costo/graduado. Ud. como accionista de organizaciones de este tipo, debe poder averiguar si es competitivo o no. Comparando con otros, debe estar en capacidad de contratar un gerente con una meta concreta, un objetivo a mostrar, medible con indicadores y juzgar sus logros dependiendo de lo que alcance. Los indicadores, al igual que en el campo médico los valores resultantes en los exámenes son los que permiten definir cuáles son las causas origen de las debilidades en las que se debe trabajar.
¿Hacemos lo mismo cuando, como los accionistas de un país, estado, municipio o simplemente vecindario, decidimos quien nos va a dar el servicio de manejar nuestros recursos, representarnos legalmente e indicarnos u obligarnos, mediante ordenes (leyes y decretos) a actuar de determinada manera?
¿Somos competitivos en nuestras actividades del estado, o comunitarios? ¿Como lo sabemos? O por no promoverlo, la única salida que empleamos como comunidad y bajo la guía de nuestros “lideres” es recurrir al barril sin fondo de los impuestos para convertirlos en presupuesto y de allí, si no alcanza, lograr la aprobación de una “mayoría” real o pretendida y tener más recursos, ¿pero no mayor productividad?
Si como aspirante a un cargo de administración o “gerente” de un país, estado municipio o asociación de vecinos, no le exigimos al aspirante que presente unas metas expresadas en indicadores medibles, ¿cómo podemos saber si su labor tiene posibilidades y al final ser exitosa o no?
¿Cómo, un aspirante a administrador puede decir que va a ser mejor, si no se compromete con una meta medible? Vamos a convertirnos en un país potencia de turismo, de salud, aumentar la exportación de… aguacates, café, talento, ingeniería, salud, … ¿Como medimos su promesa y los resultados? ¿Cuál es su compromiso ético con los resultados? ¿Seguir utilizando el entramado ausente de valores para lograr vender una reelección independiente de los resultados? O tal vez culpar a quienes, como accionistas, ¿piden indicadores y resultados concretos?
¿Vamos a salir de la pobreza porque vamos a ser más competitivos en el mundo donde todos quieren exportar? O… vamos a disminuir la mortalidad infantil en XXX casos por 100.00 habitantes. Vamos a exportar XXX producto y para hacerlo vamos a reducir su costo por tonelada en XXX $. ¿Cuál discurso es el que se debe contratar?
¿Qué me hace competitivo? ¿Solo los paisajes naturales? ¿Solo el clima perfecto para sembrar? ¿Solo las pretendidas habilidades y talentos innatos de nuestro recurso humano?
El gerente que yo evalúe para contratar, si es un candidato idóneo, debe conocer la misión y el trabajo que aspira a ejecutar. ¿Es posible que, al hablar de metas para el resultado, me indique que necesita mayor presupuesto inicial? ¿Dispongo de el? ¿O… Debo reducir mis expectativas? ¿Creer que solo con deseos y promesas sin sustento real voy a lograrlo, es ser realista? ¿O simplemente es seguir en la fiesta de poner el futuro de los descendientes en manos de alguien que parece buen apostador? En otras palabras, de cualquier “vivo”
¿La ausencia de mecanismos reales de medición de la utilización de nuestros esfuerzos en un mundo cada vez más competido, nos dice algo de lo que ha sido la tragedia latinoamericana?
Enseñemos a nuestros descendientes desde sus primeros pasos que las acciones tienen consecuencias. Que ética en una sociedad es que cada quien se responsabilice por sus resultados. Que estos deben ser medibles en forma objetiva. Que los indicadores de gestión son la mejor carta de presentación para ser dignos del honor de presentarse como servidores de su comunidad. Lo demás es hacerse participe de la comparsa de “facturar”, supuestas actividades de discutible aporte o daño a esa comunidad, como en cualquier “chat” de variedades.
Álvaro Ramírez
Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan. Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional
Muy buen artículo, y es lo que muchos nos preguntamos referente a las ofertas de MCM como aspirante a la Presidencia, mucha oferta pero sin detalle del CÓMO….y cuáles serán sus indicadores… GRACIAS