Josefina y el IPC de las letrinas

CUENTOS DE A LOCHA EN UNA CUARTILLA – LUIS RAMÍREZ SÁNCHEZ – EL CANDIL PEDREGALERO – AÑO II – N° 58.-

Josefina la bodeguera habitó entre nosotros en una humilde casita de caballete y tejas de arcilla cocida, por allá por la Calle Calvario del populoso sector “La “Quebraíta”, muy cerca a los predios del célebre dentista universal, llamado Juan Bautista Salima; quien era vanguardia al frente del único consultorio dental del poblado pedregalense, en donde, cualquier miembro del grupo familiar estaba presto, calificado y dispuesto a hacerte, tanto el enchapado impecable de un diente de oro, como la extracción indolora de las muelas del juicio antes que el anestésico aplicado ejerciera su efecto adormecedor.

Nuestra `protagonista y parte del laborioso pueblo de otrora, acudieron a presenciar la proyección en la fachada Norte del templo San Nicolas de Tolentino de un documental denominado “JUAN CUCHARA”, en donde se mostraba al susodicho ataviado en braga de albañil elaborando una letrina enladrillada y techada ,presentada, esta obra didáctica, como una orientación el “Non Plus Ultra” para la salubridad en el azaroso arte de la eliminación de excretas en los tiempos memorables de la dictadura.


Josefina tomó notas con un lápiz Mongol de punta roma, muy usual en las manos de los bodegueros del Viejo Pedregal; y con él, tomó apuntes del material necesario y de las especificaciones para la hechura de su nueva sala de baño , que aquel documental caricaturesco le mostró en el muro eclesiástico aquella tarde-noche y los pobladores instruidos y dispuestos a participar en la erradicación de los males devenidos de las malas políticas de la salud pública en el Pedregal de entonces.

Nuestra invitada con proyecto en mano se presentó al consultorio del afamado dentista para consultarle acerca del I.P.C. (Ingeniería, Procura y Construcción ) en razón de que Juan Bautista Salima ya había construido la novedosa estructura civil, que suprimía el uso de escusados o sanitarios de cielo abierto, cuando todavía mi pueblo no conocía el uso de las pocetas inmaculadas color de armiño.

-La letrina que vas a emprender tiene un costo aproximado de: 133.75 bolívares, incluyendo la mano de obra-. Le manifestó Juan a la laboriosa Josefina, quien le respondió a su interlocutor de una manera que no entendimos si fue interrogativa o concluyente en la forma siguiente:
-Quiere decir compadre Juan que si a usted le costó esa letrina 133,75 bolívares a mí me debe salir por un costo mucho menor, teniendo en cuenta, Juan que aquí en tu casa son 12 personas las que habitan y yo soy solita compa e Juan… y además, soy estítica. –

«La mente es como un paracaídas, solo funciona si la tenemos»

Albert Einsten

Coro-Estado Falcón-Venezuela

02 de junio de 2019

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