ENFOQUE LIBERAL – EL CANDIL – AÑO V – N° 234
Una de las prácticas más perniciosas que se viene difundiendo durante los últimos años, tanto en los centros de estudios como por medio de los medios masivos, es el empleo del argumento «ad verecundiam», es decir, la falacia de autoridad, que no es otra cosa que pretender validar una opinión o argumento aludiendo a quien la esgrime y no al contenido de lo que se ha dicho, dejando de lado el hecho de que la única forma de validar lo que sea que uno diga es por medio de su fundamentación y demostración no contradictoria con respecto a los hechos de la realidad.
En ese sentido, no hay manera de dar por válido un punto de vista —por más retórica que su exposición sea hecha— si su sustento es «el grado académico» de quien lo dijo, «el consenso de los expertos» de quienes muy pocas veces se conoce su identidad ni mucho menos la validez de sus métodos y fundamentos, o «el prestigio» de la universidad en donde estudió la persona detrás de esa aparente «verdad absoluta», siendo paradójico que habitualmente el promedio de sujetos que recurren a este tipo de falacia lógica arguye que «ninguna verdad es absoluta», a pesar de que defiendan «su verdad» como si realmente lo fuera.
El problema con esta inmoral e intelectualmente deshonesta práctica es que, conforme se continúa con su difusión e incentivo, más y más se va corrompiendo la sociedad en todos sus niveles, esto en virtud de que, al promover el uso de falacias como defensa de una postura personal, de una creencia o de cualquier idea que se tenga, se conmina a quienes la practican a apoyarse en mentiras que favorezcan el logro de sus caprichos, que es lo que esencialmente hacen los estafadores, los políticos corruptos, los manipuladores, entre otros parásitos sociales quienes son los principales beneficiados de este desastre intelectual, el cual no hace diferencias de ningún tipo, sea académico, social, étnico, económico o de cualquier otro.
¿Cómo se combate este mal? Únicamente por medio de la práctica de la virtud de la honestidad, es decir, siendo íntegros con la verdad, incluso si reconocerla no deje tan bien parado a uno, pues, aun cuando se admita un error de carácter o una falta moral, uno mismo dignifica a su persona porque se ha decidido abrazar la verdad antes que seguir ocultándose detrás del vil engaño.
Enfoque Liberal
Concebido con el objetivo de difundir las ideas liberales en los distintos campos que rigen la vida del hombre, tales como la Economía, la Política, la Ética y la vida en sociedad. Las publicaciones que se realizan en esta página se basan en el conocimiento adquirido del estudio del Liberalismo Clásico, el Objetivismo y la Escuela Austríaca de Economía.