La fuerza de la razón

ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO VI – N° 254.-


Hay palabras que encierran, más allá de su etimología y definición, un contenido o significado que genera, casi que involuntariamente, reacciones asociadas a sentimientos, historia, o vivencias de quien las escucha o utiliza.

Una de esas palabras es “PODER”

Según la RAE, es larga la lista de posibles definiciones de la palabra. Extraigo solo una muestra sin ejemplos, que creo resume un poco la potencialidad de uso:

  • Facultad de actuación
  • Acto o instrumento en que consta la facultad que alguien da a otra persona para que en lugar suyo y representándolo pueda ejecutar algo.
  • Capacidad de una persona o de un grupo de personas de llevar a cabo su voluntad incluso con la oposición de otras personas que están participando en la acción.
  • Posesión actual o tenencia de algo.
  • Fuerza, vigor, capacidad, posibilidad, poderío.

Otra de esas palabras es «AUTORIDAD»

Según la RAE, algunas acepciones:

  • Prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia.
  • Potestad, Legitimidad.

Otra palabra es «LIDERAZGO»

Según la RAE, algunas acepciones:

  • Situación de superioridad en que se halla una institución u organización, un producto o un sector económico, dentro de su ámbito.

Con el paso del tiempo, estas tres palabras, debido a su potencialidad para la manipulación del léxico, han visto multiplicado su uso. Forma parte del vocabulario comúnmente utilizado en el día a día por la población. Difícilmente creo que pase una emisión de un noticiero cualquiera, en que no se utilicen estas palabras. Y si vamos al mundo de la publicidad y mercadeo, especialmente de las imágenes y productos políticos, también difícilmente puede Ud. ver una campaña que no las utilice, aunque sea implícitamente.

Comúnmente se habla de poder y autoridad con sus connotaciones encontradas tanto positivas como negativas, tratando de reclutar al receptor para una causa. Falta de poder o autoridad, exceso de poder, abuso de autoridad. Poder al servicio de quien consuma el producto, pérdida de poder de quien no tome, “x o y” decisión. En fin, se han convertido en palabras comodín como resultado de la intención de conquistar de cualquier modo al receptor para un fin.

En cuanto al término liderazgo, también es muy común. Su uso puede describir su ejercicio en actividades ilícitas, aunque la tendencia es a ser utilizada con la concepción positiva. Refleja la actividad de líder y como tal guía, modelo a seguir. 

Analizando un poco las palabras mencionadas para tratar de encontrar su fortaleza en la comunicación, percibo que tienen en común tratar de transmitir la idea de “capacidad”. Pretender que se posee o se puede ejercer, el poder o la autoridad, es pretender que se tiene la capacidad. A su vez, el concepto de capacidad se asocia a conocimiento o habilidad. La capacidad de ejecutar una acción depende del conocimiento o habilidad que se tenga sobre la materia. 

En la línea del tiempo recuerdo hace algunas décadas, géneros exitosos de la pantalla:

De detectives. Normalmente su trama giraba alrededor del conocimiento y habilidades en el uso de herramientas de investigación. Las ponían al servicio de averiguar la verdad y encontrar la causa y el culpable de una acción indebida.

Otro género exitoso en décadas pasadas era el de los “westerns”. Fueron exitosos con tramas alrededor de habilidades de sus protagonistas para manejar las herramientas, armas, al servicio de la ley y el orden. 

Otro género también exitoso, lo fue, el de películas asociadas al suspenso, en el marco de amenazas a la humanidad, en forma de monstruos, epidemias o invasores. Lograban su éxito desarrollando las tramas alrededor de científicos, investigadores, descubriendo la forma de eliminar el peligro.

Las películas mencionadas, siempre manejaban estos conceptos y eran muy aceptados por el público. Creo que especialmente porque definían muy en blanco y negro, lo bueno y lo malo. El estar del lado del bien común (la supervivencia de la familia y la sociedad), daba la fuerza suficiente al conocimiento y las habilidades, para lograr imponer el bien sobre el mal.

El mundo del celuloide conquistaba a los espectadores que lo asimilaban a su vida diaria y les ayudaba a reforzar el concepto de Poder, Autoridad, Liderazgo y conocimiento, al servicio del deber ser, la sostenibilidad de la sociedad.

Era una vida e interrelaciones menos complejas, donde el ejercicio de la autoridad que se daba mediante el poder concedido a alguien aceptado por sus conocimientos, le permitía ejercer su liderazgo, en el enfrentamiento a cualquier comportamiento que fuera en contra del bien común. En otras palabras, defender al bien del mal.    

¿Qué ha cambiado?

En esos periodos en la línea del tiempo de que hablamos, indudablemente la tecnología y el avance en las comunicaciones se encontraba en niveles muy distantes de los que se han alcanzado hoy.

La capacidad de enterarse de hechos al otro lado del mundo en forma inmediata, de escuchar simultáneamente analistas con visiones diferentes, de percibir las circunstancias alrededor de los actores de cada noticia y tener la capacidad de emitir cada quien su opinión y hacerla asequible a todo el mundo sin salir de casa, y, por el contrario, trayendo a ella el teatro de acontecimientos en forma virtual, forman un panorama totalmente diferente: 

-El concepto de bien y mal es más difícil de definir. Hoy cuando estamos cerca de colocar seres humanos en Marte, el solo enfrentamiento por creencias religiosas es sangriento.

-Los conceptos de verdad y mentira dependen muchas veces de la posibilidad de presentarlos a través de ópticas diferentes, con lo cual la “dureza” de la data real ya no lo es tanto, porque depende de la interpretación. Como consecuencia se ha derivado en que tener la razón depende de la data y cómo la maneje cada una de las partes en conflicto. Hay países muy cercanos que muestran cifras que los convierten en democracias a los ojos de algunos y de países terroristas a los ojos de otros.

-La posibilidad de aglutinar visiones que apoyen determinada concepción de un problema u oportunidad depende cada vez más de las herramientas utilizadas. El solo concepto de percibir la fuerza laboral como “Clase Obrera” o como “Capital Humano” en una sociedad, es un ejemplo donde se depende de las herramientas de transmisión, divulgación y distribución de beneficios que utilice el “líder de turno.,

-Tener la razón depende de la data que posea y cómo la maneje, cada una de las partes. El problema de las drogas como culpa de los consumidores para algunos, y de los productores para otros, es un ejemplo.

En el marco anterior, la solución de conflictos y administración de justicia no puede declararse ciertamente como objetiva, independiente y “ciega”, como tampoco más ágil, hoy.

La mayoría de los litigios internacionales o interculturales, terminan siendo objeto de negociación, con lo cual de promueve el violar acuerdos, compromisos y tratados, para luego renegociar entre otras cosas la validez de los representantes, después de firmados y violados dichos acuerdos. Es la mejor muestra del mal uso del Poder, la Autoridad y el Liderazgo, tanto por quienes lo ejercen, como por quienes lo otorgan.

Con todo lo anterior, probablemente una conclusión de parte importante de la sociedad es que lo que anteriormente se consideraba la fuerza de la razón como factor de empoderamiento a la hora de actuar ante problemas o conflictos de las sociedades, se está convirtiendo en un elemento solo retórico, si no se posee en la búsqueda de soluciones, la fuerza de verdaderas y efectivas herramientas que concedan la superioridad ante la desviación a las normas de comportamiento acordadas. ¿Ejemplos? Solo en América Latina sobran, si contamos todas las manifestaciones de “preocupación”, sin acción, de los organismos internacionales creados para servir de “comités de convivencia” ineficaces.

¿Qué hacer?

Probablemente sería de ayuda empezar analizar la forma de hacer la concesión del Poder, La Autoridad y el Liderazgo. La forma de elegir desde nuestro representante en la junta de administración del edificio hasta el jefe de estado.

Las normas establecen límites para el ejercicio del poder y la autoridad de un cargo de representación, cumplir con ciertos requisitos que permitan estimar y apostar que con ellos se puede cumplir las funciones que se le describen como obligatorias al apoderado. Con la comprobación de los requisitos y promesa de hacer sus mejores esfuerzos para cumplir el mandato y no salirse de las funciones encomendadas, se le otorga el poder, en simbólico momento de juramento.

Qué pasaría, si las sociedades empiezan a plasmar en blanco y negro, ¿Qué NO ES un mandatario? ¿Qué NO ES un parlamentario, ¿Qué NO ES un concejal, un gobernador o un alcalde?  ¿No sería más fácil por esta vía pedirle cuentas por convertirse en lo que ha firmado que no va a ser?

En nuestras escuelas se enseña desde párvulos, las funciones de los representantes populares para cumplir un mandato. Probablemente es hora de empezar a ensenar, qué no debe hacer, un representante. Una de las primeras enseñanzas puede ser, que un representante “no es un negociador” del cumplimiento de la ley.  



Álvaro Ramírez

Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan.  Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.   


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