DE HISTORIA Y ALGO MAS – MIRELA QUERO DE TRINCA – EL CANDIL – AÑO III – N° 117.
El despertar de la Nación.
Podría pensarse que las “travesuras juveniles” de la Semana del Estudiante no tenían tanta importancia, pero fue la chispa que desencadenó una serie de acontecimientos y catapultó a los personajes que influirían a lo largo del siglo XX, que recién comenzaba.
Si a ver vamos, los actos de la Semana no habían sido tan inocentes, ya que llevaron a la destitución de Diego Carbonell, rector de la Universidad Central de Venezuela.
Resultó provocadora la presencia y participación en el acto inaugural, del poeta José Pío Tamayo, un reconocido conspirador y antiguo opositor al dictador Juan Vicente Gómez, exiliado y reincorporado al país gracias a la Amnistía instrumentada en 1925 por Francisco Baptista, secretario de la Presidencia. Pío Tamayo era un conocido comunista, uno de los fundadores del Partido Comunista de Cuba y de la “Unión Obrera Venezolana”; activo miembro de la “Liga Antiimperialista de las Américas” y colaborador de órganos de prensa como Venezuela Libre y El Libertador.
A los ojos del gobierno, también resultó inconveniente la presencia de Gonzalo Carnevali, recién salido de cuatro años de cárcel en los que no sólo sufrió torturas, sino que presenció las torturas y muerte de su padre y las de su hermano Atilano.
No sólo la presencia de reconocidos enemigos del gobierno, sino los discursos pronunciados, fueron considerados “subversivos” por el gobernador del Distrito Federal, general Rafael María Velasco: El poema de Pío Tamayo, “Homenaje y Demanda del Indio”, alegoría en la que añora a su novia ausente de nombre “Libertad”; el poema de Noriega Trigo quien en no muy velada crítica a la política de concesiones petroleras de Gómez, hablaba sobre el dolor zuliano al ver su lago crucificado de taladros y manchado de petróleo; el elogio del poeta Antonio Arráiz a La boina del estudiante, a la que calificó de “mensajero de la nueva esperanza”, el discurso de clausura de Betancourt sobre la juventud independiente de Caracas; y para completar el panorama,.
Pero no eran sólo palabras, sino gestos agresivos y rebeldes como el de detener el libre paso de vehículos frente a la casa natal de Andrés Bello, porque el ruido de sus cornetazos no dejaban escuchar el discurso de Angarita Arvelo; o como el de Prince Lara al destruir una placa de homenaje a Gómez; y hasta su jactancioso himno de noches de parranda, el sacalapatalajá ajá, ajá, que aludía al hablar andino de Gómez y según algunos, se burlaba de una pequeña cojera del dictador.
Si bien los actos de la Semana del Estudiante fueron tildados de “inconvenientes”, peor resultaron las consecuencias que originaron. Y no era para menos. Apenas 3 días después del apresamiento de los cuatro instigadores -Tamayo, Prince, Villalba y Betancourt- los estudiantes en un acto inesperado de protesta y solidaridad, empiezan a entregarse a la policía. La Federación de Estudiantes abrió los fuegos con su carta del viernes 17 de febrero ¡exigiendo¡ ser detenidos.
Inmediatamente, en acciones espontáneas le siguieron los empleados de farmacia, de comercio e industrias, de la banca, teléfonos y tranvías, etc., con las mismas exigencias de ser detenidos junto a los grupos de estudiantes que seguían presentándose ante la policía.
Así, a lo largo de la semana el ejemplo de Caracas se fue extendiendo en manifestaciones de apoyo a los estudiantes en las principales ciudades: La Guaira, Maiquetía, Valencia, Maracaibo, Mérida, etc. Ante estas noticias, el general Gómez había ordenado …”detener a toda persona que de alguna manera, trate de perturbar el orden público, así como a los vagos y mal entretenidos, para que sean enviados a los trabajos de las carreteras”; órdenes que se cumplieron fielmente a tal punto que luego de tres días de protestas, la semana concluyó a “plan de peinilla”, con dos muertos, varios heridos y muchos detenidos, tal como lo reportan varios telegramas del 23, 24 y 25 de febrero.
En la madrugada del viernes 24 de febrero los detenidos en Caracas fueron enviados al Castillo Libertador en Puerto Cabello. Una larga fila de autobuses de “La Línea Blanca” propiedad de F.A. Colmenares Pacheco, salía con los estudiantes y empleados detenidos quienes eran aclamados por los pueblos donde pasaban. En el trayecto entre El Palito y Puerto Cabello, uno de los buses volcó provocando heridas leves a un sargento del personal de custodia y a uno de los estudiantes, que fueron atendidos en el hospital de Puerto Cabello.
Según reportó el coronel Manuel Gámez, quien con 5 oficiales y 93 individuos de tropa había salido en comisión de resguardo a los detenidos, llegaron a Puerto Cabello a las 3 y media de la tarde donde hizo la entrega de 201 presos al general Molina.
Mientras tanto en Caracas, a la misma hora iniciaba …”la huelga de institutos bancarios cuyos empleados excitan al comercio, a cerrar en son de protesta. La policía ha empezado a hacer detenciones”. Poco después volvía la normalidad y se supo que en un primer momento la banca y comercio cerraron …”por temor al grupo de dependientes que amenazaban a los dueños con darle candela si no cerraban. Estos alborotadores fueron reducidos a prisión. La policía procedió enérgicamente a dispersarlos y detuvo a 45 de ellos.
Pero, la huelga en Caracas …“está tomando carácter hasta cierto punto algo grave pues grupos de señoras y señoritas han salido a excitar a las casas de comercio y centros de comercio a cerrar. Además, se me informa que mañana preparan ellas una mayor manifestación”.
También en el vecino Litoral se sintió la repercusión de la Semana del Estudiante y las noticias no dejaban de llegar al general Gómez. Resumiendo lo informado en varios telegramas, en la mañana se presentaron para ser arrestados varios estudiantes. “Después del almuerzo un grupo de empleados trató de imponer el cierre de los bancos y de casas de comercio. Fueron detenidos y uno de los manifestantes resultó ligeramente herido en riña con la policía. En estas manifestaciones, tomaron parte algunas mujeres. Para acabar con todo esto (…) se le pidió al general López Contreras varios piquetes de tropa para lo que pueda necesitarse”…
Se anunciaban 71 detenidos entre los cuales 46 son empleados de banco y casas de comercio, que fueron los instigadores de la manifestación de protesta y hubo que reducirlos por la fuerza resultando dos de ellos heridos. Los otros 25 son gente del pueblo que los acompañaban”. También hay 14 estudiantes detenidos.
…”esta tarde suspendieron el trabajo los vapores que estaban descargando, debido a que los empleados de comercio etc., etc., en huelga, invadieron los muelles e impidieron que continuaran en sus trabajos los estibadores quienes se agregaron a los manifestantes”.
Los manifestantes se congregaron en la Plaza Vargas, donde el joven Elías Pérez Sosa, redactor del periódico de Maiquetía, reconociendo siempre la suprema autoridad del Benemérito general Juan Vicente Gómez, pronunció un discurso en el que advertía que se trataba de una manifestación pacífica por la libertad de los estudiantes, siendo detenido. A las 10 de la noche, luego de la detención de los principales instigadores de la manifestación, volvió la calma en el Litoral Central.
En Caracas, en la mañana del 25 de febrero el gobernador del Distrito Federal, general Rafael María Velasco, comunicaba al presidente Gómez. “Se me acaba de informar que la carretera para esa [Maracay] está regada de tachuelas. He dado las órdenes del caso para limpiar la vía”. En este momento salen 80 de los alborotadores de ayer. No va ningún estudiante. Este grupo de detenidos iba custodiado por el teniente Carlos Padrón con 15 individuos de tropa.
En la mañana se dispersó sin mayores incidentes, una manifestación de mujeres y se detuvo al general Carmelo Castro, Fernando Márquez y Rafael Arévalo González. A las 10 empezó una manifestación contra la cual cargó la policía haciendo algunos prisioneros, pero, ..”en el desorden en la esquina del Socorro resultó un policía herido y un ciudadano muerto.
También por causa de los estudiantes, se detuvo a un grupo de 25 abogados reunidos en casa del doctor Guillermo López, donde se requisó un documento sedicioso y se detuvo a los doctores Juan José Mendoza, Lorenzo Herrera Mendoza, J. F. Arreaza Calatrava, Carlos Mendoza, Armando Octavio, Andrés Reverón Larré, Pedro Acosta Oropeza, Francisco Meaño, Esteban Palacios Blanco, Carlos Acevedo Toro, Miguel Ángel Páez Pumar, Pedro Parés Espino, Edgar Pardo Stolk, Domingo Antonio Narváez, Emilio Faría, Víctor Manuel Juliac hijo, Francisco Manuel Mármol, A Morandi Slitter, José J del Castillo, D.A. Coronil hijo, Rafael F, Gutiérrez, Demóstenes López y Guillermo Herrera Umérez.
En total, el saldo de detenidos en Caracas el sábado 25 de febrero, fue de 160 alborotadores, más 23 abogados y 16 estudiantes. El gobernador Velasco telegrafió: …Además de las novedades ocurridas ayer, hubo la de 2 muertos y 5 heridos en los choques de la policía con los agitadores. De los heridos, dos son policías”.
También por mar, se trasladaron los detenidos hasta el Castillo Libertador, como informa el doctor L Godoy, Prefecto del Departamento Vargas: …”desde el momento del embarque de los presos, esto está perfectamente tranquilo. Todo el mundo en su trabajo en los muelles y en la población … acabo de entregarle a bordo, al capitán del José Félix Rivas, a los ciudadanos: Elías Pérez Sosa, Gabriel Elser, Pablo Ramírez, Carlos Medina, Erasmo…, Alberto Winckelman, Reccagno, Julio Osman y Doroteo Rodríguez, que fueron en la casi totalidad, los dirigentes de la manifestación de ayer. El capitán me lo pidió para esta hora dizque para recalar al amanecer en Guanta. Continúo recogiendo los demás culpables”
El 5 de marzo, varios de los detenidos en La Guaira, fueron liberados después de haber presentado fianza; y el mismo día, también fueron liberados los estudiantes y empleados detenidos en el Castillo Libertador.
La celebración de la Semana del Estudiante de 1928, no pasó desapercibida. Al contrario en la sociedad aterrorizada de entonces, despertó reacciones inesperadas y de gran significación, y venciendo el miedo una gran parte de la población, desarmada, enfrentó al régimen.
En efecto, como bien intuía Gómez y así se lo dijo a uno de sus acólitos, esto era algo diferente, no se trataba de levantamientos ni de invasiones a la manera de los viejos caudillos liberales, no, esta vez las protestas tenían otro cariz, eran universitarios, jóvenes instruidos que representaban la crema y nata de la juventud venezolana, hijos de las antiguas y más representativas familias y de la burguesía venezolana; eran ¡las mujeres!, madres, hermanas y novias de los estudiantes presos; era la clase media incipiente representada en los empleados de banca y comercio; eran la población común de los pueblos y ciudades del interior, quienes habían desafiado el terror oficial y abiertamente manifestaban su apoyo a los estudiantes.
Durante la Semana del Estudiante, una generación de jóvenes había entrado a la historia y su influencia en la vida venezolana, se extendió durante todo el siglo XX, en las artes y la literatura, en la política, en la economía y los negocios, en la educación, en las profesiones liberales, es decir, en todas las ramas del quehacer nacional.
Monterrey – Estado de Nuevo León – México
