ENFOQUE LIBERAL – EL CANDIL – AÑO IV – N° 168.
Alcanzar la felicidad es el objetivo fundamental en la vida una persona, independientemente de los desvaríos en los que esta pueda incurrir en determinadas circunstancias anímicas y psicológicas. Ser feliz es un fin en sí mismo. La felicidad es el estado de consciencia del logro de los valores propios, es decir, de lo que valoramos y le da sentido a nuestra existencia.
La suma de las decisiones y acciones que emprendemos procuran alcanzar tal meta, aun cuando no pensemos activamente en esos términos. Pero para ser feliz, primero es necesario establecer inequívocamente aquello que valoramos (nuestros valores), en función de que se pueda trazar acertadamente los caminos a seguir, las maneras en las que se procederá y los principios que guiarán todo el proceso.
Una vez que se tiene claro qué es lo que uno valora (amistad, amor, familia, etc.), es imperativo desarrollar las virtudes (racionalidad, respeto, lealtad, honestidad, honradez, etc.) que nos llevarán al logro y conservación de nuevos valores. Cuando son los vicios (irracionalidad, falta de respeto, deslealtad, deshonestidad, falta de honradez, etc.) los que predominan en la vida de un individuo, el principal perjudicado no es el compañero de trabajo o estudios, el familiar, la pareja, la amistad, el vecino o cualquier otra persona a la cual se le haya causado alguna forma de perjuicio, sino quien lo ha cometido, pues esa otra persona tiene la libertad de alejarse, continuar en el camino de su vida y lograr su felicidad, mientras que, quien ha obrado mal, progresiva e integralmente va socavando su existencia sumiéndose en la miseria de la pusilanimidad y el soporífero estado moral y psicológico de un desgraciado ser que no conoce otra forma de lidiar con sus semejantes que no sea por medio de la causación de daño físico o moral contra estos en pro de mitigar los efectos de sus irremediables vacíos existenciales.
En virtud de lo explicado, se puede llegar a la conclusión de que el ser feliz es de exclusiva e irrevocable responsabilidad individual. Nadie más que uno mismo puede determinar qué valoramos ni cómo lograremos y conservaremos esos valores.
Podemos recibir la guía de terceros, pero los procesos de razonamiento necesarios para lograr el desarrollo del conocimiento acerca de ello solo pueden ser efectuados por cada persona. No solo se trata de conocer al respecto, sino de llegar a una comprensión cabalmente consciente y honesta de ese conocimiento logrado, trasladarlo a los hechos, ser constante y disciplinado en su puesta en práctica y no dejar de ser íntegro con nuestros valores, nuestros principios y las virtudes que nos conducirán hacia la consecución de nuestra felicidad.
NOTA DEL EDITOR: Artículo publicado originalmente en la página “Enfoque Liberal” y es compartido en “El Candil” con autorización de su administrador.