FRANCISCO SUNIAGA – EL CANDIL – AÑO VI – N° 259.-
«¿Qué pasará si más tarde Maduro llegara a la conclusión de que va a perder haga lo que haga?»
Y así acaba de quedar demostrado. Ayer Venezuela, una vez más, contuvo el aliento esperando la decisión de Nicolás Maduro. Se esperaba un zarpazo del régimen, las dudas estaban en torno al nivel de daños que causaría, y aspirar a que tuvieran remedio. Ocurrió lo inesperado: salvo demorar el trámite hasta las últimas horas del lapso y dejar a un país entero sin dormir dos noches, la sanción no fue a mayores. El suspiro de alivio de millones de venezolanos le dio varias veces la vuelta a la tierra. Finalmente, el CNE recibió la renuncia de Manuel Rosales a la candidatura de su partido UNT y se aceptó su sustitución por la de Edmundo González Urrutia, candidato de la unidad.
En Venezuela se sabe que la transición a la democracia es por lo pronto una rendija en su espacio/tiempo político. Que se mantenga abierta es una decisión que en poco depende de la mayoría opositora al régimen de Maduro. Al contrario, es precisamente el autócrata quien puede decidir dejarla así o bloquearla. Lo único que lo ha contenido es que el costo de hacerlo resulta todavía mayor que aquel de someterse a unas elecciones, en las que ya, antes de la partida y por si acaso, se ha procurado ventajas insólitas.
Ayer se contuvo. Unas negociaciones con Estados Unidos, de cuyo contenido mucho ignoran los venezolanos; la falta de apoyo de sus camaradas en el continente, en particular Lula y Petro, y de otros actores internacionales, como España, que declararon su desacuerdo con una tercera inhabilitación sucesiva; fueron importantes. También debe haber influido en esa decisión el ambiente interno. Maduro es un político de un gran instinto y debe percibir que su apoyo puertas adentro se debilita. Debió preguntarse qué pensarían de él sus rivales, Padrino, Diosdado y hasta el propio Jorge. No en balde circulaban por las redes especulaciones sobre una posibilidad de cambio del candidato chavista. Las redes no son fuentes confiables, pero cuando suenan, son como los ríos.
Ayer se pudo, pero falta superar otros episodios de ese mismo tenor que aparecerán antes, durante y después del 28-J. ¿Qué pasará si más tarde Maduro llegara a la conclusión de que va a perder haga lo que haga? Sin duda que el riesgo de que decida darle una patada a la mesa (y mesas electorales) se potenciará peligrosamente. Sabido es que en Venezuela hay una dictadura y que, como dicen en España, Maduro es el puto amo.
Tampoco hay que olvidar que el interés de Cuba en el devenir político venezolano se hace más acucioso, a medida que la isla se interna en su crisis terminal. El infausto “período especial” de los 90 se quedó atrás. El régimen castrista dirigido por Díaz Canel está por tanto en modo supervivencia. La teta de la que se ha alimentado durante el último cuarto de siglo se le seca. Pero nadie se equivoque, no piensan soltarla hasta que no hayan extraído la última gota porque no tienen sustituta a la vista. Por eso trabajan con denuedo para mantener a Maduro en el poder, por las buenas o por las malas. Y en esto último sí son mortalmente efectivos. El riesgo del zarpazo por tanto seguirá ahí.
Con la aparición de Edmundo González Urrutia, como candidato unitario, se ha producido una ola de entusiasmo nacional. Cuando han sido tantas las derrotas, las victorias, por episódicas que sean, son una catarsis, pero no hasta lo inconveniente. No hay que bajar la guardia ni un segundo. Los dueños del espacio/tiempo también tienen la ventaja de quien juega con cartas marcadas y cuenta con soplones alrededor de la mesa. Y desde el sábado pasado, cuando se produjo en la Plataforma Unitaria la decisión de apoyar a EGU, todas sus alertas están encendidas y las cartas ya se sabe dónde.
Sin embargo, tanto o más importante es saber qué se va a hacer cuando se presenten los obstáculos. Por suerte, ya la clave para resolver tramas futuras se conoce. La misma respuesta del 19-A: Unidad unánime. Ratificarles a los venezolanos que la pelea es con el voto y que la oposición puede producir respuestas unitarias, de calidad y efectivas contra la trampa y el abuso.
El nudo gordiano de Venezuela no es posible desatarlo a espadazos, como hiciera Alejandro Magno. Aquí se requiere sumar a innumerables factores y equipos humanos a la labor paciente de desenredarlo hilo por hilo. Los astros comienzan a alinearse para favorecer a quienes luchan por la democracia: La voluntad de cambio de los venezolanos es mayoritaria e irreversible, se cuenta con un candidato presidencial sensato y prudente y la unidad, ya se ha visto, es un arma formidable. Manos a las obras.
Francisco Suniaga
Educador, pedagogo, escritor y articulista venezolano.