ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO IV – N° 191.-
En estos días, se están llevando a cabo simultáneamente algunos eventos que cualquiera pudiera decir son totalmente diferentes en los Estados Unidos. El primero de ellos es la apuesta del mayor monto de dinero jugado en una lotería. Más de 2.000 millones de dólares en el “Powerball”. Otro evento, son las elecciones de medio término de legisladores y autoridades en todo el país. Un tercer evento, corriendo el riesgo de ser criticado por dejarlo en tercer lugar, es la final del campeonato de béisbol. Aspectos muy diferentes de la vida del país. La seriedad del ejercicio democrático de selección de los actores políticos que recibirán el mandato de servir a la sociedad desde sus cargos, por un lado. Por el otro, la distribución al azar de un pote de dinero aportado voluntariamente por millones de personas. En tercer lugar, la final del campeonato de beisbol. Uno de los equipos que ha llegado con su esfuerzo a la final, debe obtener en buena lid mediante competencia deportiva (no filantrópica) el título de campeón de béisbol. Este último evento, de reseña mundial, causa la explosión emocional de los seguidores de uno u otro equipo envuelto en los juegos finales, que se manifiesta hasta en la paralización de actividades laborales y educativas para la exaltación de los héroes deportivos. (Para los juegos olímpicos en la antigüedad se suspendían las guerras) A pesar de la gran diferencia, hay algunas cosas que tienen en común. Es el ejercer mediante mecanismos preestablecidos el derecho a buscar en forma pacífica, un resultado aceptado por los participantes, que satisfaga sus intereses. El resultado de la consulta o juego, le cambiará la vida a bastantes personas.
Los tres son una apuesta importante. Hay mucho en juego. Por un lado, está en juego la economía y funcionamiento del país más poderoso del mundo, los próximos 10 años, por lo menos. Por otro, se refuerza, si los resultados son positivos y se demuestra el cumplimiento de los compromisos económicos de distribución de los premios, se puede esperar un crecimiento de los indicadores asociados a los juegos de azar especialmente en este periodo inflacionario que se presenta. En cuanto al campeonato, es difícil calcular el impacto económico que, para un equipo, su región, sus hinchas, las entidades financieras, la bolsa de jugadores, la prensa y televisión, significa la obtención del título. En cuanto al aspecto emotivo es aún más difícil de calcular las locuras no solo económicas, de que son capaces los seguidores para mostrar su fidelidad y admiración
Como podemos ver “es la economía…” como decía la frase que eligió un presidente de EEUU en 1992, además de las emociones asociadas, lo que siempre está presente en la vida de las sociedades y sus decisiones.
Dependiendo de los resultados de los eventos de esta semana se puede “esperar” el movimiento de los indicadores económicos del país y de sus regiones, de determinadas industrias, reflejando entre otras cosas la confianza (¿o ilusión?) de ciertos sectores asociados a los resultados. Ya empiezan las apuestas por los resultados de las elecciones presidenciales que tendrá lugar en dos años. Algunos planes de inversión, tanto a nivel individual, (el estudiante vecino, el colega del trabajo, la familia que se muda, etc) y a nivel industria, planes de exploración, ampliación o contracción de empresas, y a nivel social, programas de educación, de salud, de política internacional, de infraestructura regional, se verán afectados por el resultado de las elecciones, o del campeonato de beisbol, o del powerball.
¿Qué otra cosa, muy importante, tienen en común estos eventos? Que todos son una apuesta. Pensar en “es la economía” pero direccionando las acciones obedeciendo un sentimiento, una expectativa, una ilusión, un deseo.
Con una ilusión se compra/vende la fuente de la eterna juventud. Con una ilusión de pagar con menor esfuerzo en el futuro, o experimentar felicidad, o recibir una recompensa económica, u obtener ventaja económica puntual, se multiplica la utilización de las tarjetas de crédito (La deuda de tarjetas de crédito, según reportaje de CNBC sobre estadísticas publicadas en el informe de mayo de la reserva federal como insumo para sus decisiones, es de 841 billones al cierre de mayo 2022 en un pico de crecimiento)
Con la ilusión de obtener bolsas increíbles hace poco tiempo, el deporte cada vez mueve más dinero apostando a ganar en las justas que hace tiempo son profesionales. Con el deseo y la ilusión de incrementar las ventas y los ingresos y el resultado económico, la publicidad hoy mueve cantidades de dinero y medios impensables antes.
Baste con conocer los montos asociados al minuto de publicidad del “superbowl”, del mundial, de una fecha de fórmula uno, o de un premio de farándula, para conjugar los dos aspectos anteriores.
¿Qué es sino una apuesta, el costo de cada campaña política para elegir un alcalde, un legislador, un sheriff, o un presidente? ¿A nivel de macroeconomía, qué es el endeudamiento externo de un país? La apuesta a que va a saber invertir y lograr resultados que, no solo paguen la deuda, sino que produzcan bienestar y crecimiento a su población. Hay países que consuetudinariamente, cada año, aumentan su deuda externa. ¿Que muestra y que implica la añorada tasa de crecimiento positiva de los países del mundo? ¿Que todos los países son más productivos y eficientes y esa mayor productividad se la venden a alguien? Hay inversionistas que apuestan a que algunas monedas nuevas, tendrán un crecimiento constante que le producirá permanentes resultados positivos.
¿Será posible encontrar la vía de canalizar los esfuerzos y la disciplina para tener año tras año indefinidamente crecimiento positivo en todos los países? O… ¿refinanciando permanentemente la deuda negociando nuevos plazos? O… ¿aumentando los impuestos anualmente? O… ¿disminuyendo la calidad de bienes y servicios? O… ¿aumentando la publicidad engañosa? O… a nivel personal, ¿refinanciando las tarjetas de crédito con otras?
En esta interesante semana que termina y también dentro de las noticias relacionadas con economía y sentimientos (¿apuestas?), se conoció la bancarrota de un fondo multimillonario de inversión en criptomonedas (16 mil millones de dólares se esfumaron) y el inminente peligro de estampida de clientes y potencial quiebra, de una de las más conocidas redes de mensajes, que ha servido hasta de medio de comunicación para decisiones “oficiales” de gobernantes.
En estos días también está cumpliendo 25 años la popular canción “La vida es un carnaval” con su estribillo de que “solo hay momentos malos y todo pasa”
Un esquema de pirámide mantiene la ilusión de un negocio sustentable mientras se encuentre voluntarios que aspiren a ver multiplicadas sus inversiones y aporten para pagar a inversionistas anteriores en una cadena aparentemente sustentable.
¿Habremos inventado la sostenibilidad económica perpetua, aunque no hayamos inventado el movimiento perpetuo? O… ¿estaremos apostando sin tener en cuenta la economía? ¿Solo los sentimientos?
Pienso que la vida no solo es un carnaval. Por donde se vea y es imposible evadirlo, LA VIDA ES UNA APUESTA. Para sobrevivir, además de no llorar y bailar también es importante entender un poco de probabilidades, economía y responsabilidad, y así complementar a los sentimientos en las apuestas.