ENFOQUE LIBERAL – EL CANDIL – AÑO V – N° 236.-
En el ideario liberal, la premisa que muchos pensadores comparten acerca del papel del Estado es que sus funciones solo tienen que abarcar la administración de la justicia, el resguardo del orden interno y la defensa de la soberanía nacional.
En ese contexto, hay quienes están de acuerdo en que también debe darse cabida, de forma limitada y temporal, al asistencialismo, arguyendo que la supresión radical de los programas gubernamentales de ayuda social dejaría en la calle a mucha gente en condición de pobreza, a la vez que propiciaría una situación de inestabilidad, acompañada de revueltas y conflictos, como consecuencia de tantos años de adoctrinamiento en el pensamiento paternalista del Estado que ha recibido la inmensa mayoría de personas.
Por otro lado, están los que se oponen tajantemente a que la entidad estatal continúe «brindando caridad a costa del bolsillo ajeno», asegurando que, en un contexto de libre mercado, es decir, habiendo una separación total del Estado y la economía, toda persona tendría cabida para insertarse en el mundo laboral, con lo cual podrían revertir cualquier situación económica adversa en la que se encuentren, esto aunado al hecho de que, al haber mayores facilidades para generar y acumular riqueza, consecuentemente habrá mayor disposición para la caridad privada.
Lo cierto es que, en la situación actual en la que viven las sociedades modernas, pensar en un Estado perfectamente alineado con las ideas de la libertad, resulta utópico.
Es virtualmente imposible esperar a que la ciudadanía acepte, en una razonable proporción mayoritaria, un cambio abrupto en el paradigma político y económico imperante, esto a pesar de que seguramente muchas personas estén ya hartas de la misma clase política corrupta de siempre, de la falta de interés de parte del Estado en preocuparse por la seguridad, por mejoras estructurales en la atención sanitaria, en la educación, entre otros campos que dicha institución jamás debió invadir.
Y es que la enseñanza prolongada, en todos los niveles, de principios tales como el clásico «todos somos el Estado», del cual se derivan otros, a saber: «el Estado debe asegurarle a todos el acceso a la educación y la salud»; «el Estado debe asegurarle a todos una casa y un empleo»; «todos tenemos derecho a recibir una educación gratuita»; «todos tenemos derecho a recibir atención médica gratuita», entre otros, termina por establecerse en la mente de la gente a tal grado que se les hace imposible ver la relación entre el Estado y la sociedad de una forma diferente, razón por la cual su reacción ante ideas opuestas o candidatos políticos que hablen sobre cambiar esa dinámica, suele ser de rechazo.
En ese sentido, es fundamental el evitar asumir una insensata actitud purista cuando se está en medio de una contienda electoral. Si bien la integridad hacia los propios principios es la piedra angular de la vida de todo individuo, es importante saber entender que, dadas las circunstancias actuales, lo más propicio para lograr alcanzar una eventual sociedad libre es tratar de acercarse todo lo posible hacia las propuestas más próximas a dicho ideal.
De nada sirve mostrarse reacio ante todas opciones por no ser ninguna de ellas exactamente como uno quisiera que sean, además de ser algo contraproducente para con la sociedad en la que se vive (y, por consecuencia lógica, para uno mismo), pues esa indiferencia termina sumando a favor de a quienes les conviene que todo siga igual. No hay que olvidar nunca que una sociedad tiene mayores posibilidades de progresar de manera inversamente proporcional al grado de control que el Estado ejerce sobre ella, mas no al revés.
Este domingo, los ciudadanos argentinos tienen una gran oportunidad ?una que en muchos otros países quisieran tener? para, por lo menos, establecer los cimientos de futuros cambios y mejoras para su país. Tras más de dos décadas de colectivistas en el poder arruinando a la Argentina, por primera vez cuentan en el economista Javier Milei con un candidato que, dejando de lado aspectos de su pensamiento y personalidad con los que no comparto, ha sido explícito, tanto en sus discursos como en su bibliografía, con respecto a su inclinación hacia las ideas de la libertad.
Es lo más cercano al «candidato liberal ideal», con posibilidades reales de triunfo, que se ha presentado a una contienda electoral en mucho tiempo, no solo en territorio argentino, sino en toda la región.
Personalmente espero que se lleve la victoria y que pueda gobernar de acuerdo con los principios que ha venido exponiendo. Entiendo que la oposición, que desde ya tiene, es grande y peligrosa, pero también es verdad que la sociedad argentina, al igual que las del resto de países de esta parte del mundo, ya no tolera más a la misma clase política de tanto tiempo, por lo que, en un eventual gobierno suyo, será vital que los ciudadanos de bien estén de su lado, sin que esto signifique dejar de vigilar su actuar.
A los lectores argentinos de esta página, solo me queda recomendarles que, al menos este domingo, dejen de lado el purismo político y piensen en el destino próximo de su país. Aunque la Argentina no se convierta en un «paraíso liberal», es seguro decir que habrá dado el primer paso para que la libertad avance en medio de la podredumbre socialista que ha hundido al país en el ostracismo de la miseria y estancamiento generalizado.
Enfoque Liberal
Concebido con el objetivo de difundir las ideas liberales en los distintos campos que rigen la vida del hombre, tales como la Economía, la Política, la Ética y la vida en sociedad. Las publicaciones que se realizan en esta página se basan en el conocimiento adquirido del estudio del Liberalismo Clásico, el Objetivismo y la Escuela Austríaca de Economía.