ENFOQUE LIBERAL – EL CANDIL – AÑO IV – N° 180.-
Entre los adeptos del paternalismo y restricción de las libertades individuales, es ampliamente aceptada la noción de que la causa de la corrupción moral en la sociedad se halla en la libertad, de la que por derecho gozan las personas.
Es en virtud de ello que abogan por controles que se alineen con sus preceptos morales, enarbolando la máxima maquiavélica de la justificación de los medios empleados en función de los fines que se persigan.
Y como dictan la historia y la recta razón, una vez que se empieza a socavar la libertad en cualquiera de sus formas, el camino queda libre para la instauración de la tiranía, la cual necesariamente conduce hacia la bancarrota moral y productiva de cualquier nación.
La libertad, como tal, no es más que la acción humana llevada a cabo en ausencia de la interferencia coercitiva de los demás, ya sea de individuos particulares, o del Gobierno.
La libertad no es un criterio moral que determina qué es bueno para la vida humana y qué no lo es. Esa función se encuentra en el ámbito de la moralidad, por lo cual, para que una persona pueda vivir su vida adecuadamente, es decir, con la dignidad propia de un ser racional, es necesario que guíe su pensamiento y proceder de la mano de la moralidad, de un conjunto de valores y principios apropiados para la vida humana, teniendo presente en todo momento que, así como uno tiene el derecho de buscar su felicidad en libertad, esto es: sin interferencia externa, así también nuestros semejantes gozan del mismo derecho, y por las mismas razones.
No se puede, por tanto, hablar de «la libertad de dañar a otros», en ninguna forma, y en ninguna circunstancia que no sea la de la propia defensa.
Una moralidad fundada en la razón y la identificación inequívoca de los hechos de la realidad, es decir, la lógica, es compatible con la vida humana y la libertad.
Y nada menos que eso es lo que una persona pensante y de sana autoestima requiere procurar para su vida.
NOTA DEL EDITOR: Artículo publicado originalmente en la página «Enfoque liberal» y el compartido en «El Candil» con autorización de su autor y administrador».