Libre albedrio, empresariado y pueblo

ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO V – N° 241.-


Escribiendo sobre roles de los diferentes actores de la sociedad, recibí de un amigo, que sabe de mis inquietudes sobre valores y el funcionamiento de la sociedad, una interesante nota, que encaja para ilustrar un poco mejor lo que pretendía decir sobre la responsabilidad del ser humano por sus acciones. Entre ellas, la responsabilidad por identificar e informarse lo mejor posible, antes de tomar algunas decisiones, a las que nos empeñamos en no aceptar como transcendentales para nuestro vivir y el de nuestras generaciones venideras. El artículo en mención se refiere básicamente a la posibilidad de cada uno a utilizar su cuerpo como mejor le parezca y a disponer del mismo si así lo considera. Ya todo el mundo ha oído (¿y escuchado?) sobre el derecho al aborto. Sobre el derecho de las mujeres a disponer de su cuerpo. ¿Hay alguien que siquiera piense en proponer una ley para regular los tatuajes pensando que se puede hacer daño a la salud de quien los utilice? ¿O una regulación para evitar las cirugías estéticas por los riesgos para la salud? El ponente seguramente recibiría el rechazo por parte de algunos, preocupados por el impacto en los planes de salud que se deben recaudar para tratar a quienes decidan hacerlo y por otro grupo el apoyo irrestricto de quienes piensan que no se debe permitir que alguien padezca una mala decisión, especialmente si es alguien que fue manipulado por los grandes “capitales” que le llevaron, aprovechando su debilidad de imitar a otros, a someterse a esos procedimientos, aun a pesar de su deseo de no hacerlo. ¿Como llamarían los unos y los otros a quien en un acto de bondad decida donarle un órgano a un hijo? ¿Y si se lo dona a un compadre? ¿Y si se lo dona a un amigo?

¿Y si lo vende?

¿Progresista? ¿Fascista? ¿Usurero? ¿Filántropo?

¿Cómo llamamos hoy a los inventores de productos que han dado lugar a emprendimientos para ofrecer soluciones a problemas o limitaciones de quienes con su decisión a partir de la aparición del producto se convierten en sus consumidores? ¿Cómo llamar al inventor de la pólvora? ¿Al de la gasolina con plomo? ¿Al del cigarrillo? ¿Al de los colorantes? ¿Al de la azúcar refinada? ¿Al del fentanilo? Los llamamos ¿asesinos, de los seres humanos por la ambición desmedida de riquezas?

¿Hace cuánto tiempo sale impreso en los paquetes de cigarrillos, que fumarlos produce cáncer? ¿Alguna empresa productora de combustible, gasolina con plomo, fue a la quiebra por el daño a los seres humanos por utilizarla? ¿Cuántas empresas productoras de colorantes artificiales han fracasado por falta de demanda?

Creo que, con el incremento significativo de la velocidad de divulgación, la falta de información como la causante de las decisiones desafortunadas de los pueblos pierde relevancia. Gana relevancia el Libre Albedrio. Ese mismo que le permite a la humanidad tener anualmente más muertes por fumar, que las ocasionadas por el Sida, Asesinatos, Accidentes de vehículos, Suicidios, Drogas y Alcohol sumadas.

Es palpable cómo, cada vez en forma más notoria, está presente en nuestras sociedades el tratar de encontrar respaldo del pueblo, vendiéndole un culpable de sus males, con lo que, además de eximirlo de su responsabilidad, le ofrecen “gratis” la posibilidad de tener una vida mejor. Es común oír en las plazas públicas (Y ahora mucho en las redes sociales) la identificación del enemigo del pueblo: “el capital”, “las potencias extranjeras”, “los empresarios esclavistas”, “los traficantes” “los estudiantes vándalos” y por último, ante el agotamiento de los enemigos internos “fáciles”, se recurre a la identificación de un país vecino como fórmula mágica para conquistar la porción de “libre albedrio” irresponsable.    

Podremos entonces para mejorar la vida de las sociedades, echar la culpa de los desastres de un país, su mal desempeño, su pobreza, su mala salud, etc, a las empresas (al sector empresarial, como diría cualquier progresista), a los administradores, (políticos) responsables por las reglas de juego y su socialización o.. al pueblo y sus tradiciones, que los elige, o por decirlo de otra forma, al ejercicio de su “libre albedrio” colectivo, como la suma del “libre albedrio” individual?

¿Cuántos países podrían sobrevivir sin empresas? ¿Sin capacidad de producir, para distribuir? ¿Sin capacidad para satisfacer la demanda de bienes y servicios de su sociedad? ¿Sin ofrecer valor agregado a la suma de esfuerzos?

¿Podrán las sociedades sobrevivir sin estudiantes que presenten dilemas y cuestionamientos al funcionamiento “normal”, conocido, rutinario, de las sociedades?

¿Sin políticos que analicen y vendan o socialicen, las ideas de mejoras permanentes en el funcionamiento de las sociedades y sus procesos burocráticos y logren llegar a soluciones prácticas aceptadas por las mayorías?   

¿Podrán las sociedades racionales, ser capaces de establecer sus mecanismos de auto regulación que permitan, no solo la supervivencia sino la sana convivencia, tal como envidiablemente hace la naturaleza con las especies vegetales y animales no racionales?

¿Podremos encontrar mecanismos que, partiendo del reconocimiento de nuestra responsabilidad por los cambios, permitan la incorporación progresiva del conocimiento asociado a la investigación y desarrollo, en forma que produzca una ganancia neta de la sociedad cada vez mayor y con menos impacto negativo, por las tendencias individuales a descartar el aporte de otros y considerarlo como ataques a su libre albedrio?

Pareciera que está llegando en nuestro continente, la hora de analizar el costo que venimos pagando por no habernos dedicado seriamente a la búsqueda de esa forma de funcionar que la naturaleza nos muestra día a día. Además de perder generaciones de esfuerzo, los resultados pueden estar siendo muy caros regionalmente en la medida que los problemas se agudizan por los retos globales. Debemos actuar más unidos, aportando cada uno de los sectores su esfuerzo proactivo y entendiendo que es necesaria la representación de todos en la definición de las formas de funcionar como sociedad.

Me parece que es hora de pasar de la retórica a la acción. De los pretendidos simbolismos a la concreción de resultados. Del tratar de agotar al pretendido enemigo, a reconocer su aporte. De tratar de ignorar y menospreciar para imponerse, a entender que la soberbia no es la mejor herramienta.

En mi opinión, creo que se puede revisar en forma crítica la real representación en los órganos legislativos de nuestros países, de los diferentes sectores económicos, además de los sociales. Sincerar la capacidad del sector empresarial. No solo pretender verlo por algunos como villano explotador, o por otros como sufrido jamelgo que tira la carreta, sino apreciado por todos, como real conocedor del funcionamiento de la economía en la práctica, más que en la teoría. Conocedor de primera mano, del perfil de sus clientes consumidores, de sus necesidades y también de sus debilidades. Con su verdadera, legal (no subrepticia) y abierta representación en los legislativos, como en países de otras regiones, es mucho según mi opinión, lo que podríamos ganar.

Otro aspecto posiblemente a evaluar en nuestro mundo global de hoy es que la representación por sectores económicos cubriendo todo el país, pudiera ser que más efectiva que la regional.

También la representación formal de la ciencia y tecnología, de la investigación y desarrollo, del sector educativo, educandos educadores y administradores. No con pretendidos organismos independientes que terminan siendo bastiones partidistas, sino con representación formal, aportando sus realidades para la definición de leyes.

El mundo al que las experiencias positivas y negativas parecen conducirnos si las tenemos presentes, no es el de unos que mandan y otros que obedecen. Es el de todos aportando (todos ponen), hasta quienes ejercen su libre albedrio pretendiendo no tener en cuenta a los demás, como si no existieran.


Álvaro Ramírez

Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan.  Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.


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