VALORES – ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO III – N° 126.
Oyendo el resumen de noticias anoche, se daban las condiciones para una noche dominical con cine de terror. Se necesita una convicción, estado de ánimo y fortaleza especial para digerir sin afectarse, el panorama mundial.
Se podía ver «en vivo» las miles de hectáreas bajo el fuego en diferentes continentes, el ingreso y toma triunfal de un pais por milicias religiosas armadas hasta los dientes, la naturaleza azotando al pais más pobre de América, la emigración de pueblos enteros huyendo con su futuro, «sus niños», del hambre y la represión, los hospitales y las cifras relacionadas con la pandemia en el estado turístico por excelencia y la intransigencia de la autoridad vs médicos y educadores en un malsano pulso “político» jugando con la salud de los niños. Todo lo anterior como una película de grotesco suspenso que pone de presente la incertidumbre en que vivimos y que prácticamente induce a mirar hacia otro lado si no queremos terminar todos enfermos.
Las mismas noticias dan cuenta de otros acontecimientos más asociados a «nuestro comportamiento”, creencias y formación y cultura “Política” latinoamericanos: mandatarios que encarcelan a todos los opositores antes de hacer “elecciones democráticas”, jóvenes “indignados” tratando de reescribir la historia destruyendo monumentos, “educadores” pidiéndole apoyo a sus educandos en su declarada lucha por “tomar el poder”, honorables parlamentarios patrocinando terroristas urbanos, nutridas marchas a semanas de su posesión, solicitando la renuncia del nuevo presidente electo, tribunales de justicia integrados con delincuentes, ministros de defensa negociando con delincuentes previamente utilizados por el “gobierno”, “milicianos oficialmente designados” buscando comida en la basura.
Mas tarde y en un programa de opinión, entrevistaban a un investigador, catedrático de la salud y el comportamiento humano, hablando de recientes investigaciones sobre la depresión y soledad, como las enfermedades del ser humano que hoy están tomando la delantera, producto no solo del aislamiento social que ha impuesto la pandemia, sino también de la tendencia que poco a poco pareciera que se ha impuesto en la sociedad, por la incertidumbre ante el futuro, en la búsqueda del «éxito» individual inmediato. Ya en 2018 el 11% de la población en EEUU declaraba sentir soledad, comparado con 14% en 2020, según un análisis publicado en junio de este año por la Universidad Johns Hopkins. En Japón ya se creó el ministerio de la soledad y está creciendo el negocio de la “contratación” de acompañantes que jueguen el papel de familiares o amigos en ocasiones donde se requiere esta representación. No estamos hablando de prosperidad económica. Estamos hablando que del famoso trípode de Salud, Dinero y Amor como sostén de la felicidad, estamos dedicados a destruir el correspondiente a la salud, con nuestro comportamiento como sociedad donde cada uno es dueño y defiende y trata de imponer a los demás “su verdad”, sin un razonamiento o intercambio mayor a 140 caracteres.
Mientras los organismos internacionales manifiestan su «preocupación», por situaciones como las descritas, cada vez más líderes tratan de capitalizar la “simpatía» de los pueblos, sin importar cómo, para imponer “su verdad salvadora”. En esos métodos de conquista, apelando a los sentimientos más que a la racionalidad, vemos que peligrosamente se está cayendo en situaciones que reflejan un acelerado deterioro de la posibilidad de “construir» soluciones y emprender acciones concertadas para lograr objetivos comunes. Es sintomática la polarización de las sociedades alrededor de personas, más que de ideas o programas. El surgimiento de sentimientos de odio y sus manifestaciones. La manipulación de cualquier acontecimiento con fines políticos. La exaltación de la violencia como mecanismo de “cambio». La negación, manipulación y distorsión de la historia con el único fin de descalificar adversarios. La exaltación de la destrucción como acción depuradora y punto de arranque. El desconocimiento de la autoridad delegada como herramienta de protección de derechos, y el ataque soterrado desde dentro, a la democracia como sistema de gobierno. Ninguno de las anteriores situaciones es extraña para buena parte de Latinoamérica.
Como resultado, no sorprende que en las últimas encuestas de opinión en Colombia, los resultados muestren un desagrado de más del 70%, por todas las instituciones, especialmente los órganos Legislativo, Ejecutivo y Judicial. No difieren mucho de las mediciones de otros países latinoamericanos. La mayoría de los mandatarios tienen un nivel de aceptación inferior al 50%.
¿Se podría concluir que todos los funcionarios electos, tan pronto llegan al poder actúan en una forma completamente contraria a sus promesas electorales y que es imposible vislumbrar lo que viene, desde antes de una elección?
Cuando el pueblo elige a un candidato que promete freír la cabeza de sus adversarios, o que al día siguiente de posesionarse expulsará a los inmigrantes, o que su primer decreto será una constituyente para cambiar la constitución, o que en un año acabará la pobreza, o que expropiará a los terratenientes, o que no se debe pagar dividendos a los accionistas de las empresas, o que el estado debe ser dueño de las empresas para evitar los monopolios, o que la salud no puede ser negocio, o que ser rico es malo, o que el gobierno debe ser cívico militar o que para disminuir la pobreza imprimirá más dinero…¿Es imposible que los votantes puedan vislumbrar lo que viene? O… ¿será que la mayoría de votantes efectivamente eso es lo que quiere? O… ¿que la mayoría de votantes lo que desea venganza? O…¿Qué la mayoría de votantes desea y espera un “poderoso” que imponga un concepto revolucionario de justicia basado en castigar a unos para premiar a otros independientemente de como lo haga? Sería interesante tratar de conocer cual es el diagnóstico de los sociólogos.
Lo que sí es claro es que por lo general ninguno de los encuestados, o protestantes, o revolucionarios, o indignados, cree que el resultado pueda reflejar algo de su “responsabilidad”. La culpa de la situación, si hay alguna, nunca es del pueblo consultado en las encuestas. Por lo general siempre han sido engañados, o estafados, o sorprendidos, por otros y por eso es necesario protestar, parar el pais y de pronto, incendiarlo para depurar todo y arrancar de nuevo con amplias oportunidades para todos. Hasta ahora el resultado es más pobreza, endeudamiento, emigraciones y mayor desigualdad.
El problema es HACIA DONDE VAMOS. ¿CUAL ES EL DESTINO? Imaginemos por un momento la generación que hoy se levanta. Jóvenes menores de edad, observando el desenvolvimiento de los hechos en sus países. ¿Que opinión podrán formarse de Justicia, Responsabilidad, Derechos, Disciplina, si hemos llegado a una situación donde para muchos en la calle y en las campañas se vale todo, si está lo suficientemente respaldado por “la indignación y el derecho a la rebelión” y “mi candidato” me lo aprueba? ¿Será un bonito futuro para nuestros descendientes? ¿Podremos nosotros, las generaciones que vamos de salida soportar el juicio de nuestros descendientes?
Creo que hasta ahora las encuestas promovidas por medios de comunicación, gobiernos, e instituciones y empresas, tratan de obtener una fotografía de la opinión de los pueblos en un momento dado. Las preguntas siempre son elaboradas sobre lo que Ud. opina, piensa y cree, del actuar de otros. Definitivamente es una “fotografía” tomada por expertos encuestadores independientes y objetivos, tanto en el diseño de las preguntas como en la ejecución de las entrevistas, hasta volverlas estadísticas a ser divulgadas también por objetivos periodistas. Hasta hace poco las mejores fotos eran tomadas por cámaras. Hace un tiempo para acá, las mejores son las tomadas por los celulares y entre ellas las “Selfies”. ¿No estará llegando el momento que las encuestas se diseñen y elaboren como selfies? ¿No será hora de empezar a introducir preguntas relacionadas con el papel del pueblo entrevistado?
Recuerdo que en una compañía transnacional que tenía la seguridad en buen lugar de sus objetivos, en cada uno de los espejos ubicados en las zonas comunes de las oficinas y areas de trabajo operacional, grabado en parte inferior decía, “Ud. está viendo al responsable de su seguridad”.
¿Cuál fue su aporte a la comunidad hoy? ¿Cuánto tiempo dedica Ud. al trabajo comunitario? ¿Enseñó Ud. hoy algo a alguien? Además de titulares, ¿leyó Ud. algo hoy”? ¿Cuál es su aporte para la solución de determinado problema de su comunidad? ¿Cuáles son los ejemplos que Ud. utiliza con sus hijos sobre “mal comportamiento ciudadano” y sobre “buen comportamiento ciudadano”? ¿Estos no serían buenos ejemplos de preguntas para introducir en encuestas “selfies”? ¿No podrían ayudarnos en este tipo de formulación de preguntas, el gremio de periodistas, reporteros de calle, entrevistadores y escuelas de comunicación social, además de los empresarios que contratan las encuestas?

Creo que el análisis autocritico es un paso importante que como sociedad podemos dar para movernos hacia un mundo mejor para nuestros descendientes. No es el de resultados inmediatos. No es otra satisfacción a la inmediatez. Es entender e internalizar como sociedad, que los pueblos son responsables de su destino. Es la siembra, para que cosechen un lugar mejor donde vivir, aquellos a quienes les decimos que son lo más importante para nosotros.
ESTAS VIENDO AL RESPONSABLE DE TU FUTURO
Bogotá – Colombia
