INSTITUTO EL CATO – JUAN RAMÓN RALLO – EL CANDIL – AÑO IV – N° 164.
Juan Ramón Rallo sostiene que las guerras empobrecen a los países, tanto a los agresores como a los agredidos y, además, a aquellos países que dependen directa o indirectamente de los países involucrados en la guerra.
El Fondo Monetario Internacional ha revisado sus previsiones de crecimiento de las principales economías del planeta para 2022. Y dado que su última ronda de previsiones fue publicada en enero de este año –justo antes de la guerra–, podemos comparar ambos pronósticos para obtener una primera aproximación sobre cuál está siendo el impacto económico de la invasión de Ucrania por parte de Putin.
Primero, el país más afectado está siendo, evidentemente, la propia Ucrania: si inicialmente se esperaba que su PIB se expandiera un 3,6% durante 2022, ahora el pronóstico es que se contraiga un 35%… una desviación de 38,6 puntos de crecimiento como consecuencia de la devastación material que está provocando el ejército ruso.
Segundo, el otro gran país afectado negativamente por la guerra –y por las sanciones asociadas a la misma– será Rusia: antes de la invasión, se esperaba que su economía se expandiera alrededor de un 3%, mientras que ahora el pronóstico es que se contraiga un 8,5%… una desviación, por tanto, de 11,5 puntos en su crecimiento.
Tercero, la Unión Europea se verá mucho más negativamente afectada que EE.UU.: mientras que la primera economía mundial sólo perderá tres décimas de PIB por los efectos de la guerra, la Unión Europea perderá más de un punto porcentual. Y dentro de la Unión Europea los países más dañados serán Alemania (que perderá 1,7 puntos) e Italia (1,5 puntos): ambos dependientes energética o comercialmente de Rusia.
España también sufrirá: no tanto como Alemania e Italia, pero sí más que Francia. Concretamente, dejaremos de crecer un punto porcentual como consecuencia de los acontecimientos económicos acaecidos entre enero y abril de este año (esencialmente, la guerra).
La conclusión que podemos extraer de estos datos es bien sencilla: las guerras no enriquecen sino que empobrecen a los países, tanto a agredidos y agresores cuanto a aquéllos que dependen directa o indirectamente de ambos. Cuanto más cerca esté una economía del epicentro del conflicto, tanto más saldrá damnificada. Ojalá, por tanto, la invasión termine pronto: sobre todo para evitar más pérdidas humanas, pero también, y aun de manera subordinada, para evitar un mayor deterioro de la economía mundial.
NOTA DEL EDITOR: Este artículo ha sido publicado en La Razón (España) el 20 de abril de 2022 y en la página del Instituto El Cato el 22 de abril 2022. Así mismo se ha autorizado la publicación en EL Candil con autorización de los administradores de El Cato.org.
AUTOR: Juan Ramón Rallo. Es director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. Juan Ramón obtuvo el tercer lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008.
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