LUAN SPERANDIO – EL CANDIL – AÑO V – N° 231.-
“EL ESTADO ES COMO LA GASOLINA: FUNCIONA PARA ALIMENTAR UN AUTOMÓVIL, NO PARA SER CONSUMIDO”
Muchas personas, cuando se interesan por las ideas liberales, tienden a centrarse sólo en los problemas causados por el Estado, criticando todo lo que está relacionado con él. Con esto, terminan ignorando las posibles consecuencias negativas generadas por el mercado, que a menudo dependen de la intervención estatal para equilibrar y mediar en estos temas.
En este sentido, la propia doctrina del liberalismo establece que debemos observar las prácticas económicas que la literatura especializada señala como las que resultan en los mejores resultados. Por lo tanto, se reconoce que el libre mercado no siempre garantiza la eficiencia económica, con excepciones derivadas de las llamadas fallas del mercado.
Estas fallas de mercado se conocen como externalidades y surgen debido a las elecciones de un agente económico que afectan el bienestar de los demás, generando efectos adversos o positivos. Esto se debe a que la calidad de nuestras decisiones individuales no siempre se refleja en los precios de mercado disponibles.
Un ejemplo clásico de estas externalidades es la elección del medio de transporte utilizado en la vía pública. Aunque el uso del transporte público, las bicicletas y los sistemas de transporte son más beneficiosos para el tráfico y el medio ambiente, es probable que los criterios considerados por el individuo no se limiten a estos aspectos y, la mayoría de las veces, ni siquiera se tendrán en cuenta.
Al elegir usar el automóvil en sí, el individuo tiene en cuenta el tiempo ahorrado al llegar al destino, la comodidad del viaje y los costos involucrados, como el combustible, el desgaste del vehículo, la devaluación y los costos de estacionamiento. Estos costos se llaman costos privados en la literatura económica.
En el ejemplo mencionado, la intervención del gobierno podría ser necesaria a través de incentivos que incorporen los costos sociales en las decisiones individuales. Esto se debe a que, sin la intervención del gobierno, el sistema de precios no tiene en cuenta los costos sociales, sino solo los privados.
Así, si la legislación exige la incorporación de los costes sociales en las decisiones que afectan a la sociedad, la elección final estará más alineada con el impacto de las acciones y redundará en un equilibrio más eficiente. Un ejemplo de esto es el cobro de tarifas para evitar la congestión, que ya se adopta en varias ciudades del mundo. En Londres, por ejemplo, se ha cobrado una tarifa de £ 5 por cada automóvil que conduce por las calles los días laborables desde 2003. Esto dio lugar a una reducción en el uso de vehículos individuales y un aumento significativo en el uso de bicicletas y transporte público, lo que condujo a una reducción de la congestión.
Además de este ejemplo, otras externalidades negativas incluyen el consumo de tabaco, el cambio climático causado por el hombre y la contaminación por ruido, aire y océano. No se cuestiona la existencia de estos problemas, sino el formato de las políticas públicas para enfrentar cada uno de ellos sin dañar excesivamente al sector productivo y sin generar fallas gubernamentales que puedan comprometer el bienestar social.
Abordar las externalidades negativas es solo uno de los ejemplos aceptados por el liberalismo. También podemos mencionar la reducción de la asimetría de la información, el enfoque del problema de los bienes públicos y naturales y la lucha contra la formación de monopolios privados, entre otros.
En otras palabras, el Estado es como la gasolina: funciona para alimentar un automóvil, no para ser consumido. Esto no significa que no deba existir, solo que su uso es ineficiente para algunas actividades, pero esencial para otras.
Por lo tanto, el discurso de «sin estado, no gracias» no aporta nada al movimiento liberal y sólo sirve para debilitarlo.
Luan Sperandio
Redactor jefe de la casa de inversiones Apex Partners, analista político y columnista de Folha Vitória. Es miembro de varias organizaciones vinculadas al desarrollo de instituciones con un mejor ambiente de negocios, como Ideas Radicales, Instituto Mercado Popular e Instituto Liberal, donde escribe desde 2014. Es asociado del Instituto Líderes del Mañana.