DE HISTORIA Y ALGO MAS – MIRELA QUERO DE TRINCA – EL CANDIL – AÑO III – N° 126.
La generación del 28 (Parte 5)
El conflictivo y esperanzador año de 1928 había finalizado con algunos estudiantes y empleados muertos, presos, condenados a trabajos forzosos en las carreteras en Araira, Palenque y El Sombrero; o exiliados como Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Ricardo Montilla, Miguel Otero Silva, etc.; con la Academia Militar clausurada; y con una nueva reforma de la Constitución en cuyo artículo 32 se incluyó el Inciso Sexto que prohibía las doctrinas comunista y anarquista. Sin embargo, la protesta contra el régimen del general Juan Vicente Gómez no había muerto. Prosiguió en diferentes formas durante el año 1929.
En efecto, durante este año, ya no serían los apasionados discursos y manifestaciones pacíficas sino acciones armadas las que intentarían derrocar el régimen, volviendo a los antiguos métodos ya desaparecidos y derrotados por el mismo general Gómez: los alzamientos de caudillos regionales y las invasiones, acciones comandadas por antiguos gomecistas o enemigos de Gómez con participación de algunos de los estudiantes exiliados.
Otra vez Arévalo Cedeño
Quien inicia las acciones es el antiguo telegrafista y general Emilio Arévalo Cedeño quien por sexta vez invade Venezuela el 22 de febrero de 1929, cuando intentó liberar a los estudiantes prisioneros en Palenque.
Su larga actuación como enemigo del presidente Juan Vicente Gómez se había iniciado en 1914, pero derrotado escapó a Colombia desde donde organiza siete invasiones hacia los llanos venezolanos. Es recordada su tercera invasión en 1921, en la que derrota, captura y fusila al tenebroso presidente del Territorio Federal Amazonas, Tomás Funes.
La Galbadonera
El general José Rafael Gabaldón era un antiguo amigo y colaborador del presidente Juan Vicente Gómez quien le nombró presidente del estado Portuguesa, cargo que ejerció desde 1909 hasta 1913.
Ante las protestas estudiantiles de 1928, en las que había participado su hijo, el estudiante de derecho y uno de los líderes de la «Semana del Estudiante», Joaquín Gabaldón Márquez, por dos veces escribió a su amigo el general Gómez aconsejádole escuchar a su pueblo, pero ante la negativa actitud oficial, el 28 de abril de 1929, el general Gabaldón se alzó en armas contra el gobierno.
Acompañado de su hijo y con solo 30 hombres armados de machetes, 25 máuseres, 40 revolveres y 30 escopetas, inició un recorrido triunfal desde su hacienda Santo Cristo en el estado Portuguesa, derrotando a las tropas del gobierno en las poblaciones de Boconó, Guanare, El Tocuyo y Biscucuy. Esta última batalla es conocida por que habiéndose quedado sin municiones ordenó un inesperado y sangriento ataque a machete que le dio la victoria.
La victoriosa campaña de los Gabaldones, padre e hijo, se extendió hasta el 24 de junio cuando se rindieron para detener la devastación que la política de «tierra arrasada» que Gómez había sembrado entre sus amigos y seguidores. Hechos prisioneros, fueron encarcelados primero en la cárcel de Las Tres Torres de Barquisimeto y luego en el Castillo Libertador de Puerto Cabello.
Derrotado el movimiento y para poner orden en la región, el general Gómez nombra a su hermano Eustoquio, presidente del estado Lara.
Rafael Simón Urbina y el asalto a Curazao
El asalto a Curazao fue un plan concebido por el estudiante Gustavo Machado, joven marxista exiliado en México, quien en representación del Partido Revolucionario Venezolano (PRV), partido marxista fundado en México por los exiliados venezolanos, ideó invadir por las costas del estado Falcón para supuestamente provocar levantamientos de la población que llevarían al derrocamiento del dictador Juan Vicente Gómez. Los hombres y armas que necesitaba para esta empresa los conseguirían en Curazao y para la ejecución del plan contaba con el general Rafael Simón Urbina, veterano guerrillero falconiano que en varias ocasiones se había alzado contra el gobierno del general Juan Vicente Gómez.
El 6 de junio tomaron fuerte Amsterdam en Curazao, secuestraron al gobernador de la isla, Alberto Fruytier, y con las armas obtenidas y 35 hombres, tomaron el vapor americano Maracaibo y el 13 de junio invadieron por la Vela de Coro, donde ya los esperaba el general falconiano León Jurado, quien los derrotó.
En la expedición participaron algunos de los estudiantes de La Semana del Estudiante, como Guillermo Prince Lara, Gustavo Ponte, José Tomás Jiménez Arráiz y Miguel Otero Silva; así como varios venezolanos residentes en la isla de Curazao.
Urbina escapó internándose en las montañas de la Sierra de Coro y logró salir a Colombia y Panamá, al igual que sus acompañantes, quienes también pudieron escapar.
Román Delgado Chalbaud y la invasión del “Falke”
Mejor organizada y financiada fue la invasión del Falke, ideada y ejecutada por el general Román Delgado Chalbaud quien dispuso de dos años para planificarla, así como de 300.000 dólares para comprar barco, armamentos y pagar la tripulación.
Durante 14 años el general Román Delgado Chalbaud estuvo preso con grilletes en la cárcel de “La Rotunda”, culpable de haber conspirado para evitar la reelección en 1913 de su compadre, socio y amigo, el presidente Juan Vicente Gómez.
Liberado en 1927 se dirigió a Paris donde comenzó a preparar la invasión que a bordo del vapor Falke (Halcón) rebautizado General Anzoátegui, lo traería a morir en la Calle Larga de Cumaná el 11 de agosto de 1929.
La expedición del Falke fue organizada en París por Román Delgado Chalbaud logrando reunir bajo su mando a otros venezolanos exiliados, quienes pensando en el futuro gobierno que establecerían luego del triunfo de la revolución, conformaron una “Junta de Liberación de Venezuela” integrada por Santos A. Dominici, Alberto Smith, Pedro José Jugo Delgado, Jacinto Blanco Fombona, José Rafael Pocaterra, Manuel Flores Cabrera, Pedro Elías Aristeguieta y Atilano Carnevali.
En el plan de la invasión, el general Delgado Chalbaud, que ostentaba el título de “Director General de la Guerra”, había reunido a importantes militares, antiguos enemigos del dictador Gómez, tales como: Leopoldo Baptista, Régulo Olivares, Juan Pablo Peñaloza, Rafael M. Carabaño, Doroteo Flores y Francisco Linares Alcántara, quien sería el nuevo presidente tras el derrocamiento del general Juan Vicente Gómez.
Entre los expedicionarios invasores, venían algunos de los estudiantes del año 28, como Armando Zuloaga Blanco; también le acompañaba su hijo Carlos, futuro presidente de Venezuela y el capitán Rafael Vegas.
En la madrugada del 11 de agosto el vapor “General Anzoátegui” entraba en el puerto de Cumaná. El grupo invasor de 99 hombres desembarcó para enfrentar a 350 o 400 soldados del gobierno y al llegar al puente Guzmán Blanco se tranzan en combate con la tropa del general Emilio Fernández, presidente del estado Sucre y jefe de las fuerzas del gobierno.
Como bien dice el historiador Manuel Caballero:
…la derrota no puede ser más pavorosa. La improvisación y la incordinación se revelan por todos lados (…) Pedro Elías Aristeguieta, quien debía atacar por la retaguardia, se retrasó ocho horas y dejó así sin apoyo a los atacantes. La importancia de ese refuerzo viene dada por el hecho que, con todo y retraso, y muerto ya Delgado, la gente de Aristeguieta no solamente atacó, sino que tomó Cumaná dos días más tarde.
Ambos jefes, los generales Román Delgado Chalbaud y Emilio Fernández, mueren en el combate al igual que el estudiante Armando Zuloaga Blanco. Los revolucionarios sobrevivientes huyeron, unos fueron arrestados, otros se internaron en el monte y otros lograron regresar al barco. Pedro Elías Aristeguieta herido en el combate del Cerro Santa Ana también muere.
José Rafael Pocaterra y el joven de 17 años, Carlos Delgado Chalbaud, hijo del jefe invasor, no participaron en la batalla y se quedaron a bordo del Falke. Al enterarse de la derrota, Pocaterra ordena levar anclas, tirar al mar el resto del armamento y se dirigen a la isla de Trinidad donde el barco, declarado pirata por Gómez, es confiscado.
Terminaba así la invasión mejor preparada, apertrechada y con gente de comprobada experiencia guerrera; pero el fracaso militar sirvió para aclarar que en aquellos momentos, Gómez era inderrotable y por lo tanto, era una pérdida de recursos e invaluables vidas humanas seguir tratando de derrocarlo, que había que esperar que la madre naturaleza dijera la última palabra y mientras tanto, aprovechar el tiempo en prepararse para los tiempos que vendrían.
Así lo entendieron los jóvenes exiliados de la generación del 28, que dedicaron su tiempo y energías a su preparación profesional y luego de la muerte de Gómez regresaron convertidos en médicos, ingenieros, abogados, literatos, políticos, etc., a encaminar a Venezuela por la vía de la modernidad y la democracia.
Bibliografía recomendada:
ACEDO, María de Lourdes y Carmen Nones. La generación venezolana del 28. Estudio de una élite política. Caracas. Fundación Carlos Eduardo Frías, 1994.
BOHÓRQUEZ, Douglas. Vanguardia literaria e insurgencia política a comienzos del siglo XX en Venezuela. (Internet).
CABALLERO, Manuel. Gómez el tirano liberal. Anatomía del poder. Caracas, Alfadil Ediciones, 1993, 2003.
URBANEJA, Diego Bautista. “Partidos Políticos”. En: Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas. Fundación Polar, 1988.
URBINA, Rafael Simón. Victoria, dolor y tragedia. Caracas. Tipografía Americana, 1936.
VEGAS, Federico. El Falke. Caracas. Editorial Alfaguara, 2005.
Monterrey – Estado de Nuevo León – México
