María Corina Machado y su probable lugar en nuestra historia

GUSTAVO CORONEL – EL CANDIL – AÑO VI – N° 267.-


No tengo dudas de que María Corina Machado ocupará un puesto importante y edificante en nuestra historia.

Mi certeza se deriva de un examen de los personajes que ya tienen un lugar en esa historia, sobre todo en el sector de nuestro liderazgo político.

Aunque podemos sentirnos orgullosos de un grupo de ilustres compatriotas quienes han servido de ejemplo ciudadano, la historia de nuestro liderazgo político ha sido rica en decepciones, sobre todo en aquellas manifestaciones del liderazgo que constituyan ejemplos didácticos a ser imitados, que inspiren a los miembros de nuestra sociedad a ser mejores ciudadanos. 

Hemos tenido un brillante grupo de lo que podríamos llamar nuestros padres fundadores, a quienes mucho debemos, aunque no le hayamos ofrecido  suficiente reconocimiento, personajes de nuestra primera república como Juan Germán Roscio, Francisco Ustáriz, Lino de Clemente y el resto de los firmantes de la primera constitución venezolana, en 1811, así como a los pioneros de nuestra independencia, Manuel Gual y José María España y héroes civiles posteriores.

A pesar de esa gente maravillosa nuestra historia republicana ha abundado en personajes de segunda con aspiraciones de primera.

Esto ha sido especialmente evidente en lo que va de siglo XXI, años en los cuales la nación venezolana fue capturada por una pandilla de ignorantes, al frente de la cual hemos tenido, primero, a un líder – Hugo Chávez Frías –  saturado de lecturas indigestas y de acentuado narcicismo – quien dispuso de una lluvia de petrodólares que hubiera podido convertir al país en una tacita de plata, pero prefirió utilizar esa inmensa riqueza para tratar de convertirse en un líder mundial de lo que llamó, de manera pretenciosa, el socialismo del siglo XXI, y para tratar de imponerle al pueblo venezolano de manera autocrática y resentida una manera de vida que ha resultado en extrema pobreza, endeudamiento y altos niveles de corrupción.

A su muerte, Hugo Chávez impuso un sucesor, Nicolás Maduro, un analfabeta funcional y cursi, títere de la Cuba castrista, hasta peor que Chávez, quien ha continuado y acentuado el trabajo destructor que llevó a cabo el paracaidista.

Al enfrentar la orgía de despilfarro financiero, crueldad contra los ciudadanos, destrucción de las instituciones y extremo abuso de poder generado por estos dos hombres, la sociedad venezolana trató de responder con su protesta en las calles, mediante la acción de una población civil amante de la democracia, pero fue esencialmente derrotada por la acción represiva llevada a cabo por una fuerza armada traidora a su misión de defender la constitución y la integridad ciudadana.

La pandilla chavista reprimió, asesinó y envió a prisión a muchos venezolanos, en una demostración de gran crueldad.  Mucho del liderazgo político tradicional venezolano ha guardado silencio frente a esta masacre o, peor aún, se ha ido plegando al régimen, traicionando su deber de luchar contra la dictadura y contra la violación de nuestros derechos humanos.

En esta etapa de oscuridad cívica y de cobardía por parte de importantes sectores de la sociedad civil se ha levantado una luz que nunca se ha apagado y que ha mostrado de manera perseverante el camino hacia la libertad y la democracia.

Esa luz ha ido creciendo en intensidad, como producto de la coherencia, la constancia y la calidad de su mensaje, un mensaje inalterable de firmeza cívica que contrasta de manera muy clara con la cobardía ciudadana exhibida por el liderazgo político tradicional.

Ello ha ido entusiasmando progresivamente a una población que había perdido mucha de la esperanza. Esa luz es la que ha levantado María Corina Machado, la cual ha servido un doble propósito: mantener viva la esperanza del pueblo venezolano de recuperar su democracia y, en segundo lugar, darle al pueblo una demostración de que todavía anida en nuestro ser venezolano suficiente grandeza para convertirnos en una nación que pueda verse en el espejo y sentir orgullo de su fisonomía.

Machado le está mostrando al pueblo la otra cara de la moneda del chavismo, una cara luminosa que contrasta decisivamente con la macabra imagen de la dictadura y la ignorancia. La clave de su arraigo popular es su condición genuina, es de verdad, no de mentira.

El mensaje se ha mantenido claro, inalterable, apegado a la ética, cantándole verdades en la cara a los tiranuelos del chavismo madurismo. Le tomó algún tiempo a María Corina machado convencer al pueblo venezolano de que su mensaje era el verdadero. Ahora el pueblo lo ha comprendido y ello explica el fervor con el cual su presencia es recibida en pueblos, ciudades y aldeas de Venezuela.

La historia se encargará de transformar en epopeya sus peripecias para hacer llegar a todos los confines de la geografía venezolana su mensaje de dignidad y describirá su gran saga afirmativa venezolana, llevada a cabo contra todos los obstáculos impuestos por la gavilla dictatorial, una saga sin desmayo en pro de la democracia y de la libertad. 

María Corina Machado es el mejor ejemplo de que el verdadero liderazgo no tiene que ver con palabras rimbombantes ni con promesas melosas sino con el ejemplo, día tras día, de una actitud digna y coherente. 


Gustavo Coronel

Geólogo y politólogo venezolano. Grado y post grado Universidad de Tulsa, Universidad Central de Venezuela, Harvard y Johns Hopkins. Fundador Directiva Petróleos de Venezuela. Asesor Banco Interamericano de Desarrollo, Director de la CVG. Diputado al Congreso Nacional Venezolano.


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