Petróleo y koki

PETRÓLEO SIN RESERVAS – RAFAEL GALLEGOS – EL CANDIL – AÑO III – N° 121.

¿Qué tiene que ver el petróleo con el Koki?, podrá usted preguntarse. La verdad es que sí hay una conexión, porque la guerra de las mega bandas que se ha desatado contra las autoridades, está relacionada con el modelo social de la “revolución” y agudizada con la casi desaparición de la renta petrolera.

Los integrantes de las mega bandas, en un 80 % varones, pobres y menores de 25 años, son el producto del embarazo precoz récord en América Latina, de la paternidad irresponsable, de la deserción escolar, de la crisis de valores, del hambre y la falta de oportunidades.  ¿Para eso era la “revolución”?

En justicia, hay que recordar que la república civil no logró establecer un modelo de desarrollo sustentable. Para 1998 la pobreza se había triplicado en pocos años y con ella la delincuencia. Los resortes morales se habían aflojado, los partidos políticos y las instituciones estaban en decadencia. Y el liderazgo no pudo convencer al país acerca del perfeccionamiento del modelo.  Venezuela se fue tras un Mesías que prometía una revolución. Nada fue casual. El liderazgo triunfante de Hugo Chávez fue consecuencia de la crisis. 

LA VORÁGINE

El chavismo traía bajo la manga el desiderátum del proyecto “revolucionario”: la destrucción estratégica. Destruir el capitalismo para sustituirlo por el socialismo. El modelo cubano por la vía de la rana hervida. De allí los “exprópiese”, la “toma de esa colina que era Pdvsa”, la invasión y el acabose de fincas productivas. Pero se les fue la mano. Destruyendo al capitalismo destruyeron a Venezuela. Los agarró la vorágine. Como al Marcos Vargas de Rómulo Gallegos, se los tragó la selva.

Por ejemplo, hubieran querido una Pdvsa productora de un millón de barriles que les diera una renta mínima para su burocracia; pero la vorágine los agarró y  destruyeron la gallinita de los huevos de oro. Se llevaron por delante casi toda la producción y las refinerías.  Ahora no hay ni renta petrolera, ni gasolina. Como no hay divisas tampoco hay comida y los sueldos y pensiones son de indigentes. La vorágine socialista conduce al país hacia la primera hambruna petrolera de la historia. Qué vergüenza.

Y ahora los antisociales están armados como nunca. Son ejércitos. ¿A quién culpar? ¿A la “derecha” hoy, como ayer a las iguanas, a Trump, o a Uribe? Hay que ser responsable. El gobierno debe asumir las consecuencias de las ofertas de armar al “pueblo” para defender la “revolución”; de funcionarios que conversan amigablemente con los pranes, o de la indiferencia ante los pranatos que gobiernan en las cárceles. O de la ingenuidad de creer que “el pueblo armado” siempre estaría con la “revolución”, dispuesto a combatir al imperio, la oligarquía y todas esas sandeces que emocionan a los más incautos. Resulta que los pueblos están… con quien ofrezca sobrevivencia.

En los albores del gobierno de Betancourt ,1959, cuando mi querido e inolvidable padre Rafael Gallegos Ortiz era director de Cultura de la UCV y hacía suplencia como secretario de la universidad, los estudiantes todavía estaban con el gobierno ante las intentonas militares. En Consejo Universitario acordaron solicitar armas al presidente Betancourt para defender la democracia. Mi padre recibió la encomienda. Luego me contaría que sabía de antemano la respuesta del presidente; pero que debía cumplir con la solicitud. La repuesta de Betancourt, con su estridente voz fue:

–       ¿Entonces los estudiantes quieren que les dé armas?

–      Sí presidente.

–      ¿Y después, quién se las quita?

Esa zamarrería de Rómulo no la tuvieron ni Chávez, ni Maduro. Y hoy, ¿Quién les quita las armas a los antisociales?

PARCHETES, PROMESAS Y CHATARRAS

La crisis es sistémica y muy grave. Venezuela se nos va de las manos. La solución debe ser sistémica. El país debe ser rediseñado. Somos un caso urgente de reingeniería.

Los parchetes… solo tapan goteras, y no impiden la caída del techo. Esos bonos de guerra, o de Bicentenario, o de Carabobo, o los escuálidos clap que llegan apurados cada dos meses, apenas tapan goteras; y ni de lejos impiden el desmoronamiento de los techos. La solución real del país pasa por abatir la hiperinflación, crear confianza, fomentar la empresa privada, gerenciar políticas sociales, recuperar la democracia. Puras medidas sistémicas y contrarias a las que adelanta al gobierno. Lo demás es pan para hoy y hambre para mañana. Y como está la descomposición social, tal vez ni siquiera sea pan para hoy. 

Las promesas incumplidas … generan desengaño. Por ejemplo, acabar con las colas de gasolina sin repotenciar las desmanteladas refinerías; o prometer millón y medio de barriles de petróleo sin tener ni taladros, ni recursos económicos, constituye una burla a la ciudadanía.  Prometer vacunar millones mientras se poseen los más bajos niveles de vacunación y no se muestran los caminos, es jugar con las expectativas de vida de los venezolanos. El ciudadano se siente burlado.

Al final, los parchetes y las promesas incumplidas, además de minar la ya minada credibilidad del gobierno, agravan los problemas.

Para colmo, en lugar de proceder a un esquema de recuperación del país, hay serias acusaciones de que se están “chatarreando” los trenes del frustrado ferrocarril Tinaco – Anaco, o las partes de algunos taladros petroleros. Rematando el país. ¿Será que ahora perteneceremos a la OPECH (Organización de Países Exportadores de Chatarra), como última fase de desmantelamiento nacional?

La guerra de bandas no es un fenómeno aislado. Obedece a la vorágine en que hemos caído, a la destrucción de las instituciones que facilitó el crecimiento inconmensurable de la delincuencia. A esta destrucción social sin parangón en nuestra historia: hambre, inseguridad personal, inseguridad personal, inseguridad personal, inseguridad energética, pésimos servicios, hospitales enfermos, desmantelamiento de las infraestructuras. Desesperanza. Pingüe poder de las mega bandas delictuales.

¿Qué vendrá después de Koki? ¡Adivine! … o nos sentamos a esperar pasivamente la respuesta, o nos ponemos las pilas y con guáramo nos organizamos para rescatar a Venezuela. 

Usted decide.

Caracas – Distrito Capital – Venezuela

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