SIMÓM PETIT – EL CANDIL – AÑO IV – N° 185.-
Las paradojas de la vida. Hay quien tiene todo; pero no aprovecha esa bendición para ser mejor de lo que hasta este momento es. Y hay quien no tiene y aprovecha al máximo lo poco para multiplicarlo. Eso da para hablar toda una noche como la que en días pasados sostuve con algunos amigos filosofando sobre el tema; pero llevándolo a varios niveles. Y fue así entonces como llegamos a nuestro país.
Sabemos que Venezuela es un país rico porque desde la escuela de primaria nos dicen que tenemos petróleo y hierro. Al llegar a la secundaria insisten en esa afirmación porque se suman otros minerales como el oro, el aluminio y el coltán. Y en la universidad llegan otros complementos de esta sentencia al hablarnos que, además, también tenemos playas e islas paradisíacas, montañas, selva y nieve. Como remate, entonamos con emoción, lágrima en puerta y mano en el corazón algún fragmento de la canción de Herrera y Armenteros y listo, nuestro país es rico y el mejor del mundo.
Sin embargo, nos preguntamos, si hemos tenido todo esto, ¿por qué estamos como estamos? Opiniones van y vienen y pueden ser válidas como de hecho algunas lo son. Lo cierto es que, en la actualidad, más allá de todo lo que ha salido detrás de la máscara que fuimos ante el mundo, el venezolano sigue insistiendo que somos un país rico y el mejor. El asunto es quienes se esmeran en decirlo, poco o nada hace para ello.
Me explico mejor en lo que dije para evitar malentendidos. Ciertamente, hay personas que sí trabajan duro e independientemente de la situación, resisten y combaten. Al menos están aportando lo mínimo desde sus frentes de batalla para que Venezuela no se detenga. Otros se mantienen a la expectativa de lo que realmente desde hace muchos años nos ha matado, y es esperar que el Estado o “papá gobierno” nos resuelva el problema. Y, como dijo Cantinflas, ahí está el detalle: seguimos siendo paternalistas, cómodos, atenidos, egoístas y con el facilismo a cuesta como esa figura del frasco de la Emulsión Scott “el hombre del bacalao”.
Alguien puede decir que nuestra tierra está bendita porque tenemos muchos recursos naturales no renovables, pero éstos desgraciadamente han sido explotados sin distinción con el vicio de la corrupción y los malos gobiernos que nos llevaron a la debacle, y también es verdad. Pero creo firmemente que más allá de lo que nos vanagloriamos tener, deberíamos evaluar qué nos ha faltado para ser un país desarrollado e inevitablemente, todo lleva a la educación, la cultura y la voluntad para ser grandes.
Hay países que tienen pocos recursos y es envidiable los niveles de vida que han alcanzado. Quizás amigo lector usted me contradiga diciendo que bajo qué costo tienen esos niveles, que si el neoliberalismo, el capitalismo salvaje, etc; pero pongamos como ejemplo que países sin mayor riqueza han logrado un equilibrio económico y parcialmente una estabilidad social como el caso de Aruba, Curacao, incluso República Dominicana, entre otros, o, como los asiáticos, y específicamente Vietnam, que después de haber quedado destruido por la guerra con USA, y teniendo solo arrozales y un 0,7 % de renta petrolera como fuente de ingresos (Venezuela ha tenido hasta el 11,4%), bloqueado y vetado por más de 30 años, poco a poco creció hasta convertirse en uno de los siete tigres del Asia y en la segunda economía de mayor crecimiento en la zona, con una reducción al 3% de pobreza. Es un país que a su vez ha descubierto que tiene potencialidades turísticas y culturales, además de un profundo sentido de organización para el comercio internacional.
Uslar Pietri cuando en 1936 escribió su Sembrar Petróleo, expresaba la necesidad angustiosa de invertir rápidamente -en fomento de nuestra capacidad económica- el dinero que el petróleo le producía a Venezuela; y posteriormente otros tantos intelectuales, también han manifestado que el venezolano tiene la capacidad de desarrollar todo lo que se proponga en cualquier sector económico y campo productivo. Y esto es absolutamente cierto.
En definitiva, Venezuela tiene todo, menos políticos honestos y políticas acordes con el desarrollo y evolución de los tiempos. Faltan también más venezolanos serios, productivos, responsables y emprendedores, muy distante del que se destaca hoy como un estafador, truhan y vividor, bajo la mal e injustificada interpretación de la viveza criolla. Somos un país rico, sí; pero pobre en comparación con aquellos que no tienen lo nuestro y son más ricos que nosotros, y no es por falta de dinero ni de recursos.