ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO IV – N° 199.-
Es mucho, especialmente en épocas recientes, lo que se habla de poder.
Lo que normalmente se enuncia y trata de transmitir, es que tiene una connotación negativa, especialmente si quien está hablando de él, siente que no lo tiene. Se asocia a que “alguien” tenga la posibilidad, y la utilice, solo para llevar a cabo acciones que causen daño a los demás y obtener un beneficio personal. El poder es algo inexplicable porque, aunque todos saben qué es y hablan de lo malo de ser su víctima, la mayoría desea alcanzarlo, para dejar de sufrir. En otras palabras, según el discurso y las prédicas, especialmente de aquellos que dicen desear el progreso de todos, el poder es malo, pero todos quisieran tenerlo … para no sufrir.
La narrativa generalizada, por lo menos en Latinoamérica hoy, es que tener poder es malo, pero aspirar a tenerlo es bueno, porque los aspirantes lo desean solo para salvar al mundo. O… a quienes los ayuden a obtenerlo ¿O… por lo menos a los más cercanos?
¿Pudiera inferirse entonces que el mundo perfecto seria uno donde, “todos tuviésemos poder”?
¿Qué es el PODER? Innumerables tratados, hacen casi imposible encontrar una definición, aunque parece que todos sabemos qué es.
En mi caso yo definiría PODER como: CAPACIDAD DE HACER ALGO. ¿Simple verdad? Lo difícil es despojar la definición de conceptos asociados, que le introducen un sesgo que tiene que ver con sentimientos (sin los cuales no se puede vivir, por cierto). Cualquier lector podría pensar hasta aquí, que estamos hablando de otro “PODER”, el “malo”, el condenable, el aborrecible, que se ejerce para beneficio personal.
Cuando pensamos en contenido moral o político o físico, definitivamente se complica la situación y forma de actuar ante el poder. Si hablamos de una concepción básica podríamos asociarlo simplemente a los 5 sentidos y decir que poder degustar, oler, ver, tocar y oír es una capacidad que quisiéramos tener todos, (aunque desgraciadamente algunos no la tienen o después de haberla ejercido la pierden).
El siguiente escalón en la capacidad (poder) lo podemos asociar a aquellas cosas que logramos alcanzar ejerciendo el PODER de los sentidos. Si no puedo oír y ver, difícilmente logro caminar, hablar, comunicarme. El sistema del tacto me brinda muchas posibilidades, algunas de ellas también asociadas a la supervivencia, como los otros sentidos.
Después de haber mencionado estos conceptos básicos de PODER no podemos menos que darles la razón a quienes piensan que el ejercer el poder, puede usarse para beneficio personal. Desde su concepción más básica el poder sí se ejerce, y se tiene que ejercer, para beneficio personal. De lo contrario puede perecer el individuo. De allí que, si no tiene la capacidad (El PODER), de sus sentidos en forma natural, el ser humano acuda a ayudas para lograrlo: Audífonos, lentes, bastones, animales guía, amigos, intérpretes y hasta a aprender lenguajes especiales, para su beneficio personal.
Definitivamente en este articulo no voy a hablar de “LO MALO” de ejercer el poder para beneficio personal. Si no ejerces tus capacidades creo que tienes menos probabilidades de éxito, (con cualquier acepción) crecimiento y hasta de supervivencia. Para mí, ejercer sus capacidades (el PODER) para lograr sus metas, es una bendición para cualquier individuo.
¿Entonces, pensamos un poco en la satanización generalizada del PODER como se proyecta hoy en día por los promotores del progreso y la distribución de oportunidades para todos como iguales?
Para mí, la satanización, como con muchos otros términos, está en la intencionalidad y la interpretación sesgada que se da a la hora de utilizar el léxico para “orientar” por “formadores de opinión” (Influencer?) con sus potenciales o irrestrictos seguidores, ante una causa. Ejemplos sobran: “Ser rico es malo,” “los poderosos nos someten”, “el capitalismo salvaje”, “la política es sucia”, “los empleados públicos son corruptos”, “los pobres carecen de ambición”, “los pobres quieren todo regalado” …
Estos ejemplos hablan de una intención, a la hora de tomar términos y calificarlos para después dar por un hecho, como característica intrínseca el adjetivo y proyectar la necesidad de rechazar el término inicial, como lo más conveniente para el oyente o seguidor potencial a una convocatoria.
Regresando al tema y término central del artículo, PODER, cualquiera puede como decíamos antes, enfocar que el problema es la intencionalidad. La siguiente declaración que ya está casi que fijada en la mente de muchas personas porque supuestamente explica fácilmente y hasta justifica muchas reacciones, normalmente es: “Los demás, utilizan el poder para su beneficio personal”.
Se sobreentiende y transmite también, que el “beneficio personal”, por tanto, el beneficio personal también es malo. Es malo y como tal, debe rechazarse y construirse toda una campaña contra el término mismo. Satanizarlo. Por tanto, si el PODER es malo y EL BENEFICIO PERSONAL también es malo, al combinarlos se puede entender que el resultado es extremadamente malo y de allí que deba construirse una cruzada contra ellos. En otras palabras, acabar con el poder y la obtención de beneficio personal. Claro, lo mejor es, si se complementa el discurso, arenga, o ley, o decreto, con otro anuncio (intención) especial: “para dárselo a Uds.” (el pueblo) que si lo merecen. (EL MALIGNO PODER Y EL BENEFICIO PERSONAL ASOCIADO)
¿Rechazamos las bondades del ejercicio del PODER, como la suma de la utilización de las capacidades desarrolladas por una ciudadanía mayoritariamente honesta, y seguimos cultivando que, sinónimo de poder es adquirir y utilizar las capacidades para doblegar las voluntades y los derechos de otros, como lo haría el ciego que le roba el perro lazarillo a otro ciego, o el aspirante coronel que se apropia de las armas y las utiliza contra quien no está de acuerdo con su forma de cambiar el mundo?
Nuevamente y a fuerza de parecer contracorriente, creo que el beneficio personal no es malo y el uso del poder para obtener el beneficio personal es, por el contrario, un aliciente para muchas cosas positivas. Tratemos de no confundir o tratar de confundir a nuestros lectores o escuchas a la hora de comunicarnos. El problema no es: “Utiliza la empresa o su empleo público como si fuera propio y para su beneficio personal”. O, “Utiliza su posición para ser un corrupto que obtiene su beneficio personal.” Ojalá todos los empleados públicos utilizaran su posición como administrador de bienes y capacidades, para beneficio de los propietarios y se consideraran parte de ellos y no solo sus empleados.
La gran fuerza del “beneficio personal” es lo que debe servir como motor para el desarrollo. ¿Cuál es el problema entonces?
Pensemos en la empresa privada, los equipos deportivos y sus estrellas, los espectáculos y sus actores, la banca y empresas financieras, las empresas de tecnología, las empresas de servicios. La remuneración, los incentivos y la capacidad de acción delegada a sus ejecutivos. Entre más dinero produzcan a sus accionistas, más dinero reciben como compensación. ¿Deberíamos satanizarlas? O.. tratar de emular sus factores clave de éxito?
¿Pensemos qué sucedería si en nuestros países todos los ciudadanos nos comportáramos como accionistas, como dueños de nuestras instituciones y lográramos los resultados de empresas exitosas?
Que la salud, la educación, las representaciones deportivas la construcción de infraestructura, fuesen negocios sustentables, que produjesen beneficios personales tangibles a los accionistas, los ciudadanos. Que los indicadores de resultados fueran atractivos a inversionistas deseosos de poner a producir sus capitales en negocios exitosos.
En otras palabras, que el ejercicio del PODER (como la utilización de las capacidades) y el beneficio personal para todos los accionistas, (los ciudadanos) hagan el país sustentable, atractivo y competitivo en el contexto internacional.
¿No sería esto lo ideal para todos los propietarios del país donde habitan? ¿Estará llegando la hora de evaluar la distorsionada percepción que se ha implantado en una parte importante de nuestras sociedades alrededor de una pretendida disparidad y confrontación de intereses entre las organizaciones y empresas privadas y sus empleados, clientes y proveedores? ¿Será posible aspirar al desarrollo de un país pensando que los enemigos a vencer son todas las personas que desean obtener el beneficio personal y satisfacer sus necesidades, desarrollando y utilizando sus capacidades, aun cuando lo hagan honestamente sin violar los derechos de sus conciudadanos? O… por el contrario utilizamos el concurso de cualquier emprendedor exitoso, empresa u organismo poderoso, para que nos ayude transmitiendo a nuestras instituciones públicas su experiencia, conocimiento y capacidades para lograr buenos resultados honestamente. ¿Empezamos a sumar esfuerzos con la mayoría de los empresarios honestos para beneficio personal de todos?