ENFOQUE LIBERAL – EL CANDIL – AÑO IV – N° 165.
La independencia del pensamiento propio es la característica central de la vida de una persona con una sana autoestima; es lo que la distingue de sus semejantes y fortalece su identidad.
Es por medio de un criterio libre y soberano, uno que no busca complacer caprichos ajenos ni agradar al resto para lograr aceptación, que un individuo puede llegar a ser auténticamente feliz, estableciendo lo que quiere para su vida, así como los caminos que transitará, las formas en las que lo hará y el tiempo en el que lo hará, así como cuánto le tomará.
Una persona de pensamiento independiente no somete su criterio al de los demás, más evita caer en la necedad al notar que ha incurrido en un error, pues aceptar una falla en el razonamiento efectuado no desmerece la propia capacidad para pensar ni la independencia que la atañe.
Es en el declinar la soberanía de la mente en donde inicia la infelicidad y desdicha personal, esto en virtud de que es la propia mente la única herramienta que posee una persona para lidiar con la existencia.
Cuando se superpone el criterio de otros por sobre el propio, en ese momento se renuncia a vivir como el ser individual e independiente que por la propia naturaleza humana somos todos al nacer, y se pasa a un estado de servilismo y dependencia, estando supeditado a lo que alguien más decida, aun cuando no sea del agrado de uno.
Esto es algo que se puede observar tanto en las relaciones de familia como en las sentimentales, laborales y especialmente en las sociopolíticas, en donde ciertos personajes de inobjetables rasgos sociópatas y narcisistas pretenden controlar la vida de los demás para su trastornado beneplácito.
Tal situación solo es posible de darse en un contexto en el que una de ambas partes ha renunciado a la independencia de su mente y se somete a los dictámenes de su contraparte, por lo cual, la única manera efectiva de evitar o revertir ese escenario es empezando por tomar consciencia de que cada uno de nosotros es un ser naturalmente independiente y autónomo cuya capacidad para pensar, tomar decisiones y transformarlas en acciones puede llevarnos hacia donde nos lo propongamos, sin la necesidad de ser dirigidos por alguien quien, en la vacuidad de su mente, solo busca tener poder sobre el resto para satisfacer los oscuros deseos producto de su irremediable infelicidad.
NOTA DEL EDITOR: Este artículo fue tomado de la página «Enfoque liberal», que se publica a través de la plataforma de Facebook, con autorización de su administrador.