ROBERTO RACHEWSKY – EL CANDIL – AÑO IV – N° 186.-
Todo comienza cuando alguien lee a Marx y cree haber descubierto la piedra filosofal.
Después de leer, reúne a amigos que leyeron (o dijeron leer) a Marx y aceptaron sus ideas para implementarlas.
Entre sus amigos, el que habla bien, es carismático y vanidoso, se destaca para convencer a la gente; y los otros nueve que no tienen miedo de usar la fuerza, ni se avergüenzan de usar incluso la violencia física, para tratar con aquellos que no han sido engañados por aquélla.
Luego toman el gobierno, toman los medios, toman las escuelas. Convocan a los enfadados, resentidos, envidiosos y demás seres desprovistos de autoestima y sentido crítico a defender la revolución a través de la cultura y la coerción.
La gente empieza a huir del lugar donde vive y los marxistas deciden entonces cerrar las fronteras. No basta con cerrar las fronteras, empiezan a encarcelar a la gente y los valientes que insisten en resistir acaban siendo asesinados.
Como la escasez se apodera de ellos, deciden concentrar lo producido para su propio disfrute, dejando que el pueblo disfrute de la igualdad en la miseria.
Las huellas evidentes de la destrucción intentan ocultarse bajo la alfombra. Cuando aparecen, censuran diciendo que es “manipulación de información”.
Cuando llega la pobreza y los asesinatos terminan siendo percibidos por la opinión pública mundial, se dice que la gente boicoteó el proyecto y que el marxismo terminó por no implementarse como exige el disfraz.
Cualquiera que crea que para que algo funcione es necesario matar inocentes, tomar lo ajeno por la fuerza, censurar opiniones y hechos, adoctrinar a los niños para que sean obedientes, arrestar a la gente para que no se escape y matar a los que lo intentan, este chico es muy infantil, sin inteligencia o psicópata.
Si crees que después de haber sido probado innumerables veces, a veces durante décadas, siempre llegando al mismo resultado -opresión, miseria y muerte- es posible tener éxito, entonces estás loco.
El marxismo logra convencer a algunos como tesis, simplemente no funciona con los seres humanos. Por tanto, el marxismo como sistema social, político y económico es una mala idea que sólo los oligofrénicos aplauden y los psicópatas tratan de poner en práctica.